La amazona que prefirió salvar la vida de su caballo que ganar una medalla en los Juegos
Adelinde Cornelissen decidió renunciar a los Juegos Olímpicos de Río sobre la misma arena de la competición. No quiso arriesgar la salud de su caballo, que había sido picado, días antes, por un animal
La conexión entre un caballo y su jinete no es tan solo una relación de dominación y adiestramiento. Es casi una amistad. Así lo demostró la holandesa Adelinde Cornelissen, que decidió abandonar los Juegos Olímpicos de Río 2016 para preservar la salud de Parzival, su caballo, aún a sabiendas que probablemente, debido a la edad del animal -19 años-, haya sido la última vez que han podido estar juntos sobre una arena olímpica.
La holandesa era una de las favoritas para conseguir una medalla en Río de Janeiro después de lograr, también junto a Parzival, la gloria olímpica con un bronce y una plata en Londres 2012. Pero eso no le hizo arriesgar la salud de su caballo: "Con tal de protegerlo, decidí renunciar, ya que es mi compañero, mi amigo y el caballo que lo ha dado todo por mí durante toda su vida", cuenta la amazona en sus redes sociales.
La temperatura del caballo, el día de la competición, era más alta de lo normal y aunque podía participar, hacerlo podía tener graves consecuencias. Eso hizo que decidiera tirar la toalla: no quiso arriesgar la salud de 'Parzi', como ella lo llama. Decidió entonces salir a la arena, saludar y volver a los establos.
Cornelissen decidió abandonar en los momentos previos a la competición. No fue sencillo, ya que "estaba en un auténtico aprieto", tal y como reconoció. Por un lado, quería preservar la salud de Parzival y por otro, respetar la labor su equipo, que había trabajado durante meses para llegar a Río en las mejores condiciones. "¿Qué debía hacer?", se preguntó justo antes de entrar en la arena.
Su historia, aunque exenta de medallas, es una de las más entrañables de estos Juegos Olímpicos, ya que renunciar a una presea olímpica después de meses de entrenamiento es muy duro. Y más cuando el caballo estaba en condiciones de participar según los veterinarios y mostraba un carácter obediente, con ganas de ayudar a su dueña: "Cuando entré en la arena, sentía que estaba dando todo lo posible y que Parzi estaba demostrando ser el boxeador que siempre es, el que nunca se rinde".
Preocupación, renuncia y final feliz
Todo comenzó días antes de la competición. El animal, durante su primera noche en Río, fue picado por un animal. Un mosquito o una araña, según los veterinarios. "Vi que el lado derecho de su cabeza estaba hinchado y que había estado pateando las paredes", dijo la holandesa en sus redes sociales.
Además, Parzival estaba con fiebre. "Tenía más de 40 grados, aunque no presentaba aspecto de enfermo". Eso hizo que llamara a los veterinarios, que decidieron "expulsar los tóxicos fuera de su sistema mediante algunos fluídos para ayudar a sus riñones". Al final del día, la temperatura bajó y la hinchazón se había reducido.
La preocupación por su amigo hizo que la holandesa "durmiera en los establos y comprobara la salud de 'Parzi' cada hora", según reconoció, en su Facebook. Aquella noche, no consiguió "dormir nada". Un gesto que demuestra que un caballo no es solo un instrumento para lograr objetivos.
La deportista intentó, por todos los medios, posponer su participación en Río de Janeiro. "Se solicitó a la FEI si podíamos intercambiar lugares dentro del equipo de arranque para conseguir un día de recuperación para Parzival". La Federación Internacional de Hípica denegó su petición. El resto, es historia.
Aunque sin medalla, Adelinde está de vuelta en casa feliz. Su caballo, en Holanda, está recibiendo los mejores cuidados. Según anunció en sus redes sociales, 'Parzi' está "feliz y recuperado". Con fortuna, tendrán una nueva oportunidad de demostrar su valía en los Juegos de Tokio 2020.
La conexión entre un caballo y su jinete no es tan solo una relación de dominación y adiestramiento. Es casi una amistad. Así lo demostró la holandesa Adelinde Cornelissen, que decidió abandonar los Juegos Olímpicos de Río 2016 para preservar la salud de Parzival, su caballo, aún a sabiendas que probablemente, debido a la edad del animal -19 años-, haya sido la última vez que han podido estar juntos sobre una arena olímpica.
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