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Estrellas del deporte, desastres para la ciencia
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LOS DEPORTISTAS CAEN A MENUDO EN SUPERCHERÍAS

Estrellas del deporte, desastres para la ciencia

Son fuertes, son rápidos... y también estúpidos

Hubo una época en que los grandes atletas del mundo, teniendo a su disposición los mejores tratamientos que el dinero puede pagar, acababan cayendo en los brazos de la superchería y la pseudociencia para tratar sus lesiones. Esa época es siempre.

La frase no es mía, sino de mi compañero Antonio Villarreal, de El Español, y no puede resumir mejor la actitud de los deportistas de elite. En su afán por mejorar sus marcas, por crecer ese 1% que marca la diferencia con los rivales, los deportistas a menudo recurren a terapias sin respaldo científico y, lo que es peor, ejercen como prescriptores de las pseudociencias a nivel mundial.

El último caso que hemos visto es el de el nadador-leyenda Michael Phelps con el cupping, materializado en una serie de moretones redondos que han llamado la atención del planeta. Se trata de una técnica derivada de la acupuntura que se vale de unos vasos con los que hacen ventosa sobre la piel y, presuntamente, se favorece la circulación del Qí. El , o flujo de energía vital, es uno de esos conceptos abstrusos que utilizan las pseudociencias para darse fuste sin necesidad de más explicaciones.

Los estudios más prestigiosos sobre el cupping advierten que la literatura científica sobre el tratamiento publicada desde 1992 es de poca calidad y que no deben llevar a conclusiones. Según los últimos resultados, la técnica se revela útil como paliativo del dolor cuando se combina con otros tratamientos y siempre en casos de afecciones muy concretas, como el herpes zóster o la parálisis facial. También se detalla en las investigaciones, y este es uno de los puntos clave de las terapias pseudocientíficas, que el cupping no posee efectos adversos a reseñar. Los promotores de estos tratamientos siempre se cuidan de que, si no pueden demostrar los beneficios de su técnica, que al menos les mantenga alejados de los tribunales.

El cupping es un caso especial en tanto que se trata del repunte de una técnica centenaria que no precisa material ni personal especializado. Los vasos pueden adquirirse por 30 euros en Amazon y cualquiera puede aplicarlos (en la selección norteamericana los nadadores lo hacen entre ellos, sin aparente supervisión médica). Lo normal es que detrás de la pseudociencia esté la empresa que fabrica el producto y una red de fisioterapeutas y entrenadores que promocionan su aplicación al más alto nivel. Como sucede con los médicos y las farmacéuticas, es casi imposible distinguir a los profesionales convencidos de las virtudes de un producto de aquellos que han sido persuadidos con comisiones o regalos.

Vendajes más estéticos que funcionales

El caso de las cintas K-Tape -o vendaje neuromuscular, esas tiras de colores que lucen muchos atletas- es sintomático. Patentadas en la década de los 70 por un laboratorio japonés, durante tres décadas los intentos por introducir el producto en el mercado tuvieron un éxito modesto. El 'boom' llegaría en los Juegos Olímpicos de 2008 gracias una maniobra de marketing ambiciosa que repartió 50.000 tiras de cinta entre los 58 países participantes en el evento. En 2012 se institucionalizó su empleo en alta competición y hoy, aunque se encuentra en retroceso, todavía puede verse en recintos deportivos.

La publicidad del vendaje neuromuscular argumenta que, al ser tiras elásticas capaces de estirarse hasta un 140% de su tamaño original, sirven para contener al músculo y prevenir hiperextensiones. Durante un tiempo llegó a sostener que el color de los vendajes era clave, ya que los colores claros, al acumular menos calor de la luz solar, servían para enfríar el músculo y, las oscuras, justo al revés, pero las referencias se han ido eliminando en favor de una versión puramente estética.

Los estudios sobre el vendaje neuromuscular admiten que la cinta adhesiva es capaz de separar la piel del músculo, lo que conseguiría un leve de beneficio de oxigenación "nunca superior a un masaje suave". El único estudio aleatorizado doble ciego (PDF) -ni los pacientes ni los investigadores saben quiénes utilizan las cintas verdaderas y quiénes pertenecen al grupo de control- que existe fue publicado en el Journal of Orthopaedic and Sports Physical Therapy fue incapaz de encontrar una mejora significativa en la disminución del dolor en tendinitis y pinzamientos. En los pacientes sanos concluyen que simplemente no tiene efecto. Los expertos advierten, por último, que las tiras no suplen el reposo necesario para que los atletas se recuperen de lesiones y que, "si se colocan las tiras sobre zonas lesionadas no tratadas, el resultado será dolor".

Las K-Tape añaden a la fórmula pseudocientífica imperante (ni perjuicio ni beneficio) un componente estético que dispara su interés y, por tanto, valor comercial. Algo semejante sucede con las medias de compresión, cuyo uso se ha popularizado en los últimos cinco años, especialmente entre los corredores de largas distancias. Una terapia que se practica desde hace décadas en pacientes con problemas de circulación sanguínea se convirtió en una forma de mejorar el rendimiento deportivo de la noche a la mañana; bastaron una serie de estudios dirigidos y unos diseños basados en la velocidad para empezar a venderlas como churros.

No obstante, las investigaciones independientes continúan apuntando hacia lo que ya sabíamos: que las medias tienen sentido como medida de recuperación, pues disminuyen los niveles de lactato acumulados en el músculo, favorecen la circulación y reducen el dolor después del ejercicio. No existen evidencias de que su uso en competición mejore el rendimiento deportivo. "Como medida de prevención del daño muscular, lo apropiado sería utilizarlas los días antes de una competición o después de un entrenamiento intenso", explican los investigadores.

"Los deportistas no tienen ningún criterio; igual que se enconmiendan a Dios antes de competir se ponen una tira en el músculo, y los fisios también se dejan llevar, ambos funcionan por modas", dice Rubén Tovar, fisioterapeuta especialista en terapia manual. Tovar es uno de los pocos profesionales que ha levantado la voz públicamente contra las pseudociencias que operan en su sector: "No existe una regulación que pare los pies a estas empresas. Los colegios profesionales deberían asumir este papel [informar de la consistencia científica de las nuevas terapias], pero prefieren no molestar a ninguno de los colegiados y mirar para otro lado", denuncia. ¿Hay presión de las marcas a los fisioterapeutas para empujar determinados tratamientos? "Por supuesto, pero no insisten tanto en los productos como en aparatología y formación, que supongo les aportan mayores beneficios", concluye Tovar.

Los productos sin evidencias sólidas no siempre son efímeros en el mercado. Algunos, como las bebidas isotónicas, los batidos de recuperación o las zapatillas adaptadas, han sido incapaces de demostrar lo que la publicidad promete de ellos. Un macroestudio realizado en 2012 intentó revisar la literatura científica detrás de 104 de estos productos y se encontró con el vacío. El 97,3% de los estudios financiados por las marcas para respaldar sus bebidas fue calificado como "inaceptable" por los investigadores por diversos motivos, entre ellos muestras de nueve personas o investigaciones en las que informa a los sujetos de lo que están bebiendo. Y lo que es aún peor: el 52% de los productos no aportó ningún tipo de documento que avale sus promesas comerciales, lo que significa que los fabricantes, o bien ocultan las pruebas de laboratorio, o bien ni se han preocupado en comprobar si lo que dicen es cierto.

El grupo de trabajo tampoco pudo demostrar que el uso de zapatillas adaptadas al tipo de pisada fuesen capaces de prevenir lesiones. "Con los datos en la mano, consideramos que es virtualmente imposible para el público hacer una elección razonada entre estos productos", explican los investigadores.

Por el camino quedan ingenios como la pulsera Power Balance, con ese holograma milagrero que convenció a Cristiano Ronaldo, o las tiras nasales para favorecer la respiración que ha recuperado Neymar en los últimos años, para recordarnos que la época en la que los deportistas caían en manos de la superstición teniendo la ciencia a su servicio es siempre.

Hubo una época en que los grandes atletas del mundo, teniendo a su disposición los mejores tratamientos que el dinero puede pagar, acababan cayendo en los brazos de la superchería y la pseudociencia para tratar sus lesiones. Esa época es siempre.

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