Maialen Chourraut no hizo caso a su hija de tres años: no "fue despacio" y logró el oro
Salió de los Juegos de Londres decepcionada porque solo había conseguido el bronce. Después estuvo entrenando hasta dos días antes de tener a su hija Ane, la misma que ahora la acompaña por el mundo
Lo primero que hizo Maialen Chourraut cuando se bajó de la piragüa después de lograr el oro fue admirar la camiseta azul con un logo de ‘Río 2016’ que le enseñó su hija Ane toda orgullosa. Maialen llevaba cuatro años, desde Londres 2012, lamentando la bajada que hizo. Fue bronce entonces, pero para ella fue una derrota, no una victoria. No le sirvió. La ‘ama’ (mamá en vasco) no fue despacio en Río como le suele pedir su hija Ane, que sin haber cumplido tres años ha viajado por medio mundo y sabe que si a la ‘ama’ le duelen los brazos no le puede coger. Existen los milagros en los Juegos Olímpicos, y para un deporte tan minoritario como el piragüismo en aguas bravas que no llega a las 400 licencias en España, Maialen ha logrado no solo situarlo en el mapa, sino ser campeona olímpica.
A sus 32 años la piragüista de Lasarte ha hecho historia. Ya lo hizo en Londres, fue la primera medalla para España en slalom, pero a ella no le sirvió. Maialen, que empezó en un curso de verano “con 11 años en San Sebastián y ya me enganchó, es una prueba de superación diaria e hice amistades de las de para toda la vida”, resume así, tan directa y en línea recta como es ella, su amor por su deporte: “El piragüismo ha sido mi vida”. Y no es una frase hecha. Cuando tenía 13 conoció a Xabier Etxaniz, actual responsable técnico de la Federación, que fue olímpico en Barcelona y Atlanta: “Recuerdo la admiración con la que le mirábamos todos mientras guardaba las piragüas”. No fue nada fácil dedicarse a ello, sólo para entrenarse tenía que emplear cuatro horas entre cargar la furgoneta, ir y volver para entrenarse en el Bidasoa. Todo cambió cuando se marchó a vivir a la Seu de Urgell a los 24 años donde se construyeron los canales para los juegos de Barcelona 92. “Es que hay de todo, aguas tranquilas con puertas, sin puertas, aguas bravas, hoteles”. El paraíso para un piragüista.
Entrenando hasta dar a luz
En sus primeros Juegos en Pekín quedó decimosexta y la decepción fue tal “volví con la cabeza gacha”, que se prometió que no le volvería a pasar nunca. En Londres, logró el bronce y tampoco estaba contenta. Como tantas otras deportistas, aprovechó el ciclo olímpico para ser madre y un año después tuvo a su hija Ane: “Me estuve entrenando hasta dos días antes de dar a luz porque me sentía muy cómoda en la piragüa, la ‘bañera’ es grande y es un deporte ideal en este sentido, deberían recomendarlo. A los 15 días, el parto fue por cesárea, intenté volver pero no pude, tuve que esperar otras dos semanas más”. Desde entonces, se ha llevado a Ane y a su cuidadora Raquel allá donde ha competido.
Maialen fue la primera deportista de la delegación española en llegar a Río de Janeiro y entrenarse en las instalaciones. Se pegó un susto de muerte cuando en las series clasificatorias se saltó una puerta y quedó la última. Nunca ha sido la número uno mundial. Podía salir bien, o salir mal, pero parecía que se estaba guardando justo para este día. Ese que a ella le cuesta describir: “El slalom es muy puñetero, pero hay un momento en el que sigues el ritmo del agua, coges la corriente y lo sientes, lo sientes, sabes cuándo hay que meter la pala y vuelas, vuelas. Y esa sensación es maravillosa”. Maialen voló en Río y Ane le esperaba con su camiseta azul. La ama había ganado la medalla de oro
Lo primero que hizo Maialen Chourraut cuando se bajó de la piragüa después de lograr el oro fue admirar la camiseta azul con un logo de ‘Río 2016’ que le enseñó su hija Ane toda orgullosa. Maialen llevaba cuatro años, desde Londres 2012, lamentando la bajada que hizo. Fue bronce entonces, pero para ella fue una derrota, no una victoria. No le sirvió. La ‘ama’ (mamá en vasco) no fue despacio en Río como le suele pedir su hija Ane, que sin haber cumplido tres años ha viajado por medio mundo y sabe que si a la ‘ama’ le duelen los brazos no le puede coger. Existen los milagros en los Juegos Olímpicos, y para un deporte tan minoritario como el piragüismo en aguas bravas que no llega a las 400 licencias en España, Maialen ha logrado no solo situarlo en el mapa, sino ser campeona olímpica.
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