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La faena de tener que aspirar a una medalla en contrarreloj contra los mejores
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La faena de tener que aspirar a una medalla en contrarreloj contra los mejores

La selección española dejó de ser potencia en el ciclismo contrarreloj hace un par de décadas, pero hay optimismo de cara al podio, tanto como realismo si no se consigue

Foto: Castroviejo es la baza española contra el crono. (EFE)
Castroviejo es la baza española contra el crono. (EFE)

Durante los años noventa, España disponía de dos corredores que formaban parte de la élite mundial en lo que a luchar contra el cronómetro se refiere. Uno de ellos era Miguel Indurain, que era prácticamente perfecto en todas las disciplinas, pero cuando le ponían a pelearse con el tiempo, lo dejaba destrozado en el suelo pidiendo clemencia. El otro era Abraham Olano, que vistió los dos maillots arcoíris y que se colgó una plata en Atlanta para acompañar en lo alto del podio a Miguelón. Desde aquel tiempo dorado, la especialización de los corredores españoles se alejó de las ruedas ventriculares y se centró en el fondo y en la velocidad. Nos acostumbramos a ganar grandes con Contador y Mundiales con Freire y nos olvidamos del crono.

Foto: Entrenamiento equipo de ciclismo de ruta espaÑol

Por supuesto, ha habido algún corredor que ha seguido poniendo a España en el mapa de la velocidad, pero han sido ocasiones esporádicas y sin un corredor con la suficiente regularidad como para poder contar con un posible éxito nacional en las pruebas contrarreloj. Desde Iván Gutiérrez en 2005, no se ha sumado ningún metal en los Mundiales de la especialidad. Es por eso que poca gente española se acuerda de que hoy es el día en que se disputa la prueba de velocidad en los Juegos Olímpicos. Pero así es, y allí estarán Ion Izaguirre y Jonathan Castroviejo para defender el orgullo patrio.

No son favoritos para ganar, y habría que ser muy optimistas para colocarlos entre los principales señalados para subir al podio. Pero tanto Izaguirre como Castroviejo han mejorado ostensiblemente sobre la 'cabra' y sus últimos resultados corroboran el no tan disimulado optimismo del seleccionador nacional, Javier Mínguez, en las posibilidades de sus chicos. "Yo los veo bien, pero con que haya tres mejores, nos han jodido", dijo muy sinceramente en una charla con El Confidencial antes del comienzo de la competición ciclista olímpica. Izaguirre es actual campeón de España, mientras que Castroviejo estuvo a punto de cazar una medalla en los Mundiales de Richmond. Son resultados como para ser optimistas.

Foto: Greg van Avermaet celebra su victoria en Río (Paul Hanna/Reuters).

Es una realidad esa de la que habla Mínguez. Parece una obviedad, y quizá lo es. Pero es la complicación que tiene participar en cualquiera de las pruebas de ciclismo en carretera. Es improbable alcanzar un puesto que obtenga un reconocimiento, puesto que solo tres reciben medalla y otros cinco obtienen diploma. Pero ¿qué es un diploma en comparación con una 'chapa'? Se valora como un detalle en algunas ocasiones, como si no fuera complicado conseguirlo. "El diploma está poco valorado aquí y en cualquier deporte. Diplomas olímpicos tenemos la tira", reconoce Mínguez.

Teniendo en cuenta que corriendo junto a Izaguirre y Castroviejo estarán algunos de los mejores ciclistas del mundo contra el cronómetro, las posibilidades de lograr esa medalla que alegre el viaje a Río a la delegación española de ciclismo se ven reducidas. Para empezar, está el gran favorito, Tom Dumoulin, que sí que es cierto que acabó el Tour con una dura caída, pero está mentalizadísimo para esta carrera. No lo disimuló en la prueba de ruta, cuando se retiró poco después de empezar solo para poder correr la contrarreloj. Sería una sorpresa que al menos no cazase un metal. "Y probablemente esté Froome peleando con él", augura Mínguez. Imposible olvidar al gran especialista Tony Martin, como al campeón del mundo y abanderado bielorruso Vasil Kirienka. La dificultad es evidente, pero el reto motiva.

Durante los años noventa, España disponía de dos corredores que formaban parte de la élite mundial en lo que a luchar contra el cronómetro se refiere. Uno de ellos era Miguel Indurain, que era prácticamente perfecto en todas las disciplinas, pero cuando le ponían a pelearse con el tiempo, lo dejaba destrozado en el suelo pidiendo clemencia. El otro era Abraham Olano, que vistió los dos maillots arcoíris y que se colgó una plata en Atlanta para acompañar en lo alto del podio a Miguelón. Desde aquel tiempo dorado, la especialización de los corredores españoles se alejó de las ruedas ventriculares y se centró en el fondo y en la velocidad. Nos acostumbramos a ganar grandes con Contador y Mundiales con Freire y nos olvidamos del crono.

Chris Froome Javier Mínguez
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