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Anécdotas de la antorcha olímpica en su disparatado viaje a Río
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Anécdotas de la antorcha olímpica en su disparatado viaje a Río

Hasta el próximo 5 de agosto recorrerá 20.000 kilómetros por tierra, 329 ciudades y pasará por las manos de 12.000 portadores. Serán 95 días de caminata

Foto: Imagen de la llama olímpica (EFE)
Imagen de la llama olímpica (EFE)

La antorcha olímpica es un símbolo y, como todo los símbolos, tiene una historia repleta de anécdotas curiosas y a veces incluso hilarantes. Nadie olvidará la pedida de mano que el británico David State, uno de los portadores de Londres 2012, hizo a su novia en Marske-by-Sea. En Melbourne (1956) Ron Clarke se quedó con la ropa chamuscada tras encender la llama olímpica y resultó herido en la mano derecha por un problema con el combustible, aunque su participación en la competición no peligró. En Montreal (1976) una tormenta apagó la llama olímpica. Y en la ceremonia inaugural de Atenas (2004) Nikolaos Kaklamanakis tuvo que sustituir a Konstantinos Kenteris, que se dio a la fuga para no pasar un control antidopaje.

El recorrido de la antorcha por Brasil está siendo un reflejo del momento convulso que se vive en el país tropical. Los tropiezos comenzaron el 22 de abril durante el encendido en Atenas. Casi en paralelo, en Río de Janeiro se produjo un suceso tan grave y aparatoso que podría parecer un chiste macabro de un guionista cabreado. Mientras el alcalde de Río, Eduardo Paes, participaba de la emblemática ceremonia olímpica en Grecia, en la ‘Cidade Maravilhosa’ se despeñaba la obra estrella de los Juegos Olímpicos y el único legado que este evento va a dejar a la ciudad: el carril bici Tim Maia con vistas privilegiadas al litoral carioca. Una combinación de estructura precaria, obra mal realizada a pesar de los sobrecostes y la fuerte embestida de olas gigantescas causaron dos muertos, un desaparecido y tres hospitalizados.

Por cierto, vale la pena recordar que Dilma Rousseff no participó en la ceremonia. La entonces todavía presidenta de Brasil tuvo que cancelar su viaje a Grecia para preparar su defensa contra el proceso de 'impeachment', que fue aprobado por el Parlamento el pasado 17 de abril.

Una caminata de 95 días

La antorcha llegó a Brasil el pasado 3 de mayo en medio de una tremenda crisis económica y política, a tan solo 11 días de la fatídica votación en el Senado que ratificó la decisión de la Cámara de alejar del poder a Rousseff, reelegida en 2014 con 54 millones de votos. Desde entonces, la antorcha está viajando por este inmenso país continental habitado por 200 millones de personas. Hasta el próximo 5 de agosto recorrerá 20.000 kilómetros por tierra, 329 ciudades y pasará por las manos de 12.000 portadores. En total, serán 95 días de caminata en los que no faltan las anécdotas y las polémicas.

La más sonada ha sido la muerte de Juma, el jaguar encargado de velar el paso de la antorcha olímpica en Manaus, capital del Estado de Amazonas. El pasado 22 de junio el jaguar, un animal protegido al estar en peligro de extinción, murió bajo una lluvia de tiros tras atacar a un soldado al final de la ceremonia. Los militares lanzaron tranquilizantes contra el jaguar, pero no pudieron contenerlo y optaron por abatir el felino. El episodio ha generado una ola de protestas en Brasil e incluso una petición en la plataforma Change.org para evitar que episodios parecidos se repitan en el futuro. “El animal fue sacado de su hábitat natural para servir de imagen de los patéticos Juegos Olímpicos que sólo generan pérdidas a Brasil”, destaca el impulsor de la iniciativa, que denuncia “una actitud irresponsable que se cobró la vida de un animal inocente”.

Las ácidas redes sociales

No ha sido el único incidente que ha enfurecido a los animalistas. En Amazonas, un delfín rosa acompañó al pescador Davi Souza, de 48 años, que nadó con la antorcha el mismo día en que el jaguar fue abatido. La imagen ha causado cólera entre los internautas. “¿No os cansáis de dar vergüenza?”, “¿Por qué tenían que atormentar a un delfín para que forme parte del circo? Es mucha falta de preparación?” y “El delfín también ha muerto?”, han sido algunos de los ácidos comentarios en las redes sociales. El Comité de Río 2106 se ha visto obligado a disculparse públicamente: “Nos equivocamos al permitir que la antorcha olímpica, símbolo de paz y de unión entre los pueblos, fuese exhibida al lado de un animal salvaje atado con cadenas. Esta escena contradice nuestras creencias y valores. Estamos muy tristes con el desenlace después del pasaje de la antorcha. Garantizamos que no habrá otras situaciones parecidas en los Juegos de Río 2016”.

Por suerte, el periplo de la antorcha por tierras brasileñas también ha estado marcado por acontecimientos alegres, que demuestran el amor de este pueblo por sus ritmos tradicionales. En Caruaru, en el Estado de Pernambuco, el cirio olímpico ha sido recibido al ritmo del forró ‘Vida de viajante’ del famoso cantante Luiz Gonzaga. En el vídeo se aprecia el entusiasmo de decenas de militares, que corean esta conocidísima canción.

La escoba de doña Irene

En Olinda (Pernambuco) el portador ha cruzado las calles inundadas por las lluvias torrenciales, mostrando el tremendo drama que viven miles de ciudadanos por las crecidas cíclicas. La imagen resultaría cómica si no fuese trágica. El suceso se ha convertido rápidamente en un chiste en las redes sociales de Brasil, un país conocido por su proverbial sentido del humor.

Pero el Óscar a la mejor actuación olímpica se lo lleva doña Irene, que en Mossoró, en el Estado de Río Grande do Norte, no ha resistido a la seducción de la llama y se ha acercado a la antorcha para encender su escoba. Su peculiar hazaña ha sido inmortalizada por un videoaficionado y la mujer ha sido invitada a varios platós de televisión para explicar el por qué de su original iniciativa. Mientras tanto, las redes sociales se han llenado de imágenes de fans que encienden escobas con el mechero.

Tres detenidos

En el extremo opuesto, tres personas han sido detenidas tras intentar apagar la sagrada llama olímpica. El caso más mediático se registró en Maracaju, en el Estado de Mato Grosso do Sul, donde un joven lanzó un cubo de agua contra la antorcha, aunque sin acertar. En Cascavel (Paraná) otro joven utilizó un extintor y en Maringá (Paraná) una mujer se sirvió de una pancarta reivindicativa en la que podía leerse “Fora Temer”, una invitación al presidente interino a dejar su cargo.

Por lo pronto, un grupo de internautas traviesos ha creado un evento en Facebook llamado ‘Vamos a apagar la antorcha’. En él, postan información crítica sobre los JJ OO y proponen en un vídeo divertido, y al mismo tiempo reivindicativo, el uso de armas de destrucción masiva para apagar este símbolo olímpico: 50 pistolas de agua.

La antorcha olímpica es un símbolo y, como todo los símbolos, tiene una historia repleta de anécdotas curiosas y a veces incluso hilarantes. Nadie olvidará la pedida de mano que el británico David State, uno de los portadores de Londres 2012, hizo a su novia en Marske-by-Sea. En Melbourne (1956) Ron Clarke se quedó con la ropa chamuscada tras encender la llama olímpica y resultó herido en la mano derecha por un problema con el combustible, aunque su participación en la competición no peligró. En Montreal (1976) una tormenta apagó la llama olímpica. Y en la ceremonia inaugural de Atenas (2004) Nikolaos Kaklamanakis tuvo que sustituir a Konstantinos Kenteris, que se dio a la fuga para no pasar un control antidopaje.

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