"La IAAF ha hecho justicia; no competíamos todas en las mismas condiciones"

El veto del atletismo a Rusia para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro es un tsunami de amplias proporciones. La tradición atlética del gigante es inmensa, uno de los equipos más laureados de la historia que compiten año tras años con los Estados Unidos por el medallero en las pruebas del estadio. En esta ocasión no habrá discusión, salvo sorpresa el próximo martes, cuando el COI tiene previsto reunirse para evaluar de nuevo la cuestión, no habrá rusos en el tartán.

En los Mundiales de 2015, los del año pasado, ya tuvieron problemas los rusos para conseguir medallas. Ya pesaba sobre ellos las sospechas de dopaje y los resultados se redujeron drásticamente. Para observar el potencial que tiene Rusia en este deporte es conveniente viajar un poco más atrás, a los Mundiales de 2013, cuando fueron los más laureados con siete oros y los segundos en número de medallas, con 17 medallas, solo superados por los Estados Unidos.

La decisión es drástica, y en el CSD saben que este tipo de cuestiones tienen consecuencias en lo deportivo. En la presentación de expectativas que hicieron hace unas semanas señalaron que las opciones de medalla españolas podían acrecentarse o disminuir por muy diversas circunstancias y, entre las nombradas, estuvo que se mantuviese el veto a la Federación Rusa, un extremo ahora confirmado. Distintos comités olímpicos, como el alemán o el estadounidense, y la Agencia Mundial Anridopaje han aplaudido la firmeza de la IAAF en esta ocasión.

Todas en las mismas condiciones

Una de las disciplinas en la que los rusos han demostrado más pericia a lo largo es la marcha. A lo largo de la historia muchas han sido las medallas en esa disciplina que han ido a parar a atletas del país, muy duchos en la técnica. Raquel González, que representará a España en los 20 kilómetros en Río de Janeiro, era taxativa al valorar la cuestión. "Se hace justicia. Ahora iremos todas con las mismas condiciones, que visto lo visto parece que no íbamos todas igual", explica a este periódico la marchadora española.

La decisión de la IAAF es muy dura, pero la institución necesitaba algo así. Sobre el organismo internacional pesa la sospecha de haber estado tapando durante años el dopaje sistemático en algunas de las potencias más relevantes del atletismo. El anterior presidente, Lamine Diack, es hoy considerado uno de los peores de siempre por su persimividad en estas cuestiones. Por eso su sucesor, Seb Coe, ha decidido ser más duro y demostrar que desde las instituciones atléticas no van a permitir las prácticas tristemente extendidas en las últimas décadas en el atletismo.