Mireia Belmonte capitanea los ‘Juegos Olímpicos de las mujeres’

Fue quien abría la veda y marcó la pauta de lo que iban a ser estos Juegos Olímpicos de Londres. Mireia Belmonte inauguró el medallero de la delegación española con una sensacional plata en los 200 metros mariposa. Una carrera llena de tensión y emoción, donde la española tan sólo se vio superada por la gran favorita, la china Li. Era el preludio de una serie de conquistas, donde las mujeres de nuestro país se iban a erigir en las grandes protagonistas.

Así, Maialen Chourraut cogía el relevo para mantener a buen recaudo la segunda pieza de la colección. Una presea de bronce muy sufrida, ya que hubo que esperar hasta el último momento para certificarla. La guipuzcoana era tercera a falta de que compitiera la última palista, la gran favorita, la checa Stepanka Hilgertova, a quien le pudo la presión y cedió en su bajada ante la portentosa actuación de la española. Pero Mireia estaba empeñada en ser la reina de estos Juegos, y un día después se lanzaba a la piscina para competir en los 800 metros libres. Una nueva carrera memorable de la badalonesa, con remontada épica incluida, nos llevaba a la tercera medalla, otra de plata.

Tras un pequeño paréntesis, con el segundo puesto del gran Javi Gómez Noya, las chicas retomaban el bastón de mando. Marina Alabau, oro en la modalidad de RS:X de vela, y el dúo de la sincronizada formado por Andrea Fuentes y Ona Carbonell, que se colgó una meritoria plata, nos demostraban que las mujeres iban a estar de moda durante esta cita olímpica en la capital británica. Ya teníamos seis medallas a buen recaudo y aún restaba una semana de competición por delante.

El taekwondo y la lucha iban a convertirse en las próximas alegrías. Así, Brigitte Yagüe, en la primera disciplina, y Maider Unda, en la segunda, inscribían su nombre en la historia del deporte español con una plata y un bronce, respectivamente. Lo hacían a base de un tesón, una constancia y un trabajo en la sombra que años después tenían su recompensa en forma de gloria olímpica, lo máximo a lo que puede aspirar cualquier deportista. Las cosas ya se enderezaban por completo para la delegación española, alcanzábamos los dos dígitos en el número de medallas (sumando las de David Cal y Joel García en piragüismo y taekwondo).

Y el broche de oro a esta ‘revolución de las mujeres’ lo iban a poner los equipos. Las chicas del waterpolo y las de balonmano, en su primera participación en unos Juegos, se subían al podio. Las de Miki Oca lo hacían en el segundo escalón y las de Jorge Dueñas en el tercero. Pero lo mejor estaba aún por llegar, en vela. Sofía Toro, Tamara Echegoyen y Ángela Pumariega hicieron sonar el himno nacional en la bahía de Weymouth para poner la carne de gallina a todos los españoles. No se podía cerrar de mejor manera el sorprendente crecimiento del deporte femenino en nuestro país (y lo rubricaba, para el conjunto del deporte español, el baloncesto masculino, con un partido de antología en la jornada de clausura).

Han sido diecisiete medallas, de las cuales once han tenido el protagonismo de las mujeres, algo que contrasta con lo conseguido hace cuatro años en Pekín. Allí fue una medalla más, 18, pero tan sólo cuatro fueron conquistadas por las chicas. La evolución de nuestro deporte en este sentido ha sido patente y, según el presidente del Consejo Superior de Deportes, Miguel Cardenal, “esto se debe al éxito de la política de igualdad de género que se viene llevando a cabo en España”. La duda que nos queda es qué será de este ‘subidón’ a partir de ahora. Las subvenciones se van a ver sensiblemente reducidas, las empresas colaboradoras con el deporte van a ir quedándose en el camino como consecuencia de la crisis… Sería una verdadera pena perder el tirón que las nuestras han tenido en Londres.