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Del pis de Lochte al juez que no le quiso regalar el testigo del relevo a Usain Bolt
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EL PERFECTO ORDEN DE LOS JUEGOS A VECES SALTA POR LOS AIRES

Del pis de Lochte al juez que no le quiso regalar el testigo del relevo a Usain Bolt

Los Juegos Olímpicos son una maquinaria perfecta o casi. En ocasiones, las normas, esas estrictas leyes no escritas, pero que gobiernan en exceso a atletas y

Foto: Del pis de Lochte al juez que no le quiso regalar el testigo del relevo a Usain Bolt
Del pis de Lochte al juez que no le quiso regalar el testigo del relevo a Usain Bolt

Los Juegos Olímpicos son una maquinaria perfecta o casi. En ocasiones, las normas, esas estrictas leyes no escritas, pero que gobiernan en exceso a atletas y demás integrantes de este excelso y único muestrario de estrellas que son los Juegos, se intenan imponer, dejando la lógica, que lo natural o que el sentido común imperen en algunas decisiones. Está claro que uno, por muy estrella que sea no puede imponer sus normas, bueno a los jugadores de la NBA les han permitido cosas que a otros no, pero hay momentos en donde el estricto juez debe dar un paso atrás, recapacitar y ceder.

La imagen más curiosa en ese aspecto tuvo lugar en la noche del sábado, con la última prueba ya celebrada. Bolt corría celebrando el oro y el nuevo récord del mundo cuando primero una juez corrió a por él a quitarle el testigo. Nada, el jamaicano a lo suyo. Cinco minutos después, ya era el jefe de los jueces el que insistía e insistía en que devolviera la posta. Bolt no quería. Igual el juez le amenazaba con quitarle la medalla. Todo el estadio condenó la actuación. "La quería tener en mi casa. Nada más", asegura el velocista.

Hay otro tipo de accidentes o momentos que marcan unos Juegos. Los de Londres pasarán a la historia por su perfecta organización, por los tortuosos desplazamientos y por el apagón de la llama más oculta de la historia de los Juegos. En el traslado a un lado del estadio, la llama tuvo que ser apagada, algo novedoso en el desarrollo de unos Juegos. Además, la llama no ha sido visto desde el exterior desde que se inauguraron. El soso pebetero solo lucía en el interior del estadio.

El pis de Lochte en la piscina, el cambio de bragas de una atleta en plena pista o la pérdida de las llaves de Wembley son otras de las anécdotas en las que España también participa y de manera desagradable con el asunto Mullera. Y es que, lo queramos o no, no es muy normal que un atleta no sepa si participa o no hasta la noche antes, y menos aún que no tenga la ropa hasta el mismo día de la prueba.

Los Juegos Olímpicos son una maquinaria perfecta o casi. En ocasiones, las normas, esas estrictas leyes no escritas, pero que gobiernan en exceso a atletas y demás integrantes de este excelso y único muestrario de estrellas que son los Juegos, se intenan imponer, dejando la lógica, que lo natural o que el sentido común imperen en algunas decisiones. Está claro que uno, por muy estrella que sea no puede imponer sus normas, bueno a los jugadores de la NBA les han permitido cosas que a otros no, pero hay momentos en donde el estricto juez debe dar un paso atrás, recapacitar y ceder.