El campo de golf más peculiar del planeta mide 1.300 kilómetros y está lleno de camioneros
Nullarbor Links no se juega de un tirón. De hecho, ni siquiera se juega andando. Para pasar de un hoyo a otro hay que recorrer una media de 66 kilómetros
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F22f%2F9be%2F78d%2F22f9be78db10d639d229f1d03c9fd453.jpg)
Jugar al golf mientras conduces 1.300 kilómetros por el desierto australiano, esquivas canguros y compartes parada con camioneros hambrientos. Así es la experiencia en Nullarbor Links, el campo más largo del mundo y, probablemente, el más peculiar. Se extiende desde Kalgoorlie, en Australia Occidental, hasta Ceduna, en Australia del Sur, atravesando una llanura árida donde casi no hay árboles… pero sí hoyos.
El recorrido incluye 18 hoyos distribuidos a lo largo de 1.365 kilómetros junto a la Eyre Highway, la interminable carretera que conecta ambos estados. Cada hoyo está ubicado en un campo ya existente o en gasolineras, hoteles de carretera y paradores remotos. Algunos tienen greens de arena, otros de césped artificial y, si tienes suerte, podrás pegar un drive con wombats y canguros observando desde la banda.
El campo fue ideado en una noche de vino y ocurrencias por dos australianos del interior: Alf Caputo, un experto en marketing, y Bob Bongiorno, gerente de un hotel de carretera. Su objetivo era tan excéntrico como efectivo: hacer más ameno el trayecto para conductores y turistas, frenar la velocidad en carretera y dar vida a una zona despoblada. Lo lograron. Hoy, miles de golfistas recorren la ruta durante cinco o seis días, con tarjeta en mano y palos al maletero.
Nullarbor Links no se juega de un tirón. De hecho, ni siquiera se juega andando. Para pasar de un hoyo a otro hay que recorrer una media de 66 kilómetros. Hay tramos donde el siguiente tee está a casi 200 kilómetros, así que lo habitual es que el golfista sea también conductor. El ambiente, en muchos puntos, recuerda más a una gasolinera de película del desierto que a un club de campo.
Cada jugador debe comprar una tarjeta oficial en los puntos de inicio o fin del recorrido (Kalgoorlie o Ceduna), por unos 70 dólares australianos. Al terminar los 18 hoyos y entregar la tarjeta sellada, se obtiene un diploma que certifica la hazaña. Y no es poca cosa: implica haber cruzado uno de los paisajes más áridos y deshabitados del planeta, donde no abundan ni los árboles ni los búnkeres… pero sí las anécdotas.
Entre los hoyos hay referencias a historias de la zona, como la del caballo que encontró oro o la caída de un satélite de la NASA. Las leyendas del outback se mezclan con un golf muy poco ortodoxo, jugado en terrenos de tierra, fairways improvisados y tees de moqueta. Nada de greenkeepers ni clubes privados: aquí el golf se practica al estilo australiano más puro.
Aunque parezca una locura, el Nullarbor Links se ha convertido en una parada obligatoria para los amantes del golf extremo. Y también para muchos camioneros que aprovechan su descanso en la ruta para dar unos golpes y estirar las piernas. Porque si hay un lugar donde el golf y los camiones se encuentran, es este: el campo más largo y solitario del mundo.
Jugar al golf mientras conduces 1.300 kilómetros por el desierto australiano, esquivas canguros y compartes parada con camioneros hambrientos. Así es la experiencia en Nullarbor Links, el campo más largo del mundo y, probablemente, el más peculiar. Se extiende desde Kalgoorlie, en Australia Occidental, hasta Ceduna, en Australia del Sur, atravesando una llanura árida donde casi no hay árboles… pero sí hoyos.