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"Su fuego es incomparable". Sergio García, el 'capitán' que remontó su año con la Ryder
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"Su fuego es incomparable". Sergio García, el 'capitán' que remontó su año con la Ryder

Sergio García se ha convertido en el jugador con más puntos en la Ryder Cup. Para llegar a ello, su capitán, Thomas Bjorn, tuvo que silenciar las voces que le pedían que no le llevase

Foto: Sergio García y Thomas Bjorn celebran la victoria. (Reuters)
Sergio García y Thomas Bjorn celebran la victoria. (Reuters)

En la ceremonia final, y como es tradición, el trofeo que distingue al campeón de la Ryder Cup fue entregado al capitán, que en este caso era Thomas Bjorn. El danés besó el metal, lo mostró al mundo y, acto seguido, con total naturalidad, se lo dio a Sergio García. No existía otra opción en realidad, el español es el 'primus inter pares' del golf europeo, son todos iguales, sí, pero él está en la cima del reconocimiento. Es improbable que sea el mejor jugador, ahí están Rose o McIlroy. Y tampoco ha sido el más valioso deportivamente este finde, un papel fácilmente atribuible a Molinari. Pero tiene talento y experiencia. Y el carácter perfecto para ser un referente en una competición que no se compara con las demás.

"Su fuego, su pasión por la Ryder, son incomparables". Lo contaba Rory McIlroy, compañero en la jornada del sábado, al ser preguntado por lo que supone jugar con Sergio. "Es bastante infeccioso", abundaba el norirlandés, que desde hace años sabe lo que significa esta competición para su compañero. "Siempre estuvo tan afinado... Yo no jugé lo mejor posible, pero cada vez que fallaba, en todos los tiros malos, le tenía junto a mi hombro, animándome. Escuchar algo así de alguien como él es genial". La definición de McIlroy, para cualquiera que sepa un poco de este deporte, es la del perfecto capitán. Algún día lo será.

Foto: Jon Rahm celebra un punto. (Reuters)

"En la noche del sábado, cuando vayamos cuatro puntos por encima, Sergio es el que se levantará y le dirá a la gente: 'Esto no está ganado'. Para ganar, necesitamos personalidades así". La frase es de Thomas Bjorn, capitán reivindicado ahora con unas elecciones no sencillas pero claramente acertadas. El caso es que esa declaración llegó antes de que comenzase el campeonato y ¿que ocurrió después?, pues que Europa se fue al domingo con cuatro puntos de ventaja, cumpliendo la hipótesis previa del danés. Y, por supuesto, ocurrió la profecía, Sergio se comportó como el líder natural de este equipo que es.

placeholder Los europeos celebran su victoria con Sergio a la cabeza. (EFE)
Los europeos celebran su victoria con Sergio a la cabeza. (EFE)

Dejar atrás el mal humor

No dudó ni un minuto Bjorn en seleccionarle, en buena parte porque él había convivido previamente en seis Ryders con García. Primero como compañeros, luego cuando el danés fue vicecapitán. Le había visto tantas veces, siempre a un nivel altísimo y con un nivel de emotividad máximo, que no le importó en absoluto que Sergio estuviese en un mal momento. Que lo estaba. Se ha pasado unos meses jugando mal al golf y su desencanto con los palos ha sido visible en otras partes de su vida. Ha sido grosero en alguna ocasión, lejos del comportamiento que se espera de alguien de su experiencia. Esa desesperación, que estaba ahí, se evaporó en el avión que iba a París. No solo no ha habido un mal gesto en toda la semana, es que se ha comportado como un grande. Dentro y fuera. "No lloro normalmente, pero no me he podido contener. Qué semana. Ha sido un año duro, pero he luchado mucho", explicaba García cuando ya todo había terminado.

Bjorn sabe lo que es esa convivencia, uno de los motivos por los que la Ryder es tan especial. El golf tiene mucho de soledad, el circuito son viajes y, aunque entre hoyo y hoyo hablan con el 'caddie', nadie es capaz realmente de meterse en la piel de un jugador de ese nivel. Salvo, por supuesto, otro que sea igual. Cuando García susurra a McIlroy, no solo le dice que se tranquilice, o que el siguiente será mejor, frases a las que podríamos llegar todos de una manera u otra. Es mucho más que eso, porque quien se lo dice ha pasado por esas mismas sensaciones, ha sufrido, ha vencido y ha fallado tantos 'putts' como ha metido. Los golfistas entienden bien esa camaradería, que en las frases que regala Sergio no hay impostura sino mucha verdad. Qué le vas a contar a él, que ya ha pasado por eso antes.

Más que Nick Faldo

Por todo lo que no se ve, pero se intuye, Bjorn no dudó. Y acertó. Las críticas, que fueron muchas, ahora parecen un poco ridículas, vindicados como están ambos por el calor de la victoria. El danés entendió que en las habitaciones del hotel necesitaba alguien que mirase a los ojos a sus compañeros y que apuntalase su discurso, y sabía, como todos saben, que nadie mejor que García para esa misión. Al fin y al cabo, este domingo se convirtió en el jugador que más puntos ha ganado en la historia de la Ryder, 25 y medio. Superaba así a un tótem del golf universal como es Nick Faldo.

Le preguntaron al respecto sobre ese dato, que es enorme, y él echó balones fuera. Que estaba bien y era feliz por ello, pero sobre todo que lo importante es el equipo, la victoria, Europa, los compañeros, y que no importan los individuos, vino a decir. Suena a tópico, es cierto, pero viendo su comportamiento en la competición, tiene todo el sentido. El golf es de naturaleza egoísta, pero al de Castellón siempre le resultó muy placentero formar parte del conjunto, ser un miembro con una misión mayor. Decir que es el mejor jugador de la historia de la Ryder no es sobreactuar.

placeholder Rahm y Sergio. (EFE)
Rahm y Sergio. (EFE)

Aprender de los mejores

Sergio García ha pasado por todas las fases posibles en su carrera como jugador y en su relación con la competición intercontinental. En 1999, cuando debutó, era un niño de 19 años, el más joven de todos los participantes y uno de los más jóvenes de la historia de la competición. Sergio, que hoy tiene 38 años, es uno de los más precoces talentos que ha visto el golf, así que no es de extrañar que desde muy pronto fuese llamado a filas por los capitanes europeos. En esos días, el español iba a aprender más que otra cosa. De Olazabal o de Montgomerie, que llevaban la voz cantante en el equipo. De ellos aprendió y hoy, mayor de lo que eran ellos en aquel momento, emula sus comportamientos. No siempre es sencillo, el golf tiene mucho de sobriedad y no es difícil pasarse de rosca. Encontrar el tono es algo que necesitan todos los que, como él, están llamados a pastorear a sus compañeros.

Foto: Sergio García celebra un punto en la Ryder. (Reuters)

Un total de 19 años después, todo es diferente. Se pasó mucho tiempo con la vitola de ese enorme jugador que no gana una Ryder, tuvo años excelentes y otros muy por debajo de lo que se esperaba de él. Ha tenido tantos cambios en su juego y en su vida que a estas alturas son difíciles casi de recordar. Siempre, en todo caso, fue yendo al evento. Incluso en 2010, semi retirado como estaba tratando de buscar su mejor versión, acudió a la llamada de Montgomerie para ser vicecapitán, el más joven de cuantos fueron seleccionados.

Algún día será capitán, de eso no cabe duda. Es el final probable de todos los jugadores que han hecho historia en la competición. Cuando le toque, el traje le resultará familiar. Porque de algún modo ya lo ha usado. Y lo conoce como nadie. "El capitán tiene que asegurarse de que todos los jugadores se diviertan durante la semana, tiene que satisfacer las necesidades de los jugadores, ellos solo se tienen que preocupar por hacer buenos tiros. El capitán tiene importantes decisiones en las parejas y en el orden del último día. Hay muchas cosas de las que preocuparse en bambalinas". La definición, canónica, es del Sergio del pasado. Concretamente del García de 2010. En aquel momento, ya era destacado como uno de los grandes de la Ryder. Ocho años después, esa sensación no ha hecho más que crecer.

En la ceremonia final, y como es tradición, el trofeo que distingue al campeón de la Ryder Cup fue entregado al capitán, que en este caso era Thomas Bjorn. El danés besó el metal, lo mostró al mundo y, acto seguido, con total naturalidad, se lo dio a Sergio García. No existía otra opción en realidad, el español es el 'primus inter pares' del golf europeo, son todos iguales, sí, pero él está en la cima del reconocimiento. Es improbable que sea el mejor jugador, ahí están Rose o McIlroy. Y tampoco ha sido el más valioso deportivamente este finde, un papel fácilmente atribuible a Molinari. Pero tiene talento y experiencia. Y el carácter perfecto para ser un referente en una competición que no se compara con las demás.

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