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Sergio García o por qué una chaqueta verde te proporciona una afición que no existía
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Sergio García o por qué una chaqueta verde te proporciona una afición que no existía

El golfista, ahora campeón, dice que la vida sigue igual y que nada ha cambiado por haber logrado el mayor éxito de su carrera. Sus rivales creen que ahora la gente le quiere mucho más

Foto: Sergio García, en Erin. (EFE)
Sergio García, en Erin. (EFE)

El campeón, que ahora lo es, evita la pregunta. ¿Ves algún cambio desde el Masters de Augusta? "A decir verdad, no". Sergio García pasó en una sola tarde de ser un jugador asociado al infortunio a otro perfil, completamente diferente. Ahora le miran con envidia sus compañeros, o por lo menos esa abrumadora mayoría de compañeros que no han ganado ni, probablemente, ganarán jamás un grande. Sergio García consiguió en Georgia, en solo cuatro días, darle la vuelta a la tortilla. Ahora llega el Us Open, el segundo grande de la temporada, y la vida suena diferente.

Basta decir que su nombre ahora se asocia a algo completamente diferente. Algunos, incluso, lo han adoptado para definir a ese jugador con clase de grande pero que tarda en colmar las expectativas. Responde Lee Westwood, talentoso británico, perfectamente a esa descripción. Cuando es preguntado sobre el tema, no cree que nada haya cambiado por la victoria de Sergio. "En el pasado yo ya pensaba que puedo ganar un grande, que gente como Sergio lo consiga no me cambia nada", explica a sus 44 años y después de haber quedado seis veces entre los tres primeros. No quiere dejarse llevar por el pasado reciente, pero es cierto que una victoria como la de Sergio cambia un poco el paradigma. Ahora ya no solo hay candidatos en forma de jóvenes pegadores, el golf siempre nos recuerda que la edad importa menos que las sensaciones.

Desde que ganó la chaqueta verde Sergio ha seguido jugando, aunque él mismo reconoce que estas semanas no ha alcanzado el nivel al que puede llegar. "He fallado un poco con el compromiso estas últimas semanas, no tenía tanta voluntad como en el Masters", afirma el de Borriol en algo que no deja de responder a la lógica más básica: después de una gran victoria llega un tiempo de ligero esparcimiento. "Tengo que recuperarme y cerciorarme de que llego al primer hoyo completamente enfocado", explica el español.

Y es que, claro, se ha pasado unas semanas siendo un hombre nuevo. "Me siento aún más apoyado que en el pasado, si eso es posible", cuenta el español. "Desde el Masters ha sido muy divertido, es muy divertido salir al campo y ver como la gente te anima tan fuerte", dice Sergio. Han sido semanas de homenajes, de pasear la chaqueta verde, incluso de llevarla para hacer el saque de honor en el estadio Santiago Bernabéu, algo siempre especial para un madridista de cuna.

"De petulante a favorito de la gente"

Ese cariño renovado es especialmente importante para un jugador que no siempre se ha sentido bien tratado. "De petulante a favorito de la gente", titula una pieza el Milwaukee Journal Sentinel, el periódico principal de la ciudad de Wisconsin en la que se disputa el US Open. Porque en el pasado hay episodios feos en la carrera de Sergio, acusaciones de racismo incluidas, también momentos de antagonismo con Tiger Woods, que era con mucho el favorito del público. Lo que cambian las cosas.

"Ha demostrado que tiene el poder de superar todo ese ruido, cuando parece que el mundo está en tu contra y llevar la carga que tiene eso en los torneos más importantes. Fue fenomenal", dice Jordan Spieth, también ganador de grande y uno de los favoritos para ganar el US Open que esta semana se disputa en un campo público de Erin, Wisconsin.

Incluso Justin Rose, que perdió con Sergio el play-off para ser campeón en Augusta, siente cierta empatía por El Niño y su victoria. "Ya sabes, es muy bueno para él, con frecuencia sentía que no tenía el suficiente apoyo, que no se le trataba del todo bien aquí en Estados Unidos. Es alentador ver como la gente ahora sí está con él, creo que ellos se han dado cuenta de que ha pagado sus deudas", explica el inglés, también entre el puñado de aspirantes a llevarse el segundo grande de la temporada.

"Yo le estaba animando a él en el final de la partida, quería ver si podía finalmente podía hacerlo. Creo que casi todo el mundo del golf quería también, le han ganado muchas veces antes, en otras ocasiones no ha sido capaz de sobresalir él, fue muy bueno ver que finalmente podía hacerlo", cuenta Steve Stricker, otro de los golfistas más importantes del circuito.

La remota opción del Grand Slam

Por cierto, esto de ser campeón del Masters de Augusta convierte a Sergio García en el único ser humano que puede completar el Grand Slam en este 2017. Difícil proceso, claro, solo lo ha logrado Bobby Jones en 1930. Cuando se le pregunta, El Niño ríe: "Supongo que quien gana el Masters cada año tiene el potencial para hacerlo, es algo divertido tener la posibilidad, pero todos sabemos lo complicado que es. Todo lo que puedo hacer esta semana es jugar lo mejor posible y con suerte el domingo podremos seguir teniendo esta conversación".

Queda mucho para el simple planteamiento. De momento, eso sí, ya tiene el 'know how' de cómo se gana un grande. "Pero digo lo mismo que dije antes del Mastes, la única cosa que puedo hacer es ponerme en la situación de ganar tantas veces como sea posible y, de hacerlo así, quizá pueda recuperar las sensaciones de ese domingo en Augusta y eso me da un poco más de ventaja en esta situación", zanja Sergio García.

Para ello tendrá que navegar por un campo nuevo, más caro de lo que estaba previsto, desconocido para todos. Las calles son anchas y hay cierto miedo de que sea demasiado sencillo y desluzca la jugada. Si hay viento ese problema se mitiga, entre otras cosas porque el 'rough' es una hierba altísima que casi imposibilita cualquier opción para recuperar la bola.

Ya no hay temblores en las manos. Ya no hay pensamientos negativos que le ofusquen. Ahora es un gran campeón. Sergio García no es el mismo de siempre. Aunque él no se haya dado cuenta.

El campeón, que ahora lo es, evita la pregunta. ¿Ves algún cambio desde el Masters de Augusta? "A decir verdad, no". Sergio García pasó en una sola tarde de ser un jugador asociado al infortunio a otro perfil, completamente diferente. Ahora le miran con envidia sus compañeros, o por lo menos esa abrumadora mayoría de compañeros que no han ganado ni, probablemente, ganarán jamás un grande. Sergio García consiguió en Georgia, en solo cuatro días, darle la vuelta a la tortilla. Ahora llega el Us Open, el segundo grande de la temporada, y la vida suena diferente.

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