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El milagro de Jason Day: se coloca líder del US Open tras desvanecerse en el campo
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EMPATADO CON JOHNSON, SPIETH Y GRACE

El milagro de Jason Day: se coloca líder del US Open tras desvanecerse en el campo

El golfista australiano Jason Day protagonizó la tercera jornada del US Open, al conseguir nada menos que cinco birdies en los últimos nueve hoyos para acabar con cuatro bajo el par en la tercera jornada

Foto: Day, en el momento de desvanecerse en el campo.
Day, en el momento de desvanecerse en el campo.

Cuanto más ruido y polvareda han levantado las críticas sobre la preparación de Chambers Bay, más altas han sido las risas que se escuchaban en el despacho del presidente de la USGA. Mike Davis tiene el US Open exactamente en el punto que quería. La USGA quiere épica, la persigue y la encuentra. Seguramente hay cosas que no se han hecho bien, aprenderán y cambiarán, pero mientras, la tercera jornada del US Open ha sido un maravilloso espectáculo, un canto a la supervivencia y al deporte. Es cierto que llevan a los jugadores al límite, pero es ahí cuando realmente sacan lo mejor que llevan dentro, ahí es cuando se enfundan la capa de súper héroes y eso a la postre es espectáculo y genera afición.

El US Open llega a los últimos 18 hoyos con cuatro líderes empatados: Jason Day, Dustin Johnson, Branden Grace y Jordan Spieth. Difícil pedir más. Mientras de aquí y de allá se escuchan lamentos por el estado de los greenes, resulta que un jugador que apenas tiene energías para sostenerse en pie, se encaja en el liderato con una vuelta de 68 golpes. Lo de Jason Day este sábado en Chambers Bay ha sido una hazaña. No es sencillo encontrar adjetivos para definir su demostración. Es un competidor mayúsculo, con una raza extraordinaria.

La preparación de Chambers Bay es un paseo por las nubes para un jugador que tuvo una infancia más que complicada tras la temprana muerte de su padre. "Hice cosas que no estuvieron bien", asegura Day, pero apostilla: "No me arrepiento de nada de lo que hice. Todo aquello me hizo ser mejor persona".
Day es un tipo duro y sólo así se puede explicar ya no sólo que sea líder del US Open, sino tan siquiera que haya podido acabar la vuelta. Comenzó la ronda mareado, con la mirada perdida y el cuerpo hinchado. Su expresión, siempre repleta de determinación, escondía más miedo e inseguridad que otra cosa, lógico cuando uno ha pasado la noche en el hospital tras el episodio de vértigo que sufrió el viernes en el mismo campo de golf. Nadie desea desplomarse en mitad de una vuelta y las dudas al día siguiente, cuando vuelves a ponerte en el tee del 1, son más que razonables. "Los primeros nueve hoyos los pasé groggy por los medicamentos", aseguró tras firmar su tarjeta. Day se movía lento, contenido, sin aspaviento alguno. Miraba hacia los lados como si tuviera tortícolis, sin forzar un solo músculo.

Quizás esta mesura ayudó a su golf, quién sabe. Ya lo decía el gran Jack Nicklaus el pasado martes: "Jason Day necesita ser más paciente consigo mismo en el campo para ganar un major". Si algo ha tenido en la tercera jornada ha sido paciencia. Hacía birdie en el hoyo 12 para colocarse de nuevo bajo par en el torneo. Veía de lejos a los líderes, pero al menos conseguía que no se escaparan.

En el tee del hoyo 13 regresó el episodio de vértigo y comenzó la gesta. "Empezaron las náuseas y sólo pensaba en acabar la ronda, no me preocupaba nada más. En el hoyo 16 comenzaron los temblores", señala. En medio de este panorama, Day consiguió tres birdies de libro, como si tuviera prisa por acabar para irse a la cama. Sus tiros en el 15 y 18 fueron antológicos y en el 17 enchufó un putt sensacional de algo más de cinco metros. Day ha conseguido una proeza, pero existe la duda razonable de si su cuerpo aguantará otro día de máxima presión este domingo, con la victoria en juego. Es un guerrero, qué duda cabe, pero está compitiendo en inferioridad de condiciones.

La USGA tiene razones para frotarse las manos. Tiene la épica con Jason Day, al nuevo ídolo de Estados Unidos con Jordan Spieth, la historia del chico que se desvió del camino y volvió al redil con Dustin Johnson y la parte exótica con Branden Grace, otro luchador infatigable. Cualquiera de ellos sería un ganador extraordinario para el US Open. Aventurar algo es tan absurdo como innecesario y atrevido. Cierto es, no obstante, que Spieth fue quien más opciones claras de birdie se dejó por el camino en los últimos hoyos, hasta el punto de que se le vio con algún síntoma de desesperación.

Day, Johnson, Grace y Spieth son los principales favoritos a la victoria, pero no los únicos. La USGA promete otra vuelta de tuerca el domingo, por lo que difícilmente aguantará el resultado ganador en -4. Si alguien viene fuerte desde atrás y coloca una vuelta potente, puede hacer mucho daño. A tres golpes de los líderes están Shane Lowry, Cameron Smith y Louis Oosthuizen. Ojo con el sudafricano que ha encadenado dos vueltas de 66 golpes, algo que nadie había conseguido en la historia del US Open. Tampoco habría que descartar a los jugadores que están en +1, con nombres de la talla de Stenson, Snedeker, Andrés Romero, Luiten, Patrick Reed, el gran damnificado del día del movimiento, y Toni Finau. Quien sí parece estar ya demasiado lejos es Rory McIlroy (+4), que jugó realmente para poner un resultado muy bajo y meterse en la pelea, pero se lo impidió el putt.

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Cuanto más ruido y polvareda han levantado las críticas sobre la preparación de Chambers Bay, más altas han sido las risas que se escuchaban en el despacho del presidente de la USGA. Mike Davis tiene el US Open exactamente en el punto que quería. La USGA quiere épica, la persigue y la encuentra. Seguramente hay cosas que no se han hecho bien, aprenderán y cambiarán, pero mientras, la tercera jornada del US Open ha sido un maravilloso espectáculo, un canto a la supervivencia y al deporte. Es cierto que llevan a los jugadores al límite, pero es ahí cuando realmente sacan lo mejor que llevan dentro, ahí es cuando se enfundan la capa de súper héroes y eso a la postre es espectáculo y genera afición.

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