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Dustin Johnson gana el Cadillac y recupera la sonrisa... olvidando su pasado turbulento
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J. B. HOLMES NO PUDO MANTENER EL RITMO

Dustin Johnson gana el Cadillac y recupera la sonrisa... olvidando su pasado turbulento

Dustin Johnson (-9) vuelve a ganar, como hace casi cada año. Esta vez, se lleva el Cadillac Word Golf Championship en Doral, después de olvidar su suspensión de seis meses por el PGA Tour

Foto: Dustin Johnson celebra su victoria en el Cadillac Championship-Final Round.
Dustin Johnson celebra su victoria en el Cadillac Championship-Final Round.

Dustin Johnson (-9) vuelve a ganar, como hace casi cada año. Esta vez, además, se lleva el Cadillac Word Golf Championship en Doral y suma nueve triunfos en el PGA Tour, con dos Campeonatos del Mundo ya en su palmarés. En una última jornada emocionante y llena de alternativas, acababa finalmente con la estoica resistencia de J. B. Holmes (-8), que en el día decisivo no conseguía firmar su primer birdie hasta el hoyo 16 y que, sin embargo, aún se plantaba en el hoyo 72 del torneo con opciones. También doblegaba a Bubba Watson (-7), que fue el primero en desbancar a Holmes con un arranque tremendo (tres birdies por los cuatro primeros hoyos), pero que después iba deshaciéndose por los segundos nueve ante el carácter indomable del Trump National Doral, un recorrido que en apenas dos años, después de su profunda remodelación, se ha ganado todos los respetos y los temores.

Johnson cierra de este modo un círculo turbulento y espanta, seguro, algunos fantasmas. Hace algo más de siete meses dejaba boquiabierto al planeta golf con el anuncio de su retirada provisional de la competición, argumentando que necesitaba ponerse en tratamiento para superar no se sabe muy bien qué problemas... El asunto quedaba así, en suspense, pero la liebre saltaba poco después, cuando algunos medios norteamericanos informaban de que en realidad había sido suspendido seis meses por el PGA Tour al haberle sido detectadas en un control sustancias que correspondían a lo que muy pomposamente suele llamarse 'drogas recreativas'. La diferenciación, no obstante, conviene hacerla: el chico de Carolina del Sur no se dopaba para sacar ventaja en el juego, sino que alguna vez se le había ido la mano cuando, se supone, andaba de fiesta o en sus días de ocio. Dejémoslo ahí. Tanto el PGA Tour como el entorno del jugador negaron tal suspensión, pero efectivamente Dustin reaparecía seis meses y unos días después de haberse retirado...

Su regreso ya había resultado furibundo y fulminante antes de ganar en Miami esta semana, con un cuarto puesto en Pebble Beach y un segundo en Riviera, donde además caía en un desempate. En realidad, casi puede decirse que había retomado el hilo donde lo había dejado, pues no vaya nadie a creerse que en el momento de borrarse del cartel el muchacho iba arrastrándose por esos campos de Norteamérica, extraviado en la noche y confundido por el mundo, el demonio y la carne. De eso nada: venía de ganar meses atrás otro WGC, el HSBC en China, de ser segundo en Riviera, igual que este año, de ser cuarto en el Cadillac, el mismo que acaba de ganar, y cuarto también en el US Open. Tenía que pagar un error, pero no era ningún maldito.

Superado el traqueteo de una carretera comarcal con baches, el lugar en el mundo de Dustin Johnson es, si no ocurre nada raro, el top-ten mundial. Y de ahí, hacia arriba, hasta el punto de discutir lo que haya que discutir con el mismísimo Rory McIlroy sin bajar la vista. Lleva un tatuaje virtual en la frente que reza: 'Estás delante del ganador de uno o varios majors'. Se ha dejado ya unos cuantos por el camino, arrugándose incluso en los momentos de la verdad, pero desde entonces no ha dejado de mejorar sus prestaciones y de afilar esa mirada de determinación que exhibe. Es una bomba de relojería andante: la pega que la rompe y ha desarrollado un juego corto certero y eficaz. Este Cadillac, de hecho, no lo ganó antes y por mayor diferencia porque el sábado tuvo un día tonto en los greenes.

El lugar en el mundo de Dustin, una vez cada dos años, está desde luego en el corazón del equipo norteamericano de la Ryder. Y bien que lo echó de menos Tom Watson en Gleneagles. No es un líder carismático, cierto, de eso que se ocupen otros, sino más bien un francotirador letal: él, a lo tonto, ganó sus tres puntitos, tres de tres, en la Ryder de Medinah, siendo uno de los tres únicos jugadores norteamericanos que ganaron su individual aquel domingo de gloria.Sergio García (+3), por su parte, finalizaba el torneo con la peor de sus vueltas (78 golpes). No consiguió hacerle ni un solo birdie al recorrido en la clásica jornada en la que todo lo que puede salir mal, sale aún peor, comenzando por un putt más bien corto (dos metros) de birdie errado en el hoyo 1 y con un doble bogey matador en el hoyo 2 tras enviar desde la calle la bola al agua. Desde ese punto en adelante todo fue un remar sin mover la barca del sitio...

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