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El Murcia sueña con que el ascensor vuelva a subir al fútbol donde manda el dinero
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rabia y lágrimas por el descenso a 2ª B

El Murcia sueña con que el ascensor vuelva a subir al fútbol donde manda el dinero

“Lo que nos importa es que todos los clubes estén igualados a nivel económico”, decía Javier Tebas tras confirmar la expulsión del Real Murcia de Segunda A

Foto: El apoyo incansable de la afición grana no sirvió para nada (EFE).
El apoyo incansable de la afición grana no sirvió para nada (EFE).

Hubo una época en la que el fútbol era un deporte, una diversión de millones de personas que sentían la cadencia creciente de las pulsaciones de su corazón cuando su jugador favorito, que había nacido en su propio barrio, aproximarse peligrosamente al área contraria. Eso, y sólo eso, el puro y duro juego y el destino de la pelota era lo único que importaba, lo que trascendía en los medios. Una época en la que había futbolistas que no concebían recibir dinero del club que representaban, porque les resultaba indigno hacer lo que más le gustaba y, además, cobrar por ello. Aquel fútbol existió, pero el fútbol moderno lo mató.

“Lo único que nos importa es que los clubes estén lo más igualados a nivel económico”, decía Javier Tebas un par de horas después de confirmar la expulsión del Real Murcia del fútbol profesional. El dinero, y no la fabulosa actuación de un equipo con uno de los presupuestos más bajos, es lo que cuenta en este fútbol nuestro de hoy. Dos partidos más y un par de goles en contra menos, y el “mal sueño” que quería haber tenido José Luis Acciari se habría desvanecido, para dar paso a un amanecer brillante en la élite española, junto a esos que deben más y que tienen menos problemas que el Real Murcia porque su deuda tiene más “calidad”.

La calle Hernández de Tejada está acostumbrada a la tensión, a la incertidumbre que generan las decisiones trascendentes de una patronal, nuevas casi siempre mal recibidas por su némesis histórica, el sindicato. Poner de acuerdo a una patronal y a un sindicato es utópico por su incompatibilidad natural: unos aprietan para que las empresas obtengan el mayor beneficio posible; otros, buscan las mejores condiciones posibles para los trabajadores. Habrá habido cientos de veces en las que las protestas de uno u otro fueran innecesarias, realizadas únicamente por necesitar llevar la contraria a su enemigo tradicional. En esta ocasión, las protestas de la AFE hablan de la escasez de alternativas para una quincena de jugadores que se quedarán sin equipo por el descenso del Murcia. “La AFE sabía los problemas del club, los conocían desde hace tiempo”, dijo Tebas.

Aquella calle de Ciudad Lineal pertenece oficialmente al municipio de Madrid, como está registrado, pero por un instante las apariencias podían hacer pensar que había sido tomada por unos invasores vestidos de grana y con estandartes que lucían un escudo triangular con siete coronas doradas en fondo grana y otra corona que hablaba de amistades monárquicas pretéritas. Esos trescientos conquistadores asaltaron la capital de España con el cuchillo entre los dientes y deseosos de batalla contra cualquier miembro de la Liga de Fútbol, aunque el ‘capitán general’ de las fuerzas contrarias, Tebas, era su objetivo. Se trataba de un foco rebelde, puesto que su propio ‘comandante’, Jesús Samper, también recibía recuerdos poco agradables.

Los 300 se enfrentaban a un ejército persa sino superior en número, como el mítico liderado por Jerjes, sí era inmensamente superior en posibilidades reales de 'éxito'. Nada había que pudieran hacer los 300 para cambiar el discurso de los que mandan. Ruido para demostrar su inconformismo, gritos para sofocar la ira que acumulaban en su interior. Nada que en realidad sirviera. Cuando pasaban veinte minutos del medio día peninsular, la esperanza y los gritos de “resistiremos” dieron paso irremediablemente a las lágrimas, los abrazos de consolación entre amigos, los de siempre, y los que sufrieron la misma espera interminable pero que acabaron sonriendo, los del Racing.

“¿Y ahora qué? ¿Cómo vamos a preparar ahora un equipo nuevo?”, decía uno de ellos, “mejor dicho, ¿cómo vamos a preparar la refundación?”, clamaba otro en respuesta casi agónica, con una voz entrecortada por el sentimiento. “Esos señores de ahí dentro son los culpables de que probablemente el Real Murcia desaparezca. Pero mientras existan las peñas y exista la afición, seguirá existiendo el Real Murcia”, decía Miguel Martínez, de la Federación de Peñas del club grana (FEPEMUR). “Somos víctimas de una Liga que está dirigida por cobardes muy poco trasparentes que ni a sus propios jugadores les deja entrar en el edificio”. Acciari, Albiol, Toribio y Aira (los tres capitanes y el entrenador) quisieron hablar con Tebas, pero “no estaba prevista esa visita”, y por eso no se les dejó pasar.

El Real Murcia jugará en Segunda División B de nuevo. Ya lo hizo hace cuatro temporadas, como recordaba el propio Tebas,pero la sensación, aunque dolorosa y triste, se aceptó con mejor cara que el desastre de este 2014. Aun así, la historia del Murcia y sus descensos a Segunda B está empezando a resultar muy cruel. En esa temporada 2009-10, el equipo pimentonero arribó a la última jornada con posibilidades reales de descender, pero era el único que no se sentía con el agua al cuello de los que estaban a punto de ahogarse. Debían darse varios resultados y todos a la vez para que el Murcia bajase, y si ganaban los granas, daba igual lo que sucediese en otros campos. Y así estaba siendo hasta el descuento. El Murcia ganaba y los resultados, todos negativos, poco importaban.

Cuando parecía que el descendido sería el Girona, Miguel Albiol cometió un penalti. Absurdo y muy leve, pero penalti porque así fue señalado. Kiko Ratón y Alberto Cifuentes, frente a frente, por un puesto en Segunda y otro en Segunda B. La tensión se cortaba, los murcianistas no se lo creían, tampoco los gerundenses. Ratón lanzó a la izquierda del portero y éste adivinó el lanzamiento, detuvo el balón… pero sólo momentáneamente. Llorando, como acabó toda Murcia una vez más, pasó la pelota sobre la línea hasta superarla y el Murcia bajaba al infierno en Montilivi. Aquella vez, el Murcia salió rápido, casi ni llegó al infierno y se detuvo en el purgatorio, donde expió sus pecados y regresó a la categoría de plata. El futuro, sin embargo, no es tan halagüeño ahora. Murcia espera que el ascensor, incontrolable, suba de nuevo.

Hubo una época en la que el fútbol era un deporte, una diversión de millones de personas que sentían la cadencia creciente de las pulsaciones de su corazón cuando su jugador favorito, que había nacido en su propio barrio, aproximarse peligrosamente al área contraria. Eso, y sólo eso, el puro y duro juego y el destino de la pelota era lo único que importaba, lo que trascendía en los medios. Una época en la que había futbolistas que no concebían recibir dinero del club que representaban, porque les resultaba indigno hacer lo que más le gustaba y, además, cobrar por ello. Aquel fútbol existió, pero el fútbol moderno lo mató.

Jesús Samper Javier Tebas
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