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Argentina, campeona del mundo: Messi alcanza la gloria eterna al derrotar a Francia y Mbappé
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Leo ya tiene su Copa del Mundo

Argentina, campeona del mundo: Messi alcanza la gloria eterna al derrotar a Francia y Mbappé

La Albiceleste venció la mejor final de la historia de los Mundiales en una tanda de penaltis agónica. Kylian Mbappé anotó tres goles para igualar a Pelé, pero el Dibu Martínez decidió el partido desde los 11 metros

Foto: Un partido irrepetible. (Reuters/Dylan Martínez)
Un partido irrepetible. (Reuters/Dylan Martínez)
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A sus 35 años y en la última bala de su carrera, Leo Messi consiguió el trofeo que tanto ansiaba: la Copa del Mundo. En una final donde Argentina sacudió todas las certezas de Francia hasta dejar a la selección de Didier Deschamps sin ningún tipo de respuesta hasta el minuto 79 de la segunda parte, el '10' fue el ejecutor encargado de lanzar el controvertido penalti que Ángel Di María forzó sobre Ousmane Dembélé. El capitán albiceleste no dudó y batió a Hugo Lloris desde los 11 metros en el minuto 23. Solo 14 minutos después, Ángel Di María, el mejor jugador de la final en Qatar, culminaría una transición relampagueante. Cuando parecía que la final sería para Argentina, un penalti absurdo de Otamendi sobre Kolo Muani hizo que el partido diese un giro de 180 grados. Ahí el partido dejó de tener ningún tipo de sentido.

Kylian Mbappé no falló la pena máxima y solo un minuto después, anotó un voleón extraordinario para empatar el encuentro en el minuto 82. En la prórroga, Leo Messi salvó la carrera de Lautaro Martínez al recoger el gol fallado por el delantero del Inter de Milán y enviarlo al fondo de la red en el minuto 109. Cuando parecía que todo estaba decidido, un penalti de Montiel por mano en el 116 provocó que Mbappé anotase su tercer gol de la tarde. Kolo Muani tuvo el gol de la victoria en el 123 si no fuera porque el Dibu Martínez realizó una parada histórica en la mejor final de un Mundial de siempre (3-3). En la tanda de penaltis, los argentinos convirtieron todos los penaltis mientras que Coman y Tchouaméni fallaron los suyos. Los muchachos de Argentina son campeones del mundo. Como en el 86.

placeholder Di María rompió a llorar. (Reuters/Paul Childs)
Di María rompió a llorar. (Reuters/Paul Childs)

Argentina borró a Francia de la faz de la Tierra en el primer tiempo. Solo hubo un equipo. Y ese equipo lucía albiceleste. Desde el principio quedó claro que la selección de Lionel Scaloni afrontaba la final con los ojos inyectados en adrenalina. Quizás desbordada, quizás justa en su medida. Rodrigo De Paul y Nicolás Otamendi trataban de intimidar a los jugadores franceses en cada lance del juego. Francia tenía verdaderos problemas para salir jugando con la pelota, mientras Argentina presionaba con todo el aliento de un país y una grada que se caía con cada acción de los suyos. La final se jugaba en Qatar, pero parecía el Monumental. Los sudamericanos dieron el primer susto, cuando De Paul buscó a Julián Álvarez por encima de la zaga gala, en claro fuera de juego.

Los de Lionel Scaloni salieron a mandar. No había pánico en sus caras. Ni un ápice de terror a Francia, la campeona del mundo. Los argentinos se plantaban en la frontal del área con una facilidad pasmosa. Ahí Messi ordenaba, filtraba, generaba pases de fantasía entre un enjambre de piernas galas y hacía bascular a destiempo a toda la defensa francesa. El '10' buscaba a Ángel Di María en todo momento. Igual que De Paul lo detectaba a él. El jugador del Atlético de Madrid, de menos a más durante todo el Mundial, pisó el balcón del área para probar fortuna con un disparo seco. Tuvo que salir Raphaël Varane al corte, porque ni Griezmann, Rabiot o Tchouámeni llegaron a intervenir a tiempo.

Francia no tuvo respuesta

Solo había un equipo en el campo y Francia no daba señales de vida. Ni desde lo colectivo ni desde lo individual. Theo Hernández tuvo la enésima pérdida de balón en la construcción del juego, De Paul oteó el horizonte en busca de su socio inseparable, Leo Messi, pero acabó en Di María. El jugador de la Juventus de Turín, con la diesta, envió la pelota por encima del travesaño. Francia estaba tambaleándose. Fue entonces cuando Di María, jugador ultracompetitivo y jerárquico, retó a Dembélé a un tango en el pico del área. El jugador del Barça aceptó la invitación, Di María lo burló en el área y entre la picardía del sudamericano y la torpeza del galo surgió un penalti perfecto para Messi. Leo, que tenía en su mano la gloria eterna y convertirse en el máximo goleador del Mundial, engañó a Lloris.

Argentina explotó de euforia y Francia se hundió, noqueada por una realidad tozuda que le desnaturalizaba. No había ni rastro de solidez en las áreas, contundencia en el centro del campo o superioridad física individual. No aparecía Griezmann ni tampoco Mbappé. Los centrales perseguían sombras y Argentina era un sol infernal. El gol impulsó a la Albiceleste, que transmitía superioridad emocional, táctica, técnica y física. En el minuto 37, una horrible salida de balón de Upamecano se topó con una presión voraz de Argentina. Messi tocó de cara en una descarga precisa, Julián Álvarez filtró una pelota fantástica al espacio para Mac Allister y este, que vio venir a Di María por el rabillo del ojo, le dejó una definición plácida ante Lloris a quemarropa.

placeholder Di María, figura absoluta. (EFE/Ronald Wittek)
Di María, figura absoluta. (EFE/Ronald Wittek)

El Fideo rompió a llorar, como si su guante izquierdo hubiese liberado toda la tensión emocional de una final de Copa del Mundo. La reacción de Deschamps fue radical: fuera Dembélé y Giroud y dentro Kolo Muani y Marcus Thuram. La cara del extremo del Barça era un poema, tan perdido como durante el resto de su carrera. Llegó el descanso y Francia no había disparado ni una sola vez entre los tres palos en todo el partido. El repaso de Argentina era extraordinario y Francia era un juguete en manos albicelestes.

A la vuelta del descanso, más de lo mismo. Argentina crecida y Francia atenazada. La agresividad y determinación sudamericana se imponía a una Francia sin energía a la que no le salía nada. La primera ocasión del segundo tiempo la tendría De Paul al rematar un centro lateral a las manos de Lloris. Mbappé trataría de responder con una carrera meteórica hacia ninguna parte, porque Argentina reculó con disciplina. Las mejores ocasiones en los primeros minutos siempre llevaban sello argentino, tanto la de Julián Álvarez que salvó Lloris con una mano tensa, como la de Messi, interceptada por la zaga gala tras un gran centro de Di María.

​Solo Mbappé tuvo algo que decir

El mejor jugador de la final, Ángel Di María, salió ovacionado del campo tras estar entre algodones durante gran parte del Mundial. Con un penalti provocado y un gol anotado a sus 34 años, la actuación del exjugador del Real Madrid nunca se borrará de las retinas de los argentinos. Tampoco de Jules Koundé, su víctima durante toda la tarde. Francia lo intentó de la forma más directa posible: centros laterales. Los argentinos no sufrían y los minutos pasaban sin ocasiones para el equipo francés. Deschamps decidió dar una nueva vuelta de tuerca con la entrada de Kingsley Coman y Eduardo Camavinga.

placeholder Un villano perfecto. (Reuters/Lee Smith)
Un villano perfecto. (Reuters/Lee Smith)

Deschamps sacrificó a Griezmann, su futbolista más creativo, y a Theo Hernández. El cambio de sistema no surtió efecto y Argentina se mantuvo serena y erguida. Solo Kylian Mbappé, con fugaces carreras y desmarques, trataba de alterar la dinámica del encuentro. Francia estaba tan perdida como su entrenador, incapaz de activar a sus jugadores desde la pizarra ni el convencimiento emocional. Entonces llegaría un penalti riguroso de Otamendi sobre Kolo Muani cuando ambos futbolistas pugnaban por ganar una carrera que acabó en el corazón del área.

Mbappé lo tiró con frialdad y grandeza para superar al Dibu Martínez. Un minuto después, Messi perdió la pelota, Coman combinó con Mbappé y el delantero francés se sacó una volea sin dejar botar la pelota que destrozó la portería de Argentina. Francia, que no había hecho nada en todo el partido y que había sido aplastada por Argentina, se agarraba a Mbappé, el mejor villano del fútbol en la última década, para ganar el Mundial en el minuto 82. Marciniak añadió ocho minutos mientras Camavinga robó una pelota a De Paul que sirvió en bandeja de plata a Mbappé. El extremo francés encaró, disparó y solo el cuerpo de un defensor argentino evitó su tercer tanto. Luego pidieron una cesión en el área albiceleste. Messi pudo marcar el 3-2 en el 97 con un zurriagazo que rechazó Lloris. El partido había cambiado por completo y Argentina sobrevivió como pudo para llegar a la prórroga. Ayudó que Marciniak no aplicara la ley de la ventaja en un claro contragolpe para Francia en la última acción del tiempo añadido.

placeholder Messi, tras el 2-2. (Reuters/Hannah Mckay)
Messi, tras el 2-2. (Reuters/Hannah Mckay)

La primera parte de la prórroga empezó con un cambio en las filas argentinas: entró Montiel y se marchó Nahuel Molina. El minidescanso le vino bien a una Argentina que amenazaba con colapsar, porque el guion que planteó este deporte era de una crueldad enorme con Argentina. La pelota no entiende de merecimiento ni de justicia y Mbappé había machacado cualquier relato anterior hasta moldear una nueva narrativa y crear un partido inexistente antes de su doblete. Messi tiró de personalidad en una arrancada potente desde la banda derecha hasta que se chocó con Camavinga, que dotó a Francia de energía y físico. Deschamps incrementó el músculo en el centro del campo al renovar pulmones: fuera Rabiot y dentro Fofana junto a Tchouámeni, tal y como jugaban en Mónaco.

Lautaro tuvo la final a sus pies

Francia quería liquidar a Mbappé, pero no sabía cómo frenarlo. Las caras de los argentinos transmitían agotamiento físico y mental. De Paul intentó encontrar a alguien en el área, pero su centro salió largo. Kolo Muani era un quebradero de cabeza para la defensa argentina, que agonizaba. Scaloni añadió leña al fuego con Paredes y Lautaro Martínez por De Paul y Julián Álvarez. Acuña, que había entrado por Di María, se asomó en ataque sin noticias positivas para Argentina. La más clara la tendría Lauraro tras una combinación genial entre Messi y Mac Allister que acabó en Lautaro. El delantero del Inter de Milán tardó demasiado en disparar y se cruzó Upamecano. Solo un minuto después, en el 105, Lautaro tuvo otra clara que Upamecano abortó en el último momento. El espírituo de Higuaín sobrevoló a Lautaro.

Argentina salió en la segunda parte de la prórroga defendiéndose a través de la pelota. Una carrera de Montiel provocó la salida de Lloris, cuando el lateral argentino llegaba al área. En el saque de banda, la pelota acabó en Messi, que probó a Lloris con un misil desde la frontal y este despejó la pelota. Los argentinos volvieron a la carga en una jugada al espacio, donde Lautaro Martínez fusiló a quemarropa a Lloris, el francés volvió a parar la pelota y Messi, que estaba en el sitio adecuado en el momento adecuado, empujó el rebote al fondo de la red. Di María lloraba en el banquillo y Messi daba la victoria momentánea a su país.

placeholder Falló dos claras. (Reuters/Carl Recine)
Falló dos claras. (Reuters/Carl Recine)

Cuando todo parecía decidido en el minuto 108 de la prórroga en un partido que desafió a la lógica y no tuvo ningún tipo de sentido, Montiel saltó con el brazo en alto en el 116 de la prórroga para darle un penalti a Francia. Mbappé disparó con frialdad desde los 11 metros y anotó su tercer gol en el encuentro para igualar los 12 tantos de Pelé... en su segundo Mundial. En el 120, Kolo Muani pudo ganar la final si llega a rematar con la coronilla el centro de Mbappé, pero no llegó por los pelos. Antes de pitar el final del partido, Dybala entró por Tagliafico y Disasi hizo lo propio por Koundé. El Dibu Martínez salvó una ocasión clara de Muani y en el 123', Lautaro falló solo un cabezazo en el área. Mbappé desbordó a toda la zaga argentina en la última jugada del encuentro... y se quedó sin disparar por milímetros. La final se decidiría desde el punto de penalti.

Francia decidió lanzar primero y Mbappé, como los verdaderos líderes, anotó la pena máxima que abrió la lata. El tercero de la tarde. Por Argentina llegó el turno de Messi. Engañó a Lloris con una frialdad increíble. Coman lanzó y el Dibu Martínez, como ya sucediera ante Países Bajos, detuvo el penalti del extremo francés. Dybala también envió el balón al fondo de la red. Tchouaméni también falló al tratar de ajustar demasiado su lanzamiento. Paredes marcó y trasladó toda la presión a los jugadores franceses. Kolo Muani no dudó con un misil recto. Montiel tiró y marcó. Argentina vuelve a ser campeona del mundo casi 40 años después.

A sus 35 años y en la última bala de su carrera, Leo Messi consiguió el trofeo que tanto ansiaba: la Copa del Mundo. En una final donde Argentina sacudió todas las certezas de Francia hasta dejar a la selección de Didier Deschamps sin ningún tipo de respuesta hasta el minuto 79 de la segunda parte, el '10' fue el ejecutor encargado de lanzar el controvertido penalti que Ángel Di María forzó sobre Ousmane Dembélé. El capitán albiceleste no dudó y batió a Hugo Lloris desde los 11 metros en el minuto 23. Solo 14 minutos después, Ángel Di María, el mejor jugador de la final en Qatar, culminaría una transición relampagueante. Cuando parecía que la final sería para Argentina, un penalti absurdo de Otamendi sobre Kolo Muani hizo que el partido diese un giro de 180 grados. Ahí el partido dejó de tener ningún tipo de sentido.

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