Broncas, amenazas, vetos… un genio como Messi también tiene un lado más oscuro
En el mundial, Leo Messi tuvo un roce serio con un ayudante del ya extécnico albiceleste Jorge Sampaoli y Burdisso, exinternacional, desveló que estuvo a punto de llegar a las manos con el 10
Leo Messi (31) sonríe como si sufriera un ataque de cosquillas cuando le abordan sus dos hijos mayores. Con ellos, Thiago y Mateo (porque Ciro solo tiene meses), Leo pierde la compostura y se convierte en un pirata bueno, otro niño más, que pone patas arriba la casa. Dentro de una cancha de fútbol (su hábitat natural), con una pelota imantada a sus botas, Messi es el mago que todos los aficionados sueñan y hace esa magia de convertir de carne y hueso lo imposible. Pero también los genios tienen su lado más oscuro.
En el Mundial, o mucho antes, Leo Messi demostró que el niño amable que nunca rompió un plato, se escondió y tal vez para siempre. Esos nervios son caballos desbocados cuando luce la camiseta de la selección argentina, donde siempre quedó segunda o no ganó nada. La presión que soporta el genio de la 10 se acerca ya a la locura. Y quedó demostrado en el evento mundialista, donde Argentina comenzó a trompicones y terminó para el arrastre.
Cuenta magníficamente en 'Clarín' el periodista Enrique Gastañaga, que Leo Messi se las tuvo tiesas con Sebastián Beccacece, mariscal de campo del seleccionador argentino, Jorge Sampaoli. Y más de una vez. En una ocasión, durante unas prácticas, se produjo un brote desagradable: “Leo, así no. Te conviene enganchar para otro lado”, le dijo Beccacece a Messi en ese entrenamiento. “Pero lo que más habría molestado a Leo fue que el ayudante de Sampaoli le apoyó una mano en un hombro... En el momento el 10 no dijo nada, pero al rato, ya en la intimidad, se habría acercado al técnico casildense y le habría pedido que no se repitiera otra situación similar con su principal colaborador”.
En las antípodas del grupo catalán
Con el periodismo argentino, Leo ha tenido roces desagradables. Cierto es que Messi ha tenido que soportar comentarios borrascosos, algunos muy lejanos al fútbol. De ahí que el crack del Barcelona adopte un perfil bajo cuando aterriza en su país y se aleje lo más posible de las cámaras. “Leo aguanta hasta límites insospechados, pero es que le han dicho de todo, desde que no es argentino hasta pesetero, y eso es injusto”, aseguró a este periódico un vecino muy cercano de Rosario.
En un plantel de más de veinticinco individuos, lo normal es que uno no se lleve bien con todos y que se formen grupos. En el Barça, Messi es hermano adoptivo de Luis Suárez, lo saben todos; se lleva de lujo con Ivan Rakitic y hasta ahora con Iniesta, pero se encuentra en las antípodas del grupo catalán, el que encabezan Busquets, Piqué, Jordi Alba o Sergi Roberto. Se respetan, pero no van de copas. Con la selección albiceleste, Messi hace risas con casi todos menos con Fazio o con Lo Celso. O con el juventino Dybala. Dicen que el 10 habló con Sampaoli y criticó el juego de Fazio y Lo Celso y tanto el romanista como el jugador del PSG desaparecieron de las alineaciones. Fazio salió después unos minutos contra Francia, cuando la debacle estaba rompiendo.
Mal con Tévez, fatal con Burdisso
Nunca se llevó bien Messi con Tévez, y el ídolo de Boca quedó borrado de la albiceleste. Dicen que por cuestión de personalidad, que uno y el otro son como perro y gato. Los dos llevan la 10. Y claro, la elección resultaba obvia. Tévez se quedó fuera de la albiceleste. Para siempre. Ocurrió después del Mundial de Sudáfrica, cuando Maradona (con pasión sobre alguien tan canchero como el Apache) dirigía a la Argentina.
Hace unos días, durante un programa televisivo llamado 'Podemos hablar', el muy popular Nicolás Burdisso, un hosco defensa que jugó en Boca Junior, Inter y Génova, desveló un incidente desagradable que protagonizó él con Messi: “Nos peleamos. Son cosas que pasan muy a menudo en el vestuario. Discutimos dentro de la cancha, él quería la pelota, yo se la quería dar, pero no podía, él estaba incómodo con el partido, yo con la situación, cosas que se dan. Entramos al vestuario discutiendo y cuando vi que venía me paré como para pelear, pero justo nos separaron". Le preguntaron en el programa si volvió a ir a la selección y Burdisso dijo que nunca más. Luego matizó que tal vez podría ser debido a una grave lesión de rodilla que le sucedió al poco. Pero Leo Messi es así: mira, calla, reprime y, muchas veces, no perdona.
Leo Messi (31) sonríe como si sufriera un ataque de cosquillas cuando le abordan sus dos hijos mayores. Con ellos, Thiago y Mateo (porque Ciro solo tiene meses), Leo pierde la compostura y se convierte en un pirata bueno, otro niño más, que pone patas arriba la casa. Dentro de una cancha de fútbol (su hábitat natural), con una pelota imantada a sus botas, Messi es el mago que todos los aficionados sueñan y hace esa magia de convertir de carne y hueso lo imposible. Pero también los genios tienen su lado más oscuro.