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Modric, el niño que huyó de la guerra con unas espinilleras de madera
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capitán de una croacia que puede hacer historia

Modric, el niño que huyó de la guerra con unas espinilleras de madera

El centrocampista del Real Madrid está a noventa minutos de levantar el título de campeón del mundo, un sueño casi imposible cuando comenzó el cruento conflicto de los Balcanes

Foto: Modric, a hombros de Lovren, celebrando el pase a la final del Mundial. (Reuters)
Modric, a hombros de Lovren, celebrando el pase a la final del Mundial. (Reuters)

Croacia, un país con poco más de cuatro millones de habitantes, está a un solo paso de hacer historia. Pese a llegar a Rusia con la vitola de buen equipo pero sin el cartel de favorito, el combinado croata ha conseguido dar toda una lección de fútbol a lo largo del campeonato para plantarse en la gran final frente a Francia. Y buena parte de la 'culpa' del éxito croata la tiene un jugador: Luka Modric, el niño que se vio obligado a huir de la guerra y que está a solo un paso de cumplir el sueño que tenía desde pequeño, levantar la Copa del Mundo de su país, el mismo que nació después de un cruento conflicto bélico.

"Ganar el Mundial con Croacia sería el cuento de hadas más perfecto que pueda existir, para mí sería increíble poder levantar el trofeo como capitán", aseguraba Modric tras clasificarse a la gran final del torneo. Y es que el madridista es uno de los jugadores más destacados del torneo y, sin ningún género de dudas, uno de los grandes motores de la selección croata. No solo por su capacidad de distribución o de recuperación, sino sobretodo su capacidad física. En las tres prórrogas que ha jugado su equipo, Modric ha sido el pulmón que ha sostenido a su equipo en el campeonato. El mismo espíritu ganador del niño de las espinilleras de madera.

Foto: La presidenta de Croacia, Kolinda Grabar-Kitarović.

Cuando Modric contaba sólo con seis años, estalló la guerra. Con su padre alistado en el ejército croata, el joven vería cómo mataban a su abuelo cerca de su casa en Obrovac. Para evitar más represalias, su madre decidió trasladarse con su familia a Zadar, donde el pequeño Luka empezó a interesarse de verdad por el balón. El menudo niño se pasaba todo el día con el esférico en sus pies, golpeando las paredes y sorteando todos los obstáculos que le iban saliendo a su paso. A pesar de la pobreza extrema que soportaba su familia, siempre dieron a Luka todas las facilidades para conseguir su objetivo.

La gran calidad que demostraba en sus primeros pasos con el balón hizo a su familia confiar en sus posibilidades. Y, con 10 años, comenzó el sueño: después de jugar durante varios días un torneo en Italia, al pequeño Modric le iba a surgir la oportunidad de empezar a jugar en serio. Tomislav Basic, jefe de la cantera del Zadar, decidió fichar al joven jugador, en el que veía una gran proyección, por lo que se volcó para ayudarle: "Eran muy pobres, no tenían dinero para materiales, así que decidí hacerle una espinilleras de madera que aún conservo, porque sabía que iba a ser un gran jugador", relató hace un par de años.

Con esas espinilleras de madera, el joven jugador iba a empezar a destacar en el Zadar, lo que le permitió dar el salto al Dinamo de Zagreb en 2003. Un año después, ya debutó en la primera división croata, donde dejó claro que era un jugador de otro nivel. Cuatro años después, su fichaje por el Tottenham le sirvió para probar un fútbol más físico y de mayor velocidad en el toque, que se adaptaba a la perfección a las cualidades de Modric. Tras cuatro temporadas al más alto nivel, el buen ojo de José Mourinho le permitió fichar por el Real Madrid, donde se ha convertido en un jugador imprescindible.

placeholder Modric, el gran motor de una Croacia que está brillando en el Mundial. (Reuters)
Modric, el gran motor de una Croacia que está brillando en el Mundial. (Reuters)

El entrenador portugués decidó, por exigencias del guión en el conjunto blanco, retrasar su posición al mediocentro... y surgió la magia. Desde ese momento, se ha convertido en uno de los timones del equipo y, en seis temporadas, ha levantado cuatro Champions, tres Mundiales de Clubes, tres Supercopas de Europa, dos Supercopas de España, una Copa del Rey y una Liga. Una vez terminada la temporada, llegó el momento de ir con su selección, con la que no solo está brillando, sino que ha conseguido de momento llegar más lejos que la mítica Croacia de Davor Suker en el Mundial de Francia 1998 que acabara tercera.

Ahora, Croacia gira en torno a Modric, aquel niño que un día soñó con levantar un Mundial mientras tenía que huir de los bombardeos: "La guerra me hizo más fuerte. Fueron tiempos durísimos para mí y para mi familia. No quiero arrastrar ese tema para siempre, pero tampoco me quiero olvidar de ello", asegura Modric siempre que se le recuerda su pasado. El niño que se hizo grande gracias a unas espinilleras de madera quiere conseguir el primer Mundial para su país, un título que en caso de ganar levantaría él como capitán del equipo. Ha llegado su hora de la verdad: Francia, el último escollo en el camino.

Croacia, un país con poco más de cuatro millones de habitantes, está a un solo paso de hacer historia. Pese a llegar a Rusia con la vitola de buen equipo pero sin el cartel de favorito, el combinado croata ha conseguido dar toda una lección de fútbol a lo largo del campeonato para plantarse en la gran final frente a Francia. Y buena parte de la 'culpa' del éxito croata la tiene un jugador: Luka Modric, el niño que se vio obligado a huir de la guerra y que está a solo un paso de cumplir el sueño que tenía desde pequeño, levantar la Copa del Mundo de su país, el mismo que nació después de un cruento conflicto bélico.

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