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El español Roberto Martínez echa del Mundial a Brasil
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francia y bélgica disputarán una semifinal

El español Roberto Martínez echa del Mundial a Brasil

Roberto Martínez plantó un cuadrado delante de su área para no dejar espacios a Neymar. Eso y unas contras deliciosas con Hazard y De Bruyne echaron al último equipo americano

Foto: Roberto Martínez alecciona a De Bruyne. (Reuters)
Roberto Martínez alecciona a De Bruyne. (Reuters)

Roberto Martínez no es el hombre más conocido en España, y escuchándole hablar en inglés alguno diría que es de cualquier lugar de la campiña inglesa, pero es ilerdense y el fútbol lo aprendió en el Balaguer. Jugó años en las Islas Británicas y allí se quedó para convertirse en un entrenador de alto nivel. Los que no han sido estrellas, y él no lo fue, tienen el camino del trabajo para llegar al punto más alto. Después de años construyendo equipos como el Wigan, el Swansea o el Everton, tuvo una llamada de la selección belga y cambió de aires. Un poco de fútbol moderno, antes hubiese sido imposible pensar en un gran país europeo contratando a un extranjero, pero los tiempos cambian. En Bélgica, que llegaban del mediocre Wilmots, entendieron que no podían dejar a una generación brillante sin la opción de tener alguna vez un entrenador a la altura. Pensaron en Bob y acertaron. Neymar, que era el ogro en estos cuartos de final, puede atestiguarlo.

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La materia prima con la que cuenta es importante, porque hace años que Bélgica tiene jugadores potentes en todas las líneas, pero este partido obligaba a empezar pensando en Neymar. Es una de las grandes estrellas, el más creativo de los pentacampeones. Un dolor de cabeza, pero no un jugador que no se pueda detener. Martínez cogió la pizarra y se puso a diagramar, a colocar jugadores de mucha brega. Para detener a Neymar, primero hay que cansar a Neymar.

Foto: Neymar y Mbappe celebran un gol con el PSG. (EFE)

Tiene el del PSG bastante libertad dentro del libreto de Tite, pero Martínez planeó una emboscada. Creó un cuadrado entre la frontal de su área y el centro del campo, sacrificó el juego combinativo y algunos jugadores de clase a cambio de poner centímetros y músculo. Funcionó porque en cada movimiento por el terreno de juego se encontraba un mar de camisetas rojas dispuestas a detenerle. Cuando afrontaba el área, Kompany y Alderweireld; si trataba de recibir más abajo eran Witsel y Fellaini. Todos con la misma forja: jugadores altos, fuertes, y que tienen buenos conceptos. O más o menos, que alguno de ellos da más el tipo de trotón.

Martínez sabía también que Gabriel Jesus, el teórico delantero, no iba a poder fijar a sus centrales. Es rápido y tiene muchísimo fútbol, pero por tamaño y jerarquía no se encuentra del todo cómodo enclaustrado en el área. Eso permitió también que los centrales estuviesen pendientes de lo que iba ocurriendo con Neymar, en principio el jugador más desequilibrante del equipo. También todo esto en el guion, los jugadores brasileños tienen tendencia a irse al centro y abrir poco las bandas. Es algo que le ocurre en ocasiones hasta a Marcelo, lateral del equipo. Lograr que el embudo los llevase siempre a esas posiciones para poco a poco quitarle el aire a Neymar y, de paso, a Coutinho y Gabriel Jesus, que de tanto no encontrar el balón se empezó a retrasar en el campo tan solo para hacer todavía más difícil la circulación del balón.

placeholder Hazard contra Miranda. (EFE)
Hazard contra Miranda. (EFE)

Hazard y De Bruyne volando

Esa solidaridad atrás tenía una guinda en forma de portero, pues Courtois está por derecho propio entre los mejores del mundo. Cuando los brasileños encontraron rendijas en la pizarra de Bob, se dieron de bruces con un portero extraordinario. Para llevar a cabo una estrategia así hay que tener muy buen físico y cuando Martínez se dio cuenta de que la defensa se empezaba a resquebrajar no dudó en llamar al banquillo y llamar también a Vermaelen, para terminar de apuntalar el equipo en los minutos finales.

Todo esto no tendría mucho sentido si no se propusiese nada en ataque. Asumiendo que Brasil iba a atacar y Bélgica a defender, como posteriormente ocurrió, se necesitaba un plan de fuga, una manera de marcar goles. Witsel y Fellaini, en la medular, no son constructores reales de juego, así que la mejor alternativa pasaba por poner el balón rápido en la delantera. Las contras. Bélgica, además de saber defender, tiene jugadores que piensan rápido y ejecutan a toda velocidad. Dos estrellas de la Premier como Hazard y De Bruyne, que dependiendo del desenlace del Mundial igual tienen que ser considerados para el Balón de Oro.

Foto: cristiano-ronaldo-real-madrid-neymar-mbappe Opinión
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Su capacidad para llevar el balón arriba en pocos segundos es asombrosa, y fue la clave final para que el plan de Bob Martínez diese frutos. Pero no se debe olvidar a Lukaku, un delantero que con su selección parece uno muy diferente al que se ve en cada semana con el United. Que tiene gol es por todos sabidos, pero la capacidad para caer a banda, mantener el balón y, en definitiva, jugar al fútbol, parece recién adquirida en algún gran almacén moscovita. Estas semanas ha dado las gracias por sus descubrimientos a Henry, que ejerce de segundo de Martínez. Es curioso el caso del francés, que nadie sabe bien qué hace allí. No cobra —dona el dinero que gana—, no es belga... pero ahí está. Los movimientos de Lukaku no son, por el momento, los de 'Titi' pero es evidente que la leyenda francesa ha dado buenas clases al ariete belga.

La victoria de Bélgica significaba también la desaparición del último equipo americano del cuadro. El nuevo campeón sucederá a España, Italia y Alemania, lo cual ya es una serie histórica demasiado larga como para no tenerla en cuenta. El fútbol va mutando, pero es evidente que ahora mismo en Europa se juega más o mejor. Merece más reflexión, pero parece claro que no han dejado de salir estrellas de Latinoamérica –Neymar, Messi, Suárez...— pero los conceptos colectivos, que suelen ser los que se imponen, ahora llevan el nombre del viejo continente. Roberto Martínez, que ahí está, lo demostró de nuevo en Kazán.

Roberto Martínez no es el hombre más conocido en España, y escuchándole hablar en inglés alguno diría que es de cualquier lugar de la campiña inglesa, pero es ilerdense y el fútbol lo aprendió en el Balaguer. Jugó años en las Islas Británicas y allí se quedó para convertirse en un entrenador de alto nivel. Los que no han sido estrellas, y él no lo fue, tienen el camino del trabajo para llegar al punto más alto. Después de años construyendo equipos como el Wigan, el Swansea o el Everton, tuvo una llamada de la selección belga y cambió de aires. Un poco de fútbol moderno, antes hubiese sido imposible pensar en un gran país europeo contratando a un extranjero, pero los tiempos cambian. En Bélgica, que llegaban del mediocre Wilmots, entendieron que no podían dejar a una generación brillante sin la opción de tener alguna vez un entrenador a la altura. Pensaron en Bob y acertaron. Neymar, que era el ogro en estos cuartos de final, puede atestiguarlo.

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