La presión le llega a Messi incluso desde el fin del mundo

El fin del mundo, Ushuaia, queda casi en la Antártida, a 2.400 kilómetros de la capital argentina y a 12.500 del despacho de Lionel Messi, el Camp Nou. Incluso desde allí, en la provincia de Tierra del Fuego, le llega la presión al astro del Barça para facturar un Mundial que corona al mejor y que por ahora le rechaza.

Fue allí mismo, en Ushuaia, donde el seleccionador Jorge Sampaoli, tras el mal trago de estar muy cerca de quedarse fuera de la Copa del Mundo, declaró con seguridad ante los medios de comunicación que Messi es mejor jugador de lo que fueron Maradona y Pelé. Lo hizo en una comparecencia en una fábrica de televisores que ganó visibilidad por una espectacular promoción durante las Eliminatorias Sudamericanas para Rusia. Si la Albiceleste no se clasificaba, regalarían los aparatos.

Para darles las gracias por la apuesta y el riesgo, la AFA organizó la visita de Sampaoli, que les ofreció un titular que habla de la confianza en su máxima estrella y también del nivel de exigencia para el dorsal 10. Fue un apoyo más enredado en la tela de araña que separa la creencia de que Messi no hace todo lo posible por su selección y el convencimiento de que si están en el Mundial de Rusia es únicamente gracias a él.

Confiando en que el calor de su hinchada se contagie entre la plantilla, la televisión pública argentina ha seleccionado cinco provincias del país para que sean puntos de aliento de la selección durante el Mundial. En cada uno de estos puntos se han instalado pantallas gigantes y una 'fan zone'. Una de las provincias elegidas es Tierra del Fuego. En el polideportivo municipal de su capital, Ushuaia, se retrasmitió el segundo partido de Argentina en la fase de grupos, frente a Croacia.

Las peores premoniciones, sin embargo, se han cumplido. La preparación fue dantesca y lo de las críticas a Messi parece algo sin solución. La prensa es una de las principales lanzaderas de ataques contra él en su país natal. Tierra del Fuego y Ushuaia no son una excepción. Ignacio Chávez es periodista del diario Ushuaia 24 (U24). "La figura de Messi tiene dos percepciones en Ushuaia", explica a El Confidencial: “Por un lado, se lo considera como la figura máxima y hombre capaz de dar la vuelta al Mundial, aportando los goles que necesita la selección. Sin embargo, en los últimos años, ha generado un creciente rechazo por su falta de tantos en los partidos internacionales de la selección y situaciones como la de no cantar el himno nacional".

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Lo de no cantar el himno, lo de las sensaciones en el campo, tiene difícil arreglo teniendo en cuenta la desmedida pasión de un hincha argentino estándar. Por eso precisamente la afición, a través de las redes sociales, es otra de las lanzaderas de críticas hacia Messi. "No pasa porque juegue en España”, recalca Chávez. “Pasa porque con nosotros no demostró ser tan buen jugador y dar todo en los partidos". Pero hay una buena noticia para Messi: en Tierra del Fuego le empezaron a mirar con otros ojos en septiembre. La selección acababa de abandonar el césped tras un nuevo fiasco. No habían podido superar a Venezuela en el Monumental de Buenos Aires, y la clasificación para Rusia estaba muy cuesta arriba y con pocas balas en la recámara. Afuera, en el pasillo por el que los jugadores abandonarían el estadio, esperaba Franco Ruiz, un niño de Tierra del Fuego, procedente de Río Grande, que estaba en tratamiento en la capital federal.

Messi, en medio de la bronca y el nerviosismo propios de estas debacles en Argentina, tuvo la delicadeza de desviarse y acercarse a saludar a Franco, que estaba con sus padres. Le abrazó, se hizo fotos con él y le firmó la camiseta. Franco había sido operado semanas antes. Le tuvieron que colocar 56 clavos en las piernas. Intentando animarle desesperadamente, sus padres le prometieron que si aguantaba y no lloraba le llevarían a conocer a Messi en el próximo partido de la selección. Era todo un farol, pero les salió de maravilla. “Simplemente un saludo le alegró la vida a mi hijo, los dos nos dormimos muy tarde ese día mirando el video una y otra vez”, comentó ante la prensa Francisco Ruiz, el padre del pequeño. Toda Tierra del Fuego, por extensión, quedó muy agradecida.

Messi, de paso, ganó puntos en un pulso que pierde desde el pitido inicial, por haber sido criado al otro lado del mundo, lejos de aquellos a los que representa en citas como la de Rusia, y por vivir permanentemente comparado con Maradona. La sombra de Diego es muy alargada, llega con facilidad hasta el fin del mundo, y eso a Messi le está costando un poco más.

Como punto de aliento de la selección argentina, Ushuaia se transforma cada cuatro años en época mundialista, y está irreconocible. “Se paraliza la ciudad entera”, asegura el periodista ushuaiense. “En los colegios se instalan televisores, aunque muchos deciden no ir directamente con el respaldo total de los padres. En los trabajos también se instalan pantallas y ningún jefe se opone. Con cada victoria argentina, la ciudad entera se congrega en el centro y en la Plaza Cívica”.

2018 parece ser la gran oportunidad para que en la Plaza Cívica de Ushuaia, allá donde ya se huele la Antártida, celebre el Mundial de Messi, el Mundial con el que se libere de una presión insoportable. Además, la fábrica de televisores esta vez devuelve el dinero si Argentina sale campeón. Están lejos, pero aprietan.