Es noticia
Morata o la felicidad del delantero
  1. Deportes
  2. Fútbol
marcó el segundo gol

Morata o la felicidad del delantero

El maniquí de la camiseta republicana reclama su puesto de titular en el elenco de Lopetegui. Es un futbolista diferente, que entiende a lo que juega el equipo y, por primera vez feliz

Foto: Morata, en uno de sus fallos del partido. (Reuters)
Morata, en uno de sus fallos del partido. (Reuters)

La 'republicana' se puso por primera vez en el torso de Morata en la goleada de España a Costa Rica por 5-0. Adidas tenía que escoger maniquí entre sus jugadores de La Roja y eligió al 9. Es un hombre de moda, pasea por Las Rozas con una sonrisa que no se le recordaba en el Real Madrid. Hace 'tournée' por las radios hablando de su felicidad, de lo que ha encontrado en Londres, de esa sensación nueva en su vida que es ser titular algo que, hasta el momento, no le había pasado. Tanto en el equipo blanco como en la Juventus había opciones por delante de él, los entrenadores no terminaban de confiarle el gol por completo a él. Pero Conte sí, siempre le quiso y ahora su Chelsea pivota alrededor del espigado ariete. Y Lopetegui también.

En el partido decisivo, contra Italia, no jugó de titular. Lo que para otro delantero podría haber sido casi una afrenta él se lo tomó con normalidad, no suele Morata enfurecerse. Dijo que comprendía que no hubiese un punta, que podía convivir con la idea del falso 9, un invento tan español como la fregona, el chupa chups o las polémicas absurdas sobre las tonalidades de una camiseta. Que haya alternativas no significa que Morata no sea un fijo, es solo una muestra más de que el fútbol evoluciona y un entrenador tiene que saber adaptarse a las circunstancias que propone el juego.

Foto: Silva celebra uno de sus tantos. (Reuters)

Morata, con España, es un gigante entre pitufos, pero futbolísticamente se entiende con el resto, porque no es un delantero tronco, de esos que se mete hasta la portería a cabezazos si es preciso. Tiene gol, pero no solo gol. Junto a Silva, Isco o Thiago parece enorme, pero su distancia al suelo no cambia que sea de la misma especie. Sí, nunca hará un caño como el que le metió Isco a un pobre costaricense que por allí pasaba, pero no es cojo tampoco. La muestra, su gol, el segundo del partido, en el que se cambia el balón de pie buscando el recurso que más le acercase a su meta, que no era otro que marcar gol.

Hay algo admirable en el juego de Morata, extraño en muchos otros futbolistas, y es el conocimiento de su oficio. Morata puede tirar 200 desmarques en una misma jugada si es eso lo que le pide la noche. Moverse a izquierda o a derecha, cuerpear y tirar de espaldas para alejar a los centrales. Tiene las hechuras para ello y durante un buen rato Costa Rica no supo como contener esa pantalla que detenía a los centrales de la opción de irse a por los virgueros de la segunda línea.

La ambición no desmedida

En todas las frases que ha dicho esta semana, muchísimas, porque ha llegado a Madrid con la agenda repleta, ha querido demostrar que sabe cuál es su lugar en el mundo del fútbol. No tiene un ego desmedido, ahora se sabe más importante que antes, pero no quiere asegurarse como delantero titular, ni considerarse mejor que nadie. Resulta curioso porque, a todas luces, es una estrella. Un fichaje de 80 millones de euros, el puesto de titular en un equipo que el año pasado fue campeón en Inglaterra y un buen puñado de goles para aderezar esa ensalada personal. Pero no levanta la voz en ese sentido, es más, cuando le preguntan, por ejemplo, por Cristiano Ronaldo, remarca que el portugués vive en un mundo superior al suyo. Es cierto que nunca ha demostrado lo que su excomparñero, ni probablemente lo hará nunca, pero muchos otros de menos nivel serían incapaces de aceptar una realidad así. Ego lo llaman.

El madrileño sigue teniendo espacio para crecer. Remata bien, pero no tan bien como los delanteros clásicos. Ronaldo, el genuino, no fallaba nunca contra el portero, algo que a Morata le pasa con frecuencia. Incluso contra Costa Rica sucedió así. Marcó uno difícil y falló dos que, en apariencia, eran más sencillos. Le fallan los últimos pasos, los momentos en los que la frialdad es necesaria. A veces falla, pero como genera muchas opciones al final termina consiguiendo un saldo positivo.

placeholder
Soccer Football - International Friendly - Spain v Costa Rica - Estadio La Rosaleda, Malaga, Spain - November 11, 2017 Spain’s Alvaro Morata celebrates scoring their second goal REUTERS Jon Nazca

El factor X de Costa

El estado de felicidad del delantero está acorde con el del resto de la selección. Escucharán los próximos meses hablar de la opción de ganar el Mundial, aunque cualquier español sabe de la dificultad que eso tiene. No importa, el equipo ilusiona, tiene fútbol de salón y es capaz de hacer enloquecer a cualquier equipo rival. Isco, Thiago, Silva, Iniesta, bajitos geniales. Y Morata, que hace un poco de Torres y un poco de Villa con respecto a aquellas selecciones históricas. Tiene una zancada larga, como el fuenlabreño; se mueve mucho, como el asturiano.

Quizá lo más curioso es que la idea original de Lopetegui le excluía de la titularidad. De hecho, no es posible saber si en el futuro lo será, pues en esta España hay un factor X, Diego Costa. El brasileño de nacimiento le gusta mucho al seleccionador, que cuando accedió al cargo pensó en él como el jugador que le iba a aportar la pólvora. Aún está a tiempo de suceder, pero por el camino se ha encontrado que, cuando menos, tendrá competencia en Morata. Porque juega y porque marca, porque nadie sabe realmente cómo funcionará Costa en su enésima resurrección.

Hay, además, una cuestión estilística que beneficia a Morata en relación a su competencia. Está en el entendimiento de un equipo único, porque España será o no la mejor selección, eso lo dirá el terreno de juego, pero es seguro que será la selección que más tocará el balón, que más jugará al primer pase y más paredes organizará. Esta visión del fútbol, a veces señalada como la única válida por algunos puristas, es un entorno confortable para Morata y un lugar algo hostil para Costa, que por unas cosas y otras nunca se ha sentido cómodo en esta filarmónica de pases.

La 'republicana' se puso por primera vez en el torso de Morata en la goleada de España a Costa Rica por 5-0. Adidas tenía que escoger maniquí entre sus jugadores de La Roja y eligió al 9. Es un hombre de moda, pasea por Las Rozas con una sonrisa que no se le recordaba en el Real Madrid. Hace 'tournée' por las radios hablando de su felicidad, de lo que ha encontrado en Londres, de esa sensación nueva en su vida que es ser titular algo que, hasta el momento, no le había pasado. Tanto en el equipo blanco como en la Juventus había opciones por delante de él, los entrenadores no terminaban de confiarle el gol por completo a él. Pero Conte sí, siempre le quiso y ahora su Chelsea pivota alrededor del espigado ariete. Y Lopetegui también.

Álvaro Morata
El redactor recomienda