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Sampaoli y Messi contra el mal de altura
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depende de sí misma, pero ahora está fuea del mundial

Sampaoli y Messi contra el mal de altura

El técnico de la selección argentina necesita una victoria en Quito para que la albiceleste se meta en el Mundail de Rusia. El equipo de Messi se enfrenta al mayor fracaso de la historia de su fútbol

Foto: Messi, cariacontecido en el partido contra Perú.  (EFE)
Messi, cariacontecido en el partido contra Perú. (EFE)

A 2.850 metros de altura el oxígeno escasea, los alveolos no son capaces de transportar la misma cantidad de gases a la sangre que a nivel del mar y todo esfuerzo se convierte en una condena. Hay mareos, cefaléas, agotamiento, trastornos de sueño y la elevación del ritmo cardiaco. También provoca nervios, aunque la selección argentina no necesita, ni por asomo, subir tan alto para estar en estado catatónico. Quito es la ciudad que, a buen seguro, contendrá todos esos síntomas, y alguno más, para la banda de Messi. Total, ya en Buenos Aires tienen la inquietud a flor de piel y la capital del país esta a una altitud media de 25 metros sobre el nivel del mar.

Lo de la altura no es una excusa, es una realidad. Argentina se juega la vida en una de las capitales más altas de Sudamérica, y sus cartas no son las mejores, más bien al contrario. En el momento en el que empiece a rodar el balón en Ecuador, el equipo albiceleste estará fuera del Mundial. En su mano está revertir esa situación, ganar y abrirse hueco en Rusia. Aunque sea por la repesca.

Foto: Fc barcelona players lionel messi and neymar attend a news conference to announce the sponsorship deal between the team and rakuten inc. in tokyo Opinión

Tienen, en todo caso, la historia en contra. Argentina ha tenido tradicionalmente equipos superiores a Ecuador, pero ganar en Quito son palabras mayores. Seis veces acudieron al estadio Olímpico Atahualpa, solo una se fueron con los tres puntos. Si, el equipo de Antonio Valencia está haciendo una clasificación horrible, son a buen seguro peores que un equipo que alinea a Messi (entre otras grandes estrellas de la Champions). Pero la altitud, esos 2.850 metros, siempre fueron un temor para los albicelestes.

El precedente positivo, la única victoria, se dio en 2001, cuando peleaban por clasificarse para el Mundial de Corea y Japón. Los goleadores fueron Juan Sebastián Verón y Hernán Crespo. En el banquillo se sentaba un ejemplo, un genio, un ídolo. Un loco: Marcelo Bielsa. Y ese es, precisamente, el mayor punto de unión de las dos argentinas. Ya no está el exentrenador del Athletic, pero si tiene un sucesor en el fútbol actual ese es Jorge Sampaoli.

Un seleccionador que, por descontado, se la está jugando. No clasificar a Argentina para la fase final del Mundial no es solo un error, ni siquiera un fracaso. Las palabras se quedan muy cortas para definir lo que puede rasgar la nación entera ese inmenso error. No se consideraba siquiera una opción, sería un escarnio de proporciones siderales. Es, también, una posibilidad tangible ahora mismo. Se masca la tragedia.

Y si la debacle pasa, nadie va a salvarse. Empezando, por supuesto, por Sampaoli. Llegó en verano, después de forzar su salida del Sevilla, y Argentina respiró por unos días aliviada. Llegaba por fin un entrenador, que a Bauza ni lo consideraban. Con Sampaoli la gloria en la mano, se leía en sus periódicos. Sampaoli y Messi, un dúo hecho para enfrentarse a cualquier reto.

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BAS126. BUENOS AIRES (ARGENTINA), 05 10 2017.- El entrenador de Argentina Jorge Sampaoli (i) dirige hoy, jueves 5 de octubre del 2017, en un partido por las eliminatorias sudamericanas al Mundial de Rusia 2018 entre Argentina y Perú en el Estadio La Bombonera de Buenos Aires (Argentina). EFE David Fernández

El fracaso de Messi, el fracaso de Sampaoli

Tan pronto eso como el alboroto por una probable eliminación. La última vez que Argentina vio por la televisión un Mundial fue hace más de 40 años, en México 1970. En aquellos días había menos equipos en la cita y la clasificación sudamericana era bastante más complicada que la actual, en la que entran cuatro países directos y uno más tiene la opción por medio de una repesca. La opinión pública en el país del Cono Sur no es, precisamente tibia. El nivel de nerviosismo y excitación es extremo. El martes es la sentencia.

Y lo puede ser también para Sampaoli. Sí, es cierto, si hay un descalabro no será el principal padre del mismo. Lleva poco tiempo en el banquillo, pero en realidad tampoco ha arreglado nada. Para eso le contrataron, por eso hubo circo en verano en Sevilla, con el me voy o me quedo. Se comprometió a llevar a su país a buen puerto. Debió suponer que no era algo tan difícil porque, al fin y al cabo, Messi sigue habiendo nacido en Rosario y, consecuentemente, es argentino. Pero no, las cosas no han mejorado y en Quito el drama puede reinar.

Se le contrató con la premisa de empezar a jugar bien, o jugar a algo al menos. De montar un equipo de lo que es, desde hace años, una anarquía. Intentar que la cosa sea algo más que darle el balón a Messi y que él reviente las costuras de todos los defensas que le vayan encimando. Es la estrella, es el mejor de todos, pero no es el único jugador válido de todo el conjunto argentino. Por más que lo parezca con demasiada frecuencia.

Foto: Messi, en el partido contra Las Palmas jugado en el Camp Nou a puerta cerrada. (Reuters) Opinión

Un horizonte negro pero que, curiosamente, pudo ser peor. La derrota de Colombia contra Paraguay permite a los albicelestes depender de sí mismos para meterse, cuanto menos, en la repesca. "En el vestuario hay un clima de entusiasmo cuando nos enteramos que si ganamos el partido en Quito nos clasificamos", decía Sampaoli en la conferencia de prensa. Es improbable, claro, que la palabra entusiasmo defina a un equipo que acababa de empatar en La Bombonera contra Perú y que no ha ganado ninguno de los últimos cuatro encuentros. Quizá más bien aliviados. Porque en Ecuador una victoria es rascar, cuanto menos, una repesca contra Nueva Zelanda.

Perder en Ecuador sería el mayor fracaso de la historia del fútbol argentino. Y, también, uno de los mayores lastres para valorar la carrera de Leo Messi. 'La pulga' compite contra la historia, contra Maradona o Pelé, ambos campeones del mundo. Y en Rusia el barcelonista puede tener su última oportunidad. Estuvo cerca en Brasil, fue finalista. Pero ser finalista solo te convierte en el más ilustre de los perdedores. Verlo desde casa, por supuesto, sería mucho más que todo eso. Un disparo sobre la línea de flotación del astro.

A 2.850 metros de altura se juega su futuro cercano con la selección. Cefáleas, mareos, problemas de sueño y nervios. Muchos nervios.

A 2.850 metros de altura el oxígeno escasea, los alveolos no son capaces de transportar la misma cantidad de gases a la sangre que a nivel del mar y todo esfuerzo se convierte en una condena. Hay mareos, cefaléas, agotamiento, trastornos de sueño y la elevación del ritmo cardiaco. También provoca nervios, aunque la selección argentina no necesita, ni por asomo, subir tan alto para estar en estado catatónico. Quito es la ciudad que, a buen seguro, contendrá todos esos síntomas, y alguno más, para la banda de Messi. Total, ya en Buenos Aires tienen la inquietud a flor de piel y la capital del país esta a una altitud media de 25 metros sobre el nivel del mar.

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