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Argentina, en la final más repetida de la historia, desafiará el favoritismo alemán
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será la tercera entre ambas selecciones

Argentina, en la final más repetida de la historia, desafiará el favoritismo alemán

A partir de ahora, la final del Mundial será sinónimo de un duelo cada vez más eterno. Los argentinos y los alemanes reeditan las finales de 1986 y 1900

Foto: Maradona llora tras perder la final del Mundial de Italia'90 (Imago).
Maradona llora tras perder la final del Mundial de Italia'90 (Imago).

A partir de ahora, la final del Mundial será casi sinónimo de un duelo cada vez más eterno: Alemania-Argentina; Argentina-Alemania. Nunca hubo una final que se repitiera hasta en tres ocasiones, y el próximo 13 de julio se verá el tercer duelo entre dos gigantes del fútbol planetario. Uno buscará la cuarta estrella y colocarse por encima en el palmarés de Italia, que también tiene cuatro Copas del Mundo, pero sólo una Eurocopa, por las tres de Alemania. Mientras que Argentina quiere volver a ser la mejor, como ya hiciera en el 78 y en el 86. En una le ganó a la que fue este miércoles su rival, Holanda; la otra, a la que será su rival el domingo; Alemania.

Burruchaga, Matthäus, Valdano, Brehme. Maradona y Rummenigge. Messi y Müller. Nombres que son historia viva del fútbol mundial y que lucharon o lucharán por la copa dorada en el último partido, el que elige a los héroes y a los villanos; a las leyendas y a las patrañas. No hay un momento más grande para un jugador de fútbol, no lo hubo para Matthäus ni para Maradona al ser los encargados de representar a toda su nación en el palco, para levantar el trofeo a lo más alto, y con él, los corazones de millones de personas entusiasmadas de felicidad incontenible. Unos lloraron en el 86 y sonrieron en el 90. Otros, justo al contrario.

El Alemania-Argentina no es sólo la final más repetida de la historia de los Mundiales, ya que estamos en la Copa del Mundo de los records, sino que también es la única que se jugó en dos ediciones de forma consecutiva. Cuatro años en los que nadie pudo hacer sombra a la Mannschaft ni a la Albiceleste. Ni siquiera la Francia de Platini o la Italia de Ancelotti, por supuesto tampoco la España de la ‘Quinta del Buitre’. Una vez se citaron sobre el césped del estadio Azteca, se gustaron, o se odiaron tanto que quisieron repetir la experiencia, por placer o por tirria y venganza se citaron tras cuatro años en el Olímpico de Roma, con un final muy distinto.

Argentina había sido campeona del mundo en 1978, en casa y recuperando el ánimo de un país hundido en una crisis sin sentido. Pero Kempes nunca ha tenido el cariño argentino que ha tenido los últimos 28 años Diego Armando Maradona. El Pelusa se ganó a su nación tanto con la ‘Mano de Dios’ como con el ‘Gol del siglo’. No jugó su mejor partido contra Alemania, pero sus cuartos de final clamaron al cielo reclamando el cetro del más grande de la historia que nadie se planteó para el Matador. La dictadura de Videla quita brillantez a la pérdida de la virginidad mundialista de una Argentina que sí amó su segunda vez.

De hecho, cualquier habitante de la Pampa recuerda mejor, sin duda, esos cuartos de final contra Inglaterra que incluso la final contra Alemania, aunque muchos gimotearán al recordar el gol de Burruchaga en el 83. Argentina tenía el partido ganado cuando Rummenigge y Völler empataron los tantos de Brown y Valdano. El Azteca, lleno de camisetas celestes y blancas, enmudeció con la potencia alemana, que parecía acabar con cualquier dominio previamente establecido. Pero la tocó Diego, sin depresión encima que valga, con una clarividencia que sólo ha tenido él en esto del fútbol, y entre el jolgorio aún reinante en los alemanes, apareció Burruchaga para cruzársela a Schumacher y coser la segunda estrella dorada al pecho albiceleste. Argentina, por entonces, empataba en Mundiales a Alemania.

Un alemán no olvida, y Beckenbauer mucho menos. El Kaiser ha jugado finales, como buen germano que es (porque si se es alemán, es para jugar finales) y, como también es normal, las ha perdido. Ha perdido varias finales, como jugador y como entrenador, pero siempre se ha recuperado de todas. Como entrenador, una carrera no demasiado larga, perdió una final, la susodicha contra Argentina, y una semifinal contra Holanda en 1988. Franz no podía irse de la Mannschaft sin ganar un título, y qué mejor que fuera la Copa del Mundo. Lo hizo, olvido todas las penas históricas de Alemania desde el Mundial que él mismo levantó en el Olympiastadion de Berlín, y volvió a conducir a su país al éxito.

Ganó Alemania a Argentina en Roma, pero nadie recordará aquel partido como un choque de gran belleza ni estética. Nada que ver con el magnífico espectáculo que el público mexicano pudo ver cuatro años atrás. Los argentinos fueron los primeros en toda la historia en sufrir dos expulsiones en la final de un Mundial. Sólo un gol se vivió en Roma, el que anotó Andreas Brehme desde los once metros en el 85, para culminar una Copa del Mundo no especialmente bonita, ni mucho menos. Pero Alemania se puso su tercera estrella, la misma que sigue luciendo hasta la fecha.

Y ambos quieren añadir una más, una estrella de cinco puntas, una copa a las vitrinas. Los dos países necesitan una alegría. Ambos, acostumbrados a éxitos constantes o al menos relativamente intercalados en el tiempo, llevan demasiado tiempo sin sumar un título. Alemania no vence desde la Eurocopa del 96, mientras que nada lleva color albiceleste desde la Copa América del 93. Ese es el objetivo a conseguir por Lionel Messi y Thomas Müller, por el Pipa Higuaín y Mesut Özil. Y no duden, señoras y señores, volveremos a vivir esta final en los próximos años.

A partir de ahora, la final del Mundial será casi sinónimo de un duelo cada vez más eterno: Alemania-Argentina; Argentina-Alemania. Nunca hubo una final que se repitiera hasta en tres ocasiones, y el próximo 13 de julio se verá el tercer duelo entre dos gigantes del fútbol planetario. Uno buscará la cuarta estrella y colocarse por encima en el palmarés de Italia, que también tiene cuatro Copas del Mundo, pero sólo una Eurocopa, por las tres de Alemania. Mientras que Argentina quiere volver a ser la mejor, como ya hiciera en el 78 y en el 86. En una le ganó a la que fue este miércoles su rival, Holanda; la otra, a la que será su rival el domingo; Alemania.

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