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Messi salva del sonrojo a Argentina y borra el sueño iraní con otro zarpazo 'mundial'
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el '10' marcó en el 91

Messi salva del sonrojo a Argentina y borra el sueño iraní con otro zarpazo 'mundial'

El '10' argentino estuvo desaparecido durante todo el choque, pero surgió cuando se le necesitaba, en el descuento, para meter a su selección en los octavos

Foto: Messi estuvo muy desaparecido en todo el partido, pero apareció para meter a Argentina en octavos (Reuters).
Messi estuvo muy desaparecido en todo el partido, pero apareció para meter a Argentina en octavos (Reuters).

Argentina sigue sin mejorar, y lo peor es que no tiene visos de poder dar una vuelta de tuerca relevante que ponga a la Albiceleste en el panorama de las mejores del mundo. No está ni cerca de aproximarse al buen estilo de Alemania, Francia, ni siquiera a la elegancia esporádica de Italia. No hay Messi suficiente para convertir a esta Argentina en una máquina de jugar bien, que parece descartado por todos y ya ni se le espera, pero sí para ganar. Para eso sirve Messi en este Mundial. En esto del fútbol lo importante es ganar y ganar, nada más. Tantos y tantos campeones del mundo lo han sido sin que su juego pasase a los anales de la historia. El caso de España fue una agradable excepción de una historia plagada de vencedores planos. Pero lo que no le pasó a España, le pasó a Argentina. Apareció el grande, el mejor del mundo, para destrozar las ilusiones iranís en el descuento. Messi, dos goles, seis puntos, y a octavos.

La lógica se impuso aunque sea en su mínima expresión, Argentina está en octavos de final como primera de grupo, es algo natural, casi antropológico. La superioridad física, técnica y psicológica de los argentinos era tan grande sobre Irán que era cuestión de tiempo que acabaran rompiendo el férreo cerco persa para imponer su calidad. Pero esa calidad reside únicamente en expresiones puntuales individuales, como en el gol de Messi, y no en un juego colectivo en la acepción más pura de tal adjetivo. Una jugada elaborada creó Argentina en todo el partido: triangulación entre Di María, Higuaín y Agüero para el disparo del Kun. A partir de ahí, el vértigo de Di María, la movilidad de Agüero y las subidas de Marcos Rojo. De Messi, sin noticias hasta el 91. Eso sí, cuando aparece, lo hace a lo grande.

La Pulga volvió a hablar en el vestuario y Sabella, como es ya tradición, acató y cumplió las premisas del 10. Pidió Messi que jugaran Higuaín y Gago, como en el segundo tiempo contra Bosnia, y el Pachorra le hizo caso y sacó a ambos exmadridistas de inicio. Lo cierto es que esa alineación, en un claro 4-3-3 con Gago y Di María como los interiores de Mascherano, en teoría debía aportar más claridad al indolente juego argentino. El de Boca se ofrecía en el medio para crear, ejerciendo de la figura más parecida posible en esta plantilla del clásico ‘5’ argentino que se perdió por el camino. Pero la fluidez no aparecía.

Queiroz no es tonto. Sabe, como sabe medio mundo, que Irán no puede competir en prácticamente nada con Argentina. Necesitaba que sus persas fueran agresivos, intensos y fuertes físicamente para agobiar al poseedor del balón albiceleste y le hicieron caso desde el primer instante. Desde el segundo treinta, Dejagah y Ghoochanneijhad, especialmente, comenzaron a repartir estopa de forma tan disimulada que la primera tarjeta del partido fue para Javad Nekounam en el minuto 53 del partido. Faltas a destiempo, algo fuertes y desmedidas, pero suficientes para parar cualquier acción de ataque argentino. Cuatro hombres formaban la zaga y los otros cinco del centro del campo se juntaban a ellos para formar una telaraña impenetrable.

Con todo esto dispuesto sobre el campo, la profundidad por las bandas iba a ser determinante para el beneficio argentino. Pero con Di María actuando como interior, o falso interior, o como queramos llamarlo, y sin un extremo derecho puro o medio puro, o algo que se le parezca, el único que llegaba a la línea de fondo vestido de blanco y celeste era Marcos Rojo. El hombre que menos gusta a la hinchada de la bicampeona, fue el que más destacó de largo de entre todos los argentinos. Pero ningún centro del jugador del Sporting Club encontró rematador. Higuaín, de hecho, remató una sola vez.

El campo, volcado en el primer acto hacia Persia, se niveló como una balanza con el idéntico peso en ambos brazos. De repente, como inspirados por la fuerza que le otorgaba el empate hasta entonces logrado, los iranís empezaron a asomarse por el marco de Romero, que en la primera parte tan sólo llegaron a balón parado. Empezó a destacar Dejagah como puñal del equipo de Queiroz. Superó a Zabaleta en un cabezazo que fue directo al cuerpo de Romero y después, con el mismo jugador del Manchester City, provocó la acción más polémica del partido. Dejagah llegó antes a un balón dividido, y Zabaleta llegó tarde y derribó tan claramente al iraní que sorprendió que lo que señaló Mirolad Mazic fue saque de puerta.

El árbitro serbio se está ganando con muchas ganas no pitar a partir de la ronda de grupos. Fue el hombre que rompió el que podía ser uno de los mejores partidos de esta Copa del Mundo 2014, el Alemania 4-0 Portugal de la primera jornada. En ese encuentro, señaló un penalti que no parecía ser que sirvió para adelantar a la Mannschaft, y minutos después expulsó a Pepe sin nada aparente que pitar. Ahora, de nuevo, ha vuelto a destacar por lo negativo, evitando lo que quizás pudo ser el penalti que diera una histórica victoria a Irán.

Tardó mucho Sabella en tomar una decisión que no debería haber pospuesto y es realizar cambios en un equipo en el que no había nada de frescura. Quitó al Kun y a Higuaín, ambos desaparecidos en combate desde la reanudación, e introdujo a Palacio y Lavezzi sin que de forma inmediata dieran resultado. Sólo el empuje clásico argentino hizo que Irán acabase encerrado en su campo. Y cómo no, quién si no, Messi. Apareció el de siempre, o el de los años que no eran 2014. Messi no rompió en todo el partido, parecía apagado y ausente, como siempre. Pero lo que sí rompió el corazón de miles de iranís que se veían empatando con un campeón del mundo. Lo hizo de forma clásica, con un disparo marca de la casa con una rosca desde la derecha a la escuadra izquierda. Metió Messi dos zarpazos en dos jornadas para meter a una mala Argentina en los octavos de final.

Ficha técnica:

1 - Argentina: Sergio Romero; Pablo Zabaleta, Ezequiel Garay, Federico Fernández, Marcos Rojo; Fernando Gago, Javier Mascherano, Ángel Di Maria (Lucas Biglia, m.91); Sergio Agüero (Ezequiel Lavezzi, m.76), Lionel Messi y Gonzalo Higuaín (Rodrigo Palacio, m.76).

Seleccionador: Alejandro Sabella.

0 - Irán: Alireza Haghighi; Pejman Montazeri, Seyed Hosseini, Amir Sadeghi y Mehrdad Pooladi; Masoud Shojaei (Khosro Heydari, m.76), Andranik Timotian, Javad Nekounam y Ehsan Haji Safi (Reza Haghighi, m.87); Ashkan Dejagah (Alireza Jahan Bakhsh, m.84) y Reza Ghoochannejad.

Seleccionador: Carlos Queiroz (Portugal).

Gol: 1-0, m.91: Lionel Messi.

Árbitro: Milorad Mazic (Serbia) amonestó a Nekounam y Shojaei (I)

Incidencias: Partido de la segunda jornada del Grupo F disputado en el estadio Mineirao ante 57.698 espectadores.

Argentina sigue sin mejorar, y lo peor es que no tiene visos de poder dar una vuelta de tuerca relevante que ponga a la Albiceleste en el panorama de las mejores del mundo. No está ni cerca de aproximarse al buen estilo de Alemania, Francia, ni siquiera a la elegancia esporádica de Italia. No hay Messi suficiente para convertir a esta Argentina en una máquina de jugar bien, que parece descartado por todos y ya ni se le espera, pero sí para ganar. Para eso sirve Messi en este Mundial. En esto del fútbol lo importante es ganar y ganar, nada más. Tantos y tantos campeones del mundo lo han sido sin que su juego pasase a los anales de la historia. El caso de España fue una agradable excepción de una historia plagada de vencedores planos. Pero lo que no le pasó a España, le pasó a Argentina. Apareció el grande, el mejor del mundo, para destrozar las ilusiones iranís en el descuento. Messi, dos goles, seis puntos, y a octavos.

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