El autoengaño de Flick: cuando una "derrota positiva" esconde un problema en el Barça
Tanto PSG como Sevilla han demostrado que, sin el colmillo de Lamine Yamal y Raphinha, si un equipo es capaz de ahogar a Pedri, el fútbol de ataque culé se ahoga por completo
Flick pide intensidad a sus jugadores ante el Sevilla. (Reuters/Marcelo del Pozo)
Octubre no ha comenzado bien para el Barcelona. El conjunto azulgrana ha sufrido dos derrotas en el nuevo mes, dos tropiezos consecutivos que han levantado algunas dudas en el equipo. Hansi Flick se anticipó y, en la rueda de prensa posterior a la derrota contra el Sevilla (4-1) afirmó que no estaba enfadado por lo sucedido y que, de hecho, podía sacar muchas lecturas positivas del partido. Pero la realidad es que Matías Almeyda, como Luis Enrique unos días antes, encontraron oro.
Si analizamos en frío lo ocurrido, la realidad es que las dos derrotas han llegado por detalles: ante el PSG, el gol de Gonçalo Ramos llegó en el minuto 90, justo cuando el partido estaba a punto de acabar. Ante el Sevilla, a pesar de los desastrosos primeros 45 minutos, el Barça tuvo la oportunidad de empatar desde el punto de penalti en el 76', pero Robert Lewandowski mandó su lanzamiento fuera. Si esos detalles se hubieran limado, podríamos estar hablando de otra cosa.
Pero la realidad es como es y, lo cierto, es que el Barcelona ha sufrido dos tropiezos consecutivos que confirman varias realidades. La más evidente es que, después de muchos meses, el Sevilla se ha convertido en el primer equipo capaz de desarmar de verdad al conjunto azulgrana, encontrando constantemente sus debilidades para hacer daño. De hecho, si Isaac Romero hubiera estado más acertado, los azulgranas habrían endosado un saco de goles difícil de justificar.
Y, aun así, cayeron por un contundente 4 a 1, al que Flick quita hierro: "Tenemos que tomar esta derrota de forma positiva. Me quedo con la reacción de la segunda parte. No creo que sea un problema del sistema ni de estrategia, sino que cometimos errores grandes. Esta derrota no fue tan dura. Sí lo fue la semifinal de Champions", explicaba el técnico azulgrana. Pero la realidad es que, después de muchos meses, el Barcelona fue irreconocible y no supo a qué debía jugar.
Pedri se lamenta en un momento del partido contra el Sevilla. (AFP7)
La realidad es que tanto Luis Enrique como Matías Almeyda encontraron y exploraron una debilidad de la que sacaron mucho rédito: Pedri. PSG y Sevilla descubrieron que, sin la necesidad de hacer sobreesfuerzos en la protección de los costados, ahogando al jugador canario, el fútbol del Barcelona no fluye. Las lesiones de Lamine Yamal y de Raphinha permiten a los equipos sufrir menos en las bandas y, por ello, liberan jugadores para apretar en el medio.
Hasta que Yamal bajó su rendimiento en la segunda parte ante el conjunto galo, el Barça encontraba fluidez en su juego. Pedri encontraba los espacios, gracias a que el PSG trataba de evitar que el extremo azulgrana recibiera con muchos metros por delante y se aculaba hacia la banda derecha del ataque rival. Pero cuando el internacional español perdió enteros, el medio del campo ahogó a Pedri... y se acabó el equipo culé. El monólogo fue absolutamente parisino.
Tanto que Flick decidió quitar a Pedri en el minuto 79 para tratar de explorar otras opciones, pero sin éxito, pues el gol de Ramos acabó con las esperanzas de rascar un empate ante el vigente campeón de Europa. Pero el verdadero problema sucedió ante el Sevilla. Sin Yamal y sin Raphinha, ambos lesionados, solo Rashford ofrecía esa profundidad en banda, mientras que Ferran volvía a confirmar que es mucho mejor ariete que futbolista de banda. Y Almeyda lo vio claro.
Siguiendo el guion de Luis Enrique, el técnico del Sevilla optó por secar a Pedri y el Barça se ahogó. A pesar de tener la posesión, era absolutamente inocua y carente de profundidad, lo que permitía a los hispalenses robar en posiciones avanzadas y buscar la portería de Wojciech Szczesny. Si el canario no entra en juego, el equipo lo nota y la única manera de lograr que lo haga es ofrecer peligro en otras zonas. La única vez que tuvo tiempo y espacio, se inventó una brutal asistencia a Rashford.
Pero Flick no quiso meter el dedo en la llaga y casi que vio el tropiezo con buenos ojos: "Esta derrota la aceptamos y la veo desde una perspectiva positiva. No digo que sea buena, porque hay cosas que hay que cambiar, especialmente en las primeras partes, pero hay que ver el tropiezo de forma positiva". Es un autoengaño por parte del alemán, que intenta ver cosas buenas donde no las hay. O, quizá, es una manera de proteger al equipo, que no ha empezado octubre de la mejor manera posible.
Octubre no ha comenzado bien para el Barcelona. El conjunto azulgrana ha sufrido dos derrotas en el nuevo mes, dos tropiezos consecutivos que han levantado algunas dudas en el equipo. Hansi Flick se anticipó y, en la rueda de prensa posterior a la derrota contra el Sevilla (4-1) afirmó que no estaba enfadado por lo sucedido y que, de hecho, podía sacar muchas lecturas positivas del partido. Pero la realidad es que Matías Almeyda, como Luis Enrique unos días antes, encontraron oro.