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Lo que esconde la locura de Mbappé ante el Alavés y la buena noticia que puede pagar el Arsenal
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Lo que esconde la locura de Mbappé ante el Alavés y la buena noticia que puede pagar el Arsenal

El galo vio su primera roja en España tras una dura patada. Pero este mal momento puede ser canalizado por Mbappé, como hizo otras dos veces, para reencontrar su mejor versión

Foto: La durísima entrada de Mbappé a Blanco. (EFE/Adrián Ruiz Hierro)
La durísima entrada de Mbappé a Blanco. (EFE/Adrián Ruiz Hierro)

Una de las imágenes más impactantes de la jornada fue la durísima entrada de Kylian Mbappé sobre Antonio Blanco en Mendizorroza. Corría el minuto 38 de la primera parte cuando, en un balón dividido, el delantero del Real Madrid impactaba con sus tacos en mitad de la tibia del centrocampista del Alavés, una acción que se quedó en un simple susto, pero que pudo devenir en una grave lesión. Una situación extraña que esconde demasiados elementos.

En Vitoria se vio una de las versiones más impotentes de Mbappé en los últimos partidos. Al ariete francés casi no le llegaron balones, tuvo que bajar muchos metros para participar 13 veces en los minutos que estuvo en el campo y, por si fuera poco, los defensas fueron varias veces duros a su búsqueda, con la connivencia arbitral. Todo ello, sumado a que acumulaba cuatro partidos sin marcar, derivó en un cruce de cables que estuvo muy cerca de tener graves consecuencias.

Foto: Bellingham, tras la derrota en el Emirates. (Reuters/Matthew Childs)

La más evidente, la posible grave lesión de un compañero de profesión. Especialmente porque no fue un lance fortuito, sino una acción de pura rabia donde Mbappé no midió bien. Solo necesitó unos segundos para darse cuenta de lo que había hecho, pues ni tan siquiera protestó la jugada. Cabizbajo y triste, abandonaba el campo. Era consciente de que la imagen que acababa de proyectar distaba mucho de lo que es capaz de hacer en el campo. Y, además, pudo quedarse sin final de Copa.

Pero esa acción esconde detrás muchos elementos: frustración por su poca participación goleadora en los últimos partidos; enfado por la manera de jugar del equipo, poco combinativa y con las líneas muy separadas, que provoca su menor interacción en las jugadas; resignación por la permisividad arbitral que hay hacia él (¿se acuerdan del día del Espanyol?); y, sobre todo, el miedo a decir adiós al sueño por el que vistió de blanco. ¿Habrá remontada en Champions?

El Madrid tiene un grave problema de juego en el medio del campo, que provoca que el equipo se parta con facilidad y que los delanteros no reciban balones con claridad. Muchas veces, son los jugadores de ataque los que tienen que buscar el milagro en arrancadas de 40 metros, solos contra el mundo, con poca ventaja más que su propia habilidad. El equipo no juega para Mbappé y eso lo nota, obligado a ingeniárselas para encontrar posiciones ventajosas que, a veces, no encuentra.

El esperpento firmado hace unos días en el Emirates deja al Madrid con pie y medio fuera de la Champions y solo a expensas de un milagro en el Bernabéu para clasificarse. Los blancos, que han estado en 12 de las últimas 14 semifinales, sentirían como un fracaso no superar a un rival que, sobre el papel, es muy inferior a ellos. Y precisamente en la primera temporada de Mbappé, donde busca con ansia hacerse con uno de los pocos títulos que le faltan.

El Madrid está obligado a una remontada de impresión desde el primer minuto, pero la mejor manera de prepararla no es lo sucedido en Mendizorroza. Primero, por el propio sentimiento de Mbappé al tener que dejar el campo de esta mala manera; y, segundo y especialmente, por obligar al equipo a otro calentón extra de jugar 32 minutos con un jugador menos, hasta la expulsión de Manu Sánchez. Otro sobreesfuerzo más para la plantilla en un curso de excesivo trabajo.

La tercera resurrección

Pero dentro de lo sucedido, hay una buena noticia. Mbappé está viviendo una temporada de altibajos, donde atraviesa una especie de montaña rusa. Comenzó muy bien la temporada, con aquel gol en la Supercopa de Europa, pero le costó entrar en la dinámica del equipo. Los problemas de adaptación derivaron en un Mbappé apagado y muy lejos de su mejor versión, lo que le hizo no ser convocado por Didier Deschamps con Francia. Primer golpe recibido por el delantero.

Después de aquello, comenzó a remontar el vuelo con buen fútbol y goles, hasta que se escenificó su segunda muerte. Los dos penaltis fallados ante el Athletic y Liverpool, que coincidieron con un nuevo bajón deportivo, le sirvieron para verse obligado a dar un paso adelante y ser uno de los líderes del Madrid. Su mejor fútbol, con actuaciones brillantes y goles importantes, llegó después de aquello. Su cara de decepción por lo que había hecho en Vitoria augura su tercera resurrección.

Lo primero que hizo Mbappé fue ir al vestuario del Alavés a pedir perdón por lo que había hecho, consciente de que se trata de una acción impropia de un deportista de élite y, mucho menos, de un futbolista como él. Esa frustración y enfado consigo mismo, seguro que provocarán que el futbolista haga autocrítica. Es, sin duda, lo peor que le podía pasar al Arsenal. Después de las dos veces anteriores que le pasó, mostró su mejor versión. Y sería la mejor manera de enseñar lo que mejor sabe hacer.

Una de las imágenes más impactantes de la jornada fue la durísima entrada de Kylian Mbappé sobre Antonio Blanco en Mendizorroza. Corría el minuto 38 de la primera parte cuando, en un balón dividido, el delantero del Real Madrid impactaba con sus tacos en mitad de la tibia del centrocampista del Alavés, una acción que se quedó en un simple susto, pero que pudo devenir en una grave lesión. Una situación extraña que esconde demasiados elementos.

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