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La salvajada de las estrellas del Real Madrid para que el equipo genere pánico
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Ángel del Riego

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La salvajada de las estrellas del Real Madrid para que el equipo genere pánico

Ancelotti da con la tecla en ataque para que el Real Madrid libere a sus cracks y el equipo sea un huracán en ataque. Rodrygo, Mbappé, Vinícius y Bellingham brillan y asustan

Foto: El delantero francés celebra su hat-trick contra el Real Valladolid. (AFP7)
El delantero francés celebra su hat-trick contra el Real Valladolid. (AFP7)

Estamos a mitad de temporada, es enero y el Real Madrid se ha ido hacia lo sencillo. Lo sencillo es solo una parte de lo complejo (dijo el sabio). Lo sencillo es la piedra y lo complejo la cordillera. El maestro Ancelotti es capaz de provocar un alud, cambiando de sitio un canto rodado. Hace ya un mes que el italiano encontró el juego. No se dio de bruces contra él, porque Carletto es un artesano. El juego es algo que ha ido lloviendo sobre los jugadores. Y un buen día, el mismo equipo se reconoce sobre el campo.

No es una labor acabada. En los tiempos del italiano, las cosas terminan el último minuto del último partido del mes de junio. En la tristeza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, así es como se debe reconocer un conjunto. Y el Madrid lo ha hecho sin demasiada algarabía alrededor ni excesivos dramas en el interior. Eso es ideal. Si se levantara ese muro de espuma "el Madrid por fin juega a algo" en los aledaños del equipo, inmediatamente se atrofiaría el mecanismo y los jugadores comenzarían a comportarse como maniquíes en un escaparate.

Es mejor que todos crean que el Madrid gana sin juego, golea sin placer, suma puntos por pura inercia. Incluso las pequeñas heridas tan del Madrid, que es una comunidad hecha a favor del libre albedrío donde no se domestican los instintos ni los egos; le vienen bien. Dormir en un colchón de púas es revitalizante y si un día es Rodrygo el que se reivindica con dos golazos, otro día Vinicius le grita al mundo que nadie se olvide de él, que sigue llevándonos al terreno de la locura con jugadas que nunca se habían visto. Lo importante es que la nave marcha y la música nunca deje de sonar.

placeholder Mbappé ya carbura. (EFE/R. García)
Mbappé ya carbura. (EFE/R. García)

La caja que solo abre el Real Madrid

Pintado de naranja, al Madrid le visitaba el Salzburgo, equipo de Austria, un pueblo del centro de Europa lleno de gentes ordenadas alfabéticamente y en estupenda disposición para caer derrotado en las noches árticas europeas. Equipo bonito y bien dispuesto venido de un país lleno de frío, de orden, de riquezas y avances inauditos, de una moral desapasionada, lleno de aburrimiento y con el suicidio como una opción más en la vida.

Pero el fútbol está en otro sitio. En el desorden, en los países en vías de desarrollo –y no es casualidad que España nunca salga de ese club- en las abismales diferencias sociales, en la doble contabilidad, en la alegría de la burla, en la patada por detrás y en la infancia perenne de Vinícius. Durante los primeros compases, que es como se suele llamar a esos 10 minutos donde no sabemos todavía si la obra derivará hacia la comedia, el drama, el absurdo o el gore; la jugada rondaba con peligro el área del Madrid y los comentaristas chillaban entusiasmados.

placeholder El equipo tiene un abanico de recursos en ataque. (AFP7)
El equipo tiene un abanico de recursos en ataque. (AFP7)

No aprenden. El Madrid de Ancelotti es siempre así. Un inicio moroso donde parece que se deja querer, con los contrarios asaltando las almenas, emocionados por hacer sangre del imperio, y de repente, un detalle. El monstruo que abre un ojo y de la nada que surge un cuchillo. Y tras el cuchillo, otro y otro, o una espera tensa, o una niebla. Y tras la niebla surge Vinícius o Rodrygo o Mbappé o cualquiera de los enemigos del juego con los que cuenta el Madrid para guardar la belleza de este mundo en una caja.

Lo que necesita Rodrygo para triunfar

Una caja a la que solamente tienen acceso los elegidos, esos que se dijeron a sí mismos: soy del Madrid. Ya está. Y firmaron un contrato irreversible con una instancia suprema fuera de cualquier ordenamiento jurídico. A esa instancia le brindó Rodrygo uno de los dos goles. O quizás los dos, no sabemos. Ambos fueron al primer toque, porque así es el pequeño brasileño, un manojo de detalles geniales encerrados en una mirada hermética. Rodrygo vive en la Mansión de las Rosas, pero únicamente cuando entra por la izquierda, ese pulso mágico que lo sacude de arriba abajo, aparece con constancia.

Necesita un escenario perfecto donde nadie lo toque y las condiciones de presión y temperatura sean ideales. Así fue su segundo gol. Pared y volea con la derecha que vuela tan pura como una paloma. Pero su primer gol, el que abre el marcador, es el que marca Rodrygo en semifinales de Champions. Es siempre el mismo gol. Un balón suelto, a veces inocente, otras con veneno y Rodrygo que aparece de la nada, ingrávido y sutil, como un depredador en el reino de las nieves. Ese gol se lo ha dado el Madrid, su incomodidad, su crudeza, y es el gol que lo mantiene en la élite de los mejores del mundo. Que no se le olvide.

placeholder El brasileño se sube al barco. (AFP7)
El brasileño se sube al barco. (AFP7)

El Real tenía ocasiones constantemente. Los comentaristas hablaban de lo blando del equipo contrario, pero ahí no estaba el quid. En el medio campo aguardaban Modric y Ceballos, y en ellos estaba el quid. Dos medios que ponen pases en profundidad, que mueven el balón con ritmo, que atraen marcas para darle libertad a los salvajes de arriba. Ni Camavinga ni Tchouaméni tienen eso. Camavinga tiene la técnica pero no la sabiduría. Fede tiene la técnica y es capaz de mezclar alturas, pero hay algo invisible que le falta.

La delantera es un terremoto

Quizás son muchos años de acompañar a Kroos, de solventar problemas a la carrera para aceptar un nuevo paradigma. El caso es que ahora mismo Fede es más necesario en el lateral que en el medio campo. Pero en tres meses el escenario puede ser otro. Bellingham, Rodrygo, Mbappé. Allá al fondo, Vinícius, un poco mohíno por razones insondables. Son cuatro delanteros y uno de ellos, Rodrygo, tiene la obligación de enganchar con los otros tres para que la autoridad le deje comer en la mesa de los nobles. Es como estar en una casta de forma provisional, interina, ese es el pequeño drama de Rodrygo y ese pequeño drama empuja al Madrid hacia cotas más altas.

Recuerden a la BBC. Benzemá, Bale y Cristiano. Miles de goles al galope y con la B, poniendo pausa y sazón al salvajismo de los otros dos. Fue un acontecimiento, cerca de 100 goles por temporada, hasta que Zidane eligió a Isco por Bale para que el control de su equipo fuera absoluto, total, casi enigmático. Es fácil pensar que Bellingham es Benzema y Kylian es Cristiano. Las comparaciones nunca son ciertas, pero nos hacen explorar mundos imaginarios donde la pelota siempre entra por la escuadra. Pero Vinícius no tiene sitio en ese diagrama y para encontrar un equivalente a Rodrygo habría que ir hacia atrás en el tiempo. Quizás hasta encontrar a Raúl. Pero Raúl amaba el cuerpeo mientras Rodrygo huye de las caricias. Ambos irrumpen en el área en un destello rapaz. Y los dos saben tejer por detrás.

placeholder Vinícius y Mbappé son letales. (Reuters/Violeta Santos Moura)
Vinícius y Mbappé son letales. (Reuters/Violeta Santos Moura)

El tercer gol ante el Salzburgo fue de Mbappé. Un balón en el que el portero se hace un lío y el francés, con desgarro e inteligencia, se lo roba y marca a puerta vacía. Un gol a lo Karim Benzema en todo su esplendor de carterista de arrabal. Así que Kylian no es Cristiano, es Karim. Y Bellingham asistiendo de tacón a Rodrygo tampoco es Karim, es Guti, con esa displicencia y esa chulería que el inglés también posee por toneladas. El partido estaba dirigido hacia lo feliz, pero quedaba Vinícius, peleado consigo mismo, un poco fuera de todo con su voluntad encima como un saco de piedras.

¿A qué recuerda eso? A Cristiano. Y Vini, como Cristiano, sigue y sigue y sigue hasta encontrar de nuevo el cauce y desangrarse en la emoción del gol. Nadie le dará importancia, pero los dos goles que marcó solo él puede imaginarlos, convertirlos, gritarlos a la cara. El segundo de ellos fue así: una cabalgada de Valverde al que parece que persiguen los indios. El balón le llega en carrera a Vinícius y el brasileño hace un amague que le sale de la cadera, como el baile. Toda la trampa de Sudamérica en un detalle poético que abre la puerta de la realidad.

La explosión de Kylian Mbappé

Fue la jugada más vertical del partido y hubo tres amagues. En el fútbol para llegar a la línea recta hay que conocer el inconsciente torcido. Unos días más tarde contra el Valladolid faltaba Vinícius. El equipo sin él se dibuja como una pirámide feudal con Mbappé arriba del todo y tres mediapuntas dándole de comer sin descanso. Brahim, Bellingham y Rodrygo.

El francés fue Cristiano y fue Karim, era el vértice oblicuo de las jugadas y era el que hacía la primera pared para asaltar el área. El primer gol fue una combinación Fede, Mbappé, Bellingham y otra vez Mbappé. Se tarda más tiempo en escribirlo que en hacerlo. Desde que el balón sale del empeine de Valverde hasta el gol, pasan dos segundos. La velocidad con la que se mueve Kylian, su condición de onda partícula, fluida y concreta, la precisión de su descarga y la elasticidad con la que acompaña el golpeo, es algo muy pocas veces visto. Un espectáculo en sí mismo.

placeholder Fede Valverde vuelve a disfrutar. (AFP7)
Fede Valverde vuelve a disfrutar. (AFP7)

Poco después llegó otro gol en un contraataque, aunque Mbappé convierte en contra cualquier escenario donde esté. Ceballos asistió a Rodrygo, cuestión importante porque hasta hace un mes, ese primer pase no lo daba nadie. Recuerden, aquellos momentos en los que todos corrían en paralelo a un balón que nunca acababa de llegar. Pues bien, Rodrygo lleva el balón con cara de velocidad y Kylian hace lo que dicta el manual: amagar con ir hacia dentro para salir por fuera.

Por supuesto el balón le llega, el francés acomoda su cuerpo al segundo palo (recordemos que Cristiano prefería el primer palo, cosas de divos) y claro, es gol. Al chico no le queda más remedio que meterlo. Son esos goles fáciles, de los que no hace falta arrancar a la montaña, de los que están hechos las ligas. Para los sinuosos está Vinícius. El brasileño y el francés. Un loco y un pistolero. Quizás más que a la BBC, este Madrid se puede llegar a parecer a una película de Sam Peckinpah. Ojalá.

Estamos a mitad de temporada, es enero y el Real Madrid se ha ido hacia lo sencillo. Lo sencillo es solo una parte de lo complejo (dijo el sabio). Lo sencillo es la piedra y lo complejo la cordillera. El maestro Ancelotti es capaz de provocar un alud, cambiando de sitio un canto rodado. Hace ya un mes que el italiano encontró el juego. No se dio de bruces contra él, porque Carletto es un artesano. El juego es algo que ha ido lloviendo sobre los jugadores. Y un buen día, el mismo equipo se reconoce sobre el campo.

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