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La verdadera clave de lo que le sucede al Real Madrid reflejada en el grosero fallo de Valverde
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ANÁLISIS

La verdadera clave de lo que le sucede al Real Madrid reflejada en el grosero fallo de Valverde

El conjunto blanco se llevó un revolcón de San Mamés, en un partido en el que pudo sacar más y donde, en el momento clave, un incomprensible error le condenó a la derrota

Foto: Fede Valverde, tras cometer el fallo en San Mamés. (AFP7)
Fede Valverde, tras cometer el fallo en San Mamés. (AFP7)

La imagen era desoladora. El Real Madrid era incapaz de encontrar su mejor versión. En una indecisión entre Raúl Asencio y Thibaut Courtois, Alex Berenguer adelantaba al conjunto vasco que, hasta el momento, era netamente superior a los blancos. Julen Aguirrezabala provocaba un penalti tras una mala salida, que Kylian Mbappé se empeñaba en fallar con un disparo a media altura, sin colocación, ni contundencia. El Madrid tenía mucho que remar.

Pero había un jugador que se estaba dejando la vida sobre el césped: Jude Bellingham. El inglés corría, presionaba, pedía el balón y asumía responsabilidades. Fruto de un despeje sin tensión de Aguirrezabala, y de la fe ciega del inglés en buscar el rechace, el Madrid lograba el empate. Había partido. Pero, entonces, solo un minuto después, Fede Valverde cometía un grosero error que le costaba el partido al Madrid. Tres puntos que vuelan tras otro mal partido.

Foto: Mbappé, en el lanzamiento del penalti contra el Athletic. (EFE/Luis Tejado)

La imagen de Bellingham tirado en el suelo desesperado era dolorosa. El inglés se había dejado la piel sobre el césped -también literalmente, como lo reflejaban las heridas sangrantes de sus rodillas- y varios errores de juvenil condenaban al Madrid. El primero, un penalti donde nunca se deben de tirar (otro más de Mbappé) en lo que va de temporada; el segundo, el extraño intento de regate de Valverde, caño incluido, donde nunca se debe de hacer.

Son dos errores de concepto, de esos que te enseñan cuando empiezan a jugar al fútbol con 5 años y en los que tanto inciden los entrenadores del fútbol base: los penaltis, rasos a un palo; los regates, nunca en zona comprometida. Ni lo uno, ni lo otro. Pero el fallo de Valverde es el mejor ejemplo de lo que le está pasando al Real Madrid a lo largo de esta temporada: no sabe a lo que juega, cómo debe de hacerlo, ni encuentra la fuerza en el bloque.

Si por algo destaca el uruguayo es por ser eminentemente un jugador de equipo, comprometido y que siempre lo da todo en el campo. Nunca dice una palabra más alta que la otra -aunque su entorno sí lo haga en redes sociales-, trabaja en silencio y su amor por el Real Madrid se demuestra en cada partido. Pero si hasta un jugador como él comete este tipo de errores, es para que el equipo se lo mire: intentar tirar un caño al borde de tu área, siendo el último jugador, no es lo más inteligente.

A pesar de las malas sensaciones, de la falta de plan de juego, de las pocas ideas para solucionar el partido y el empecinamiento de Carlo Ancelotti en no dar oportunidades al talento joven que tiene en el banquillo, el Madrid logró poner el partido de cara. Había empatado con el cuarto gol consecutivo de Bellingham en Liga y venía en vuelo en busca de la remontada... y, entonces, un fallo incomprensible lastraba a todo el equipo. La cara de Valverde era un poema.

El fallo no deja de ser eso, un fallo, y como tal debe de quedar enmarcado. Pero es la verdadera clave de lo que le pasa al Madrid: ese equipo que jugaba de memoria, con la lección aprendida, con un estilo de juego claro y marcado, esta temporada sigue sin saber cuál es su plan de juego. Da la sensación de conjunto menor, agazapado atrás en busca de la velocidad en ataque. 'Ya cazaremos alguna', parece ser la consigna de un Madrid que se ha olvidado de construir con balón.

Si hasta el jugador que nunca falla, que siempre aporta y suma, es capaz de cometer este tipo de errores tan groseros, como si no se supiera el momento del partido en el que estaba, el Madrid tiene un serio problema entre manos. Por no hablar de otros como Aurélien Tchouaméni, intrascendente en cada acción y que da la sensación de que juega porque hay que hacerlo con once. La temporada es larga y hay mucho tiempo para cambiar de rumbo. Pero, desde luego, este no es el camino.

La imagen era desoladora. El Real Madrid era incapaz de encontrar su mejor versión. En una indecisión entre Raúl Asencio y Thibaut Courtois, Alex Berenguer adelantaba al conjunto vasco que, hasta el momento, era netamente superior a los blancos. Julen Aguirrezabala provocaba un penalti tras una mala salida, que Kylian Mbappé se empeñaba en fallar con un disparo a media altura, sin colocación, ni contundencia. El Madrid tenía mucho que remar.

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