La locura del Real Madrid, un campeón de Liga forjado a base de tortazos y mucha humildad
El éxito de la 36ª Liga del Real Madrid es el de un equipo de titulares y gregarios que se ha hecho más fuerte que sus rivales en situaciones adversas de lesiones. Con una regularidad basada en la solidez y el carácter
La principal virtud del Real Madrid para ser campeón de Liga ha sido la humildad. De saber cuál eran sus limitaciones y superarlas con tenacidad y compromiso colectivo. Para ganar una Liga necesitas calidad, unión y generosidad de los titulares y los suplentes. El convencimiento en la plantilla de que no partían como los favoritos, en un inicio de temporada que pintaba feo, sin sustituto de Benzema y con la grave lesión de Courtois, supuso un acicate.
Los pronósticos auguraban que al Real Madrid le costaría tener una dinámica ganadora sin la contundencia del belga en la portería y el vacío de Benzema. Courtois era un seguro para dejar la portería a cero. El delantero francés era la correa de distribución de la fase ofensiva. El Madrid perdía gol, fantasía y oficio. El 9 quedó libre y el remplazo fue traer a Joselu. A esto se le unía la pérdida de Marco Asensio, que dejaba más dudas en la faceta realizadora a la espera de ver qué nivel, eficacia y paso al frente daban Bellingham, Vinícius, Rodrygo y Brahim Díaz.
De lo malo se pasó a lo peor con la grave lesión de Militao en la primera jornada contra el Athletic en San Mamés y el drama de perder a Vinícius, dos partidos después, contra el Celta. En Vigo se rompió la musculatura del brasileño y en noviembre, de vuelta, volvió a caer en un partido con la selección brasileña. El acero del Real Madrid se derrumbaba y todavía quedaba una última desgracia. La fractura de David Alaba. Así era inimaginable pensar que el Real Madrid podía ser sólido, principal mandamiento de Carlo Ancelotti para conseguir la regularidad. Una buena defensa compensa la escasez de gol.
De todas las desgracias se ha ido levantando un equipo que empezó la Liga con la mejor noticia que puede tener un entrenador. La rápida adaptación de Bellingham y un rendimiento inmediato, pletórico de energía y acierto rematador, le convirtieron en el futbolista más diferencial de España y de todas los campeonatos europeos. A lomos de Bellingham, el Madrid cabalgó más rápido y seguro que el resto, salvando baches, superando obstáculos, armado de valor y confianza.
El Real Madrid ha hecho bueno el dicho de lo que no te mata, te hace más fuerte. Lo ha conseguido gracias a una extraordinaria capacidad de adaptación y superación competitiva en escenarios de riesgo donde todos los futbolistas han sumado. Los más titulares han cogido la responsabilidad de proteger y dar de alimento al equipo y los suplentes han tenido una sobresaliente actitud para aprovechar sus oportunidades.
Carvajal y Lucas Vázquez
Por ir a dos nombres propios. Carvajal y Lucas Vázquez son el ejemplo de la mentalidad y el sacrificio que tienen que aportar un titular y un suplente para conseguir que el equipo no desfallezca. Desde la humildad y el esfuerzo han sido determinantes para ponerse el mono de trabajo en defensa y desequilibrar partidos. Los ejemplos son el gol del empate de Carvajal en Sevilla, el que salvó bajo palos, el del triunfo en la remontada contra el Almería en el Bernabéu o el cabezazo de Lucas Vázquez contra el Alavés en Vitoria en el último partido del año que hacía al Madrid líder en el pulso con el Girona.
Son titulares y gregarios, fundamental para entender que la plantilla estaba por encima de un once y que una Liga se gana compitiendo con el esfuerzo defensivo de todos. El talento haría el resto. Esta ha sido la consigna de Ancelotti, renovado a finales de año en una decisión sorprendente de Florentino para alejarle del banquillo de Brasil y tener estabilidad deportiva. Eran fechas de dudas, incógnitas en el banquillo con la tentación de Xabi Alonso y se reforzó el compromiso del entrenador italiano. Ancelotti convenció a todos los jugadores de un patrón de juego: la solidez es la base del éxito para ser regular y la calidad individual acaba apareciendo.
Las importantes lesiones hicieron más fuertes al grupo de los sanos y dio a la plantilla la oportunidad de mostrar su rebeldía. El máximo exponente es Lunin. El portero ucraniano se vio relegado a la suplencia con la incorporación de Kepa y la desconfianza del cuerpo técnico la transformó en un reto. Es el jugador que más difícil lo ha tenido y uno de los artífices de la Liga del Real Madrid. Lunin, desde el silencio y la aparente tranquilidad que muestra, es un animal competitivo que, en el día a día, y cuando le dieron la oportunidad de jugar por una lesión de Kepa y las reticencias de Ancelotti, se hizo con el puesto. Su seguridad, pero sobre todo su ejemplo, ayudaron a hacer un equipo más rocoso.
Colosal Rüdiger
Lo mismo se puede decir de Rüdiger. Empezó como el tercer central y con las lesiones de Militao y Alaba pasó a ser el líder de la defensa. Impenetrable, agresivo, enchufado, contagia energía y adrenalina a los compañeros. Brillante atrás y clave en otro triunfo, por la mínima, en el primer partido de Liga del año con el gol al Mallorca en el Bernabéu.
Las Ligas se ganan con titulares, suplentes, lesionados, sol, frío, lluvia, viento, el césped en buen o mal estado, polémicas arbitrales a favor o en contra, resultados ajustados y actuaciones brillantes. De todo esto le ha sucedido al Real Madrid y, con sus baches, ha ganado en Las Palmas con un gol de cabeza de Tchouaméni, en Getafe con un doblete de Joselu, el empate en el derbi del Bernabéu con el tanto de Brahim Díaz, el gol del triunfo de Modric saliendo desde el banquillo contra el Sevilla en casa, el de Arda Güler en San Sebastián... Con la suma del carácter y calidad de titulares y suplentes, el Madrid no se ha caído.
Ha habido partidos de remontada. Como el Clásico en Montjuic con los dos goles de Bellingham y en el Bernabéu, también con el inglés como protagonista. Otros de enorme autoridad. Como las dos goleadas al Girona, la victoria en El Sadar con un pletórico Vinícius, la superioridad ante el Athletic en el Bernabéu con doblete de Rodrygo. El talentoso delantero brasileño ha ido de menos a más, protegido por Ancelotti cuando estaba atascado y sin chispa. No ha faltado el escándalo con el gol anulado a Bellingham en Mestalla.
Una Liga da para mucho, pero la superioridad del Real Madrid hace justo y merecido un título conseguido con una plantilla debilitada que ha tenido el coraje, la calidad y la humildad para estar más enchufado que sus rivales. La 36ª Liga no tiene un solo héroe. Ni dos ni tres. Hay que repartir los méritos entre tantos jugadores, con muchos destacados (Kroos y Fede Valverde, fijos en el centro del campo), que hace difícil poner el foco en una estrella. Nacho, el capitán, ha pasado por momentos delicados. De extrañas desconexiones y entradas violentas que le han costado expulsiones. Ha sabido hacer autocrítica, mejorar, rectificar sus fallos.
Es la Liga de todos, la de jugadores sacrificados, sin refuerzos en enero, la polivalencia de Tchouaméni y Camavinga, con una gestión de Ancelotti exigente por no desatender otras competiciones. Se peleó la Liga, ganó la Supercopa en Arabia Saudí, igual que se competía por la Champions. Carlo Ancelotti lo resume por un compromiso extraordinario y la ausencia de egos.
La principal virtud del Real Madrid para ser campeón de Liga ha sido la humildad. De saber cuál eran sus limitaciones y superarlas con tenacidad y compromiso colectivo. Para ganar una Liga necesitas calidad, unión y generosidad de los titulares y los suplentes. El convencimiento en la plantilla de que no partían como los favoritos, en un inicio de temporada que pintaba feo, sin sustituto de Benzema y con la grave lesión de Courtois, supuso un acicate.
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