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'Tato' Abadía: "Yo no he dejado al fútbol, el fútbol me ha dejado a mí"
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TAMBIÉN JUGÓ EN EL ATLETI

'Tato' Abadía: "Yo no he dejado al fútbol, el fútbol me ha dejado a mí"

Icono del fútbol de antes, ahora regenta una tienda de quesos, La Casa de los Quesos, en Logroño. Fue el estandarte de aquel Logroñés que popularizó el "goooool en Las Gaunas"

Foto: El 'Tato' Abadía, en su etapa como técnico del Girona. (EFE/Luis Díaz)
El 'Tato' Abadía, en su etapa como técnico del Girona. (EFE/Luis Díaz)

"Llámame en diez minutos, por favor, que se me había olvidado por completo la entrevista". Una simple frase basta para comprobar que Agustín Tato Abadía (Binéfar, Huesca, 1962) todavía va de cara, como cuando jugaba. No tiene números apenas en la agenda, pero atiende las llamadas de cualquiera.

Oriundo de Huesca, se mudó a Logroño a los 23 años, donde se convirtió en uno de los estandartes del Logroñés que estuvo en Primera y que popularizó la famosa cita "gooooool en Las Gaunas". Abadía también pasó por el Atlético de Madrid (fue un fichaje de Gil), pero regresó al año a La Rioja. "Aquel vestuario estaba mediatizado".

Foto: Luis de la Fuente atiende a la prensa en Las Rozas. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Su nombre ha vuelto a la escena en los últimos años. Ese bigote, tótem ochentero, que aún mantiene, lo ha convertido en uno de los iconos del fútbol de antaño frente al actual tan mercantilizado. También ha vuelto a los medios por su asombrosa reconversión: ha pasado de ser entrenador y director deportivo a regentar La Casa de los Quesos, una tienda de quesos en Logroño. "No sé si es más difícil entender de quesos o de fútbol", dice.

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PREGUNTA. A usted lo identifican mucho por su bigote. ¿Se considera un icono del fútbol de antes?

RESPUESTA. No, no, de ninguna de las maneras. Mi aspecto es el que es y he lidiado con él toda mi vida. Soy calvo desde que era muy joven y esa es mi fisonomía.

P. El futbolista de antes era más cercano que el de ahora. ¿Verdadero o falso?

R. Verdadero. El jugador no tenía tanto miedo y no estaba tan expuesto a los medios de comunicación como ahora.

P. Dijo Santillana que "los jugadores de ahora son empresas". ¿Coincide?

R. Claro. Hay mucha gente que ahora vive de los jugadores y, por tanto, les interesa que se muevan. Ese es su verdadero interés.

placeholder Santillana, en un partido de veteranos del Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Santillana, en un partido de veteranos del Madrid. (EFE/Rodrigo Jiménez)

P. Me cuentan que usted veía mucho fútbol cuando estaba en activo. ¿Sigue igual?

R. Sí, sí, me encanta y me apasiona. Si quieres que hable, tiene que ser del fútbol. Si no, soy bastante introvertido.

P. ¿Cómo ha manejado esa timidez en la tienda de que quesos que regenta ahora?

R. El fútbol me ha ayudado mucho, porque tuve que aprender a ponerme delante de los medios. Pero todavía me cuesta y llego a casa muy agotado. Es un agotamiento total enfrentarme con la gente.

P. ¿Es habitual que se formen tertulias futboleras en la tienda?

R. No, no. La gente me conoce, me saluda y, como mucho, me piden una foto. Es cierto que cuando estamos a punto de cerrar, me envalentono, me crezco y doy mis opiniones. Si no, tengo claro que el trabajo es lo primero y evito el tema. Mis respuesta son muy escuetas.

"El fútbol me ha ayudado mucho en mi timidez; tuve que aprender a ponerme ante los medios"

P. Usted es introvertido, pero era de los que más hablaba en el campo. ¿Cómo se explica eso?

R. Eso fue mi salvación, porque yo no era la misma persona dentro que fuera del campo. En el césped, era capaz de expresar cosas que no podía fuera. No me resulta fácil expresar mis sentimientos y la gente que me conoce lo sabe. También me cuesta disfrutar, no sé hacerlo y ojalá lo supiera.

P. ¿A qué se refiere con que no sabe disfrutar? ¿No disfrutó del fútbol?

R. No, en general. Marqué goles un par de veces y no me salía celebrarlo mucho, porque no soy una persona efusiva. Lo disfrutaba como el que más, pero de otra manera. Ojalá supiera hacerlo como el resto. Aunque parecía que pasaba olímpicamente de las cosas, no era así.

P. ¿Cómo surgió Tato?

R. Porque llegué al Atlético de Madrid y había una periodista que empezó a llamarme así. Ella creía que me decían así en Logroño, pero no era verdad. Allí no me relacionaba con la prensa, porque terminaba el entrenamiento y me iba para mi casa. Luego el mote se extendió cuando regresé al Logroñés.

P. ¿Cómo sorteaba a los periodistas?

R. Nunca he tratado mucho con la prensa. No sé si sirve como ejemplo, pero te puedo decir que apenas tengo a un par de personas agregadas en la agenda porque yo le cojo el teléfono a cualquiera. Los periodistas me parecen igual de cercanos que antes, pero el jugador está más expuesto. Ahora hay muchos más programas que antes y hay que tener más cuidado.

placeholder Abadía, como Vinícius, sufrió insultos en los estadios. (Reuters/Albert Gea)
Abadía, como Vinícius, sufrió insultos en los estadios. (Reuters/Albert Gea)

P. Aquel fútbol era muy distinto...

R. El fútbol ha cambiado. Antes nos tenían por tontos y por incultos, algo que ha cambiado un poco. A nivel social, el fútbol era un saco de patatas en el que todos podían golpear. Ahora está el tema Vinícius, que me parece muy bien que lo protejan, pero a mí me llamaban calvo y me escupían cuando llegaba al túnel de vestuarios y nadie decía nada. Sufrí mucho en ese fútbol y me parece perfecto que se proteja al jugador.

P. ¿Cuántas veces escuchó ese prejuicio de que el futbolista es un inculto?

R. Muchas, pero no es cierto. No sé si es que ha cambiado realmente la percepción o si ahora, al ganar tanto dinero el futbolista, es otra completamente distinta.

P. ¿Se puede cansar uno del fútbol?

R. Sí, sí, como de todo. Es normal encontrarse con buenas y malas personas en el fútbol, como ocurre en el resto de profesiones.

"Terminé cansado de mi etapa como director deportivo del Logroñés y me propuse montar algo para distanciarme del fútbol"

P. ¿La atención a los medios le sirvió para tratar con la clientela?

R. Sí, sí, mucho. Cuando estoy con la gente, estoy a gusto, pero por propia iniciativa no soy capaz de relacionarme si no es a través de alguna actividad. Mi mujer, en cambio, tiene una facilidad pasmosa para relacionarse. He aprendido a no ser tan arisco y tan tímido. La gente se cree que soy altivo porque esquivo muchas veces el saludo. Por ejemplo, agachando la cabeza. Y realmente es por mi timidez.

P. ¿Cómo nació el negocio de los quesos?

R. La artífice es mi mujer. Terminé cansado de mi etapa como director deportivo del Logroñés y me propuse montar algo para distanciarme del fútbol. Ella me sugirió varias cosas y acabamos con esta tienda. Aquí estamos.

P. ¿Qué es más difícil, entender de quesos o de fútbol?

R. No lo sé (risas). No sé si entiendo de fútbol, pero doy mi opinión y me encanta. Yo tenía un entrenador, cuyo nombre no voy a desvelar, que decía jugador introvertido, jugador de rendimiento. Esa es la cuestión.

placeholder Futre era el capitán de aquel Atleti. (EFE/Chema Moya)
Futre era el capitán de aquel Atleti. (EFE/Chema Moya)

P. ¿Qué es jugar bien al fútbol?

R. Te voy a contestar como hacía con mis jugadores cuando entrenaba. Brasil, Francia, Italia, España, Argentina… han sido campeones del mundo. ¿Juegan igual? No. Jugar bien es hacerlo de muchas maneras. Hay que dominarlas todas, aunque haya algunos que prefieran tener controlada solo una. La que elijas tienes que ser capaz de transmitirla a tus futbolistas.

P. ¿Cuándo dejó atrás su etapa como entrenador?

R. No lo decidí yo, ojalá siguiera en los banquillos. Yo no he dejado al fútbol, el fútbol me ha dejado a mí. Si esto me hubiera pasado como jugador en lugar de como entrenador, hubiera seguido. Ahora, en cambio, es otra etapa.

P. El fútbol profesional lo alcanzó en Logroño, donde se mudó a los 23 años. ¿Qué tal ese cambio?

R. Muy bien. Esa fue una de mis mejores decisiones, porque deportivamente el resultado fue muy positivo. También porque Logroño es mi primera casa: llevo más años viviendo aquí que en mi tierra. Tengo dos hijos riojanos y todo me ha ido estupendo.

P. ¿Qué es lo que más le gustó de la ciudad?

R. Siento que aquí estoy cómodo y que la ciudad se adapta a mí perfectamente. Es cierto que ha crecido mucho para lo que a mí me gusta, pero Logroño es todavía pequeña, segura, limpia, accesible y sin mucho ruido. También es importante la descendencia. Cuando te haces mayor, es normal regresar a las raíces, pero yo estoy muy a gusto aquí.

"Ya me había llevado muchas decepciones, pero nunca me rendí al amar al fútbol por encima de todas las cosas"

P. No debutó en Primera hasta los 25 años. ¿Pensaba que le llegaría el momento o que se le había pasado el arroz?

R. Nunca lo pensé. Simplemente, yo jugaba y lo intentaba hacer lo mejor posible. Dediqué todas mis energías al fútbol y no a otras cuestiones, que es la clave. Si no, es fácil que pierdas el rumbo. Siempre he sido una persona muy complicada porque soy introvertido. Ya me había llevado muchas decepciones, pero nunca me rendí al amar al fútbol por encima de todas las cosas. Probé con el Barcelona y con el Madrid cuando tenía 15 años y no me cogieron. Pero no me rendí. ¿Nunca has escuchado el típico comentario de alguien que conoce a uno que jugaba bien y no llegó?

P. Muchas veces.

R. Pues eso no es cierto, porque si no ha llegado, es por algo. La naturaleza hace una selección de puta madre y, aunque queramos o no, si el jugador insiste, llegará.

P. ¿Qué supuso la llegada de Eguizábal para ese Logroñés?

R. (Suspira). No sabría decirte. A él se le da mucha valor ahora, después de todo lo que ha pasado. Su etapa no fue tan fácil, porque tuvo muchos problemas. Incluso dejó de ir al estadio. Eso es complicado de recordárselo al riojano. A veces, la perspectiva del tiempo les da valor a las cosas. Y no siempre se tiene esa mirada.

placeholder Ruggeri fue compañero de Abadía en el Logroñés. (EFE/Biel Aliño)
Ruggeri fue compañero de Abadía en el Logroñés. (EFE/Biel Aliño)

P. En ese equipo jugó Ruggeri, que ahora es todo un showman en Argentina. ¿Qué tal con él?

R. Bien. Óscar Ruggeri y Antonio Alzamendi eran campeones de la Intercontinental y aterrizaron en Logroño. Para la ciudad y para nosotros fue un acontecimiento. Nos ayudaron a que la ciudad se colocara en el mapa.

P. ¿Alguna anécdota con él?

R. Tengo con él, pero prefiero no contarlas.

P. Usted también jugó en el Atleti, en la temporada 89-90. Ese equipo hubiera sido campeón si Gil hubiese tenido paciencia. ¿Verdadero o falso?

R. Falso. No fuimos capaces de soportar, no solo lo que conlleva el fútbol, sino a un presidente como Jesús Gil. La presión añadida que teníamos era brutal. Teníamos un equipazo.

"El vestuario del Atleti estaba mediatizado. Además, no tenía opinión ni fuerza"

P. No sé si fue testigo de alguna de sus famosas broncas.

R. Yo viví las reuniones, que teníamos una cada dos por tres cuando perdíamos. Íbamos líderes cuando perdimos 3-0 y hubo lío en el vestuario porque vino Gil. Había jugadores que estaban curados de espanto, pero para mí fue una novedad tremenda. Yo venía de un club muy familiar donde el vestuario era lo más importante. El vestuario del Atleti estaba mediatizado. Además, no tenía opinión ni fuerza.

P. Menotti me dijo que a Futre le faltaron ganas de ser el mejor. ¿Coincide?

R. Era una pena que un chaval de 21 años, campeón de Europa, se conformara. Entiendo a Menotti y pienso como él. Tenía que intentar ganar. Paulo decidió quedarse y morir con el Atlético de Madrid. Dio la vida por el club.

Foto: El entrenador César Luis Menotti. (Getty/Ricardo Ceppi).

P. El entrenador era Javier Clemente. ¿Qué tal con él?

R. Muy bien. Con nosotros, el trato era distinto al que tenía con los periodistas y al que se veía por televisión. Él ponía una coraza para que las críticas no llegaran a los futbolistas.

P. ¿Notó diferencias entre el vestuario del Atleti y el del Logroñés?

R. Sí, sí, lo que más, por eso me volví a Logroño. Nadie del Atleti me dijo que me fuera, pero yo llegué un día y les pedí que me dejaran irme. Y eso que me quedaban dos años más de contrato. Lo pasé fatal en Madrid, pero nadie lo sabía porque yo nunca cuento las cosas.

"En el Logroñés, la convivencia era muy natural, mientras que en el Atleti era todo forzado"

P. ¿No le gustó Madrid como ciudad?

R. Sí, pero no tenía la cercanía que hay en Logroño. Para tomar unas cervezas o unas copas, no era lo mismo vivir en una ciudad que en la otra.

P. ¿La jerarquía que tenía en el Logroñés pasó a un segundo plano en el Atleti?

R. Realmente, yo no tenía tanta jerarquía. Pero me sentía a gusto porque podía hablar.

P. Pero usted era de los líderes del vestuario.

R. Tampoco te creas. Aunque yo hablaba en el campo, no lo hacía mucho en el vestuario, salvo que me preguntaran. En el Logroñés, la convivencia era muy natural, mientras que en el Atleti era todo forzado. Ese era mi punto de vista, que posiblemente no es el correcto. Me pilló en mal momento en Madrid y por eso tengo esa opinión.

placeholder Clemente fue entrenador de Abadía en el Atleti. (Reuters/Vincent West)
Clemente fue entrenador de Abadía en el Atleti. (Reuters/Vincent West)

P. Clemente contó que usted le dijo: "Tengo que estar agradecido de estar en un equipo como el Atleti". ¿Es cierto?

R. No lo sé, seguramente se lo diría. Estoy muy agradecido de haber estado en el Atlético de Madrid y de que se fijaran en mí. Lamento no haber intentado cumplir mi contrato, porque no fui fuerte. Yo fui un fichaje de Gil y eso no fue un problema.

P. ¿Qué tal la vuelta a Logroño?

R. Muy bien. Siempre digo que aquí he caído de pie (risas). Me encontraba muy bien en Logroño, mi familia estaba cómoda…

"Setién lo pasó mal en Barcelona porque estaba muy ilusionado"

P. Usted fue compañero de Quique Setién. ¿Cómo es?

R. Una persona con unas ideas futbolísticas muy claras. Es una persona muy segura de sí misma con la que cabe el diálogo, pero, como nos pasa a todos, cambiar le cuesta mucho. Tiene una gran personalidad y no es fácil torcerle porque tienes que argumentarle las cosas muy bien. Sé que lo pasó muy mal en Barcelona porque estaba muy ilusionado, pero seguro que ha aprendido de la experiencia.

P. ¿Por qué dejó el Logroñés y se marchó al Compostela?

R. (Suspiro). Tuve una pequeña discusión con Eguizábal. Cuando llegó, nos empezamos a ir todos los que estábamos antes de que llegara. Las cosas no fueron igual que antes cuando él compró el club. Él fue descapitalizando al equipo poco a poco.

P. En el Compostela coincidió con Caneda. ¿Era un presidente similar a Gil?

R. No, pero tenía una gran personalidad. Había que saber tratarlo porque todas las personas tenemos nuestra forma de ser. Santos, el entrenador, entendía muy bien al presidente y ambos hicieron una gran pareja. De hecho, fue muy beneficiosa para el Compostela. Daba la sensación de que siempre discutían, pero arreglaban la situación.

"Como mantengo mis dos principales características, que soy calvo y tengo bigote, pues aún me reconocen"

P. He leído que tuvo una huerta. ¿Aún planta cosas?

R. No, no. Antes de llegar a Logroño, vivía con mis padres en una finca en la que había un huerto. Hay algún excompañero mío que cree que cuando me ficharon me sacaron de allí (risas). Fui un negado para el campo con todo lo que me enseñó mi padre.

P. ¿Por qué es más conocido, por tener la tienda de quesos o por haber jugado en el Logroñés?

R. No sabría decirte. Para la gente de fuera, por el fútbol, porque se acercan a la tienda y todavía me recuerdan. Como mantengo mis dos principales características, que soy calvo y tengo bigote, pues aún me reconocen. La gente de aquí, en cambio, me ve como Agustín, el que tiene una tienda de quesos.

"Llámame en diez minutos, por favor, que se me había olvidado por completo la entrevista". Una simple frase basta para comprobar que Agustín Tato Abadía (Binéfar, Huesca, 1962) todavía va de cara, como cuando jugaba. No tiene números apenas en la agenda, pero atiende las llamadas de cualquiera.

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