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Simeone hundió al Atlético de Madrid contra el Barça y el equipo, "con miedo", lo pagó muy caro
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Una puesta en escena temerosa

Simeone hundió al Atlético de Madrid contra el Barça y el equipo, "con miedo", lo pagó muy caro

El técnico argentino falló en el planteamiento inicial hasta provocar el gol de Ousmane Dembélé por un pánico excesivo a encajar primero. El Atlético de Madrid despertó tarde y ya no pudo reaccionar a tiempo

Foto: El entrenador argentino, durante el encuentro. (Reuters/Juan Medina)
El entrenador argentino, durante el encuentro. (Reuters/Juan Medina)

El Atlético de Madrid salió paralizado al Metropolitano. Agarrotado por sus propios límites mentales, temeroso de la potencial respuesta a campo abierto del Barça y corroído por la desconfianza de Diego Pablo Simeone hacia una defensa que está muy lejos del nivel que llevó al club rojiblanco a la élite europea. Sin personalidad. Con esta argamasa de fondo, el Atlético de Madrid se vio superado desde el inicio a consecuencia de un planteamiento táctico deficiente que hundió a la defensa cerca de las faldas de Jan Oblak y que entregó en bandeja de plata el dominio del encuentro, la pelota y el espacio al Barça. Cuando los pupilos de Simeone quisieron despertar de la pesadilla, ya era demasiado tarde y el Barça iba por delante del marcador, Ousmane Dembélé mediante.

"Cuando tienes el gol en contra, cuando te tocan, saltas y ahí empiezas a mostrar tu mejor versión. Hay que trabajar para ver si esa versión la encontramos desde el inicio", confesó Simeone tras el encuentro. El técnico argentino, agobiado por el resultado en contra en un duelo directo que podía apear al Atlético de la lucha por LaLiga de manera definitiva, necesitó ir por detrás para enviar a los suyos arriba a partir del tanto azulgrana. Como si el gol hubiese activado un mecanismo de ataque que no podía partir de igual modo con el 0-0. Un tiro en el pie que provocó una desventaja demasiado importante desde el inicio y que marcaría el choque a la postre. El gol culé espabilaría a un Atlético que subiría la línea defensiva y generaría ocasiones de sobra para lograr el tanto del empate a raíz de la presión alta. Faltó colmillo, pero se reaccionó bien... y más tarde de lo necesario.

"Hemos empezado mal los primeros 20-25 minutos. Con miedo, poca confianza. Luego nos hemos despertado, pero con 0-1 es más difícil, deberíamos haber empezado así y no lo hicimos. El Barça marcó y luego el partido fue más complicado". Las palabras pertenecen a una voz autorizada del vestuario del Atlético de Madrid, Jan Oblak, que además tuvo la capacidad necesaria para levantar la voz al terminar el partido y señalar, con puntería clínica, los fallos que condenaron a su equipo y que pusieron cuesta arriba el choque ante un rival de su mismo calibre.

Preguntado de nuevo por la causa de tal cautela y respeto exagerado a uno de los Barças más mortales de las últimas décadas, que ha caído dos veces consecutivas en la fase de grupos de la Champions League, Oblak centró el foco de nuevo en su equipo: "No sé. No tiene sentido. En los últimos partidos que hemos jugado, hemos estado bien. No era momento de entrar así. Lo siento por nuestra gente. Nos han penalizado mucho los primeros 25 minutos. Espero que no nos pase más y juguemos con confianza, porque sabemos hacerlo y tenemos buenos jugadores. Es un tema mental. Hay que empezar el partido bien, no cuando te marcan".

Falta de gol... y de sentido

El Barça fue superior porque el Atlético de Madrid, con Simeone a la cabeza, le regaló el escenario más cómodo posible. Aquel en que el equipo azulgrana pudo progresar con el bloque junto y los centrales (Koundé, Christensen y Araújo) se plantaron en el centro del campo para construir liberados (sin presión rojiblanca). Entonces, cómodos, los jugadores colchoneros también les permitieron conectar con Busquets y de Jong para que estos detectaran a Gavi, Pedri y Ansu Fati a la espalda de Koke y Pablo Barrios, superados numéricamente en el centro del campo y desbordados por los costados.

El problema para el Atlético de Madrid no fue solo que este equipo ya no tenga el mismo rigor defensivo de antaño ni recursos individuales en área propia tan poderosos como en los inicios de Simeone, sino que tal planteamiento miedoso imposibilitaba que sus delanteros tuvieran opciones reales de marcar la diferencia una vez recuperada la pelota. Si el Atlético de Madrid interceptaba el cuero y lograba sortear la presión pospérdida del Barça, sus delanteros debían recorrer entre 40 y 50 metros de terreno de juego para llegar a la portería defendida por Ter Stegen.

placeholder Antoine Griezmann, frustrado. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Antoine Griezmann, frustrado. (EFE/Rodrigo Jiménez)

"Se vio claramente que en los primeros 20 minutos, no porque ellos hayan creado situaciones de gol, pero no podíamos salir. No pudimos controlar a partir de la recuperación de la pelota para empezar a atacar. A partir del gol, empezó a aparecer lo que queremos. Desde el minuto 20, se jugó un partido bueno, que entusiasma, que deja cosas muy claras y eso me sirve a mí", explicaría más tarde Simeone.

No fue una presión incesante tras el 0-1. Solo un paso hacia adelante tan necesario que puso contra las cuerdas a un Barça sin una salida de balón tan brillante como antaño y al que sangra si le pinchas con convencimiento y determinación. El Atlético tuvo más pánico de los problemas que le podían causar Dembélé, Alejandro Balde y Ansu Fati a la espalda que del premio que podía obtener si mordía arriba. Excesivamente reactivo antes del 0-1 y con Antoine Griezmann y Joao Félix tan lejos del área, el protagonismo de dos futbolistas que anhelan ver el fútbol de cara y lanzar en largo a futbolistas que les dibujen desmarques continuos por delante descendió en picado.

placeholder Joao Félix lucha con Balde, durante el encuentro. (EFE/Rodrigo Jiménez)
Joao Félix lucha con Balde, durante el encuentro. (EFE/Rodrigo Jiménez)

Mejoró el equipo con Álvaro Morata, porque Griezmann no tuvo que hacerlo todo y el equipo tuvo una referencia en el área a quien centrar, buscar y en la que apoyarse. Hay una frase del delantero francés durante el Mundial de Qatar que podría retumbar en la cabeza de los atléticos. Preguntado por la diferencia entre el rol que protagoniza en Francia y en el Atlético de Madrid, Antoine Griezmann fue directo: "Siempre he sido así. Trabajar arriba y ayudar defensivamente, lo que pasa que en Francia tengo más gente por delante de mí. Soy más creativo porque no tengo que finalizar yo las jugadas". Al final, el Atlético pudo empatar en diversas ocasiones tras el gol culé tanto en la primera parte como en la segunda, pero no tuvo la contundencia suficiente para subsanar un terrible inicio que le condenó a la derrota a pesar de generar más que el Barça.

El Atlético de Madrid salió paralizado al Metropolitano. Agarrotado por sus propios límites mentales, temeroso de la potencial respuesta a campo abierto del Barça y corroído por la desconfianza de Diego Pablo Simeone hacia una defensa que está muy lejos del nivel que llevó al club rojiblanco a la élite europea. Sin personalidad. Con esta argamasa de fondo, el Atlético de Madrid se vio superado desde el inicio a consecuencia de un planteamiento táctico deficiente que hundió a la defensa cerca de las faldas de Jan Oblak y que entregó en bandeja de plata el dominio del encuentro, la pelota y el espacio al Barça. Cuando los pupilos de Simeone quisieron despertar de la pesadilla, ya era demasiado tarde y el Barça iba por delante del marcador, Ousmane Dembélé mediante.

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