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Jamón y 'whisky' en el palco vip; mascarilla y distancia para el resto del estadio
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Descontrol en la zona 'noble'

Jamón y 'whisky' en el palco vip; mascarilla y distancia para el resto del estadio

Jamón cortado, banquete de canapés y bebidas alcohólicas por doquier. La afición estalla ante la desigualdad en el cumplimiento de las restricciones en los estadios de fútbol

Foto: El palco vip del Betis, esta temporada.
El palco vip del Betis, esta temporada.

Siempre ha habido clases, pero la pandemia las ha acentuado en los campos de fútbol. El regreso a los estadios ha traído escenas que han indignado al aficionado de a pie, que se tiene que ceñir a unas normas estrictas que le obligan a mantenerse al aire libre sin comer, beber ni quitarse la mascarilla, mientras que los aficionados más pudientes, ubicados en palcos cerrados, los observan con un cubalibre en la mano.

Sobre el papel, mientras que una mayoría tiene que ceñirse a la normativa de Sanidad, un puñado de privilegiados, auspiciados por los clubes, solo responde ante las restricciones de la hostelería, mucho más laxas.

La reapertura de los estadios representa un ansiado brote verde en el horizonte de los clubes, pero la limitación al 60% del aforo actual ralentiza la recuperación económica. Por ese motivo, algunos clubes consultados por este periódico han decidido guiarse por el régimen de hostelería en los palcos vip, saltarse la ley y amortiguar sus pérdidas.

En este sentido, las medidas estipuladas para los eventos deportivos multitudinarios, incluidos los de LaLiga Profesional de Fútbol y liga ACB, son inequívocas: “No se permitirá la venta ni el consumo de alimentos y bebidas durante el evento deportivo (con excepción del consumo de agua), ni se permitirá el consumo de tabaco y productos relacionados durante el evento deportivo tanto en espacios interiores como en exteriores”. Sin embargo, en los palcos vip de equipos como el Real Betis Balompié, el Atlético de Madrid o el Cartagena, el alcohol y el jamón cortado campan a sus anchas.

“Los palcos tienen entradas independientes y las personas que allí se encuentran deben ponerse la mascarilla cuando no coman ni beban. Como en cualquier restaurante, nos acogemos al régimen de la hostelería”, apuntan desde un club. “En las zonas interiores, se siguen los sistemas de prevención y el protocolo: no más de cuatro personas por mesa, distancia de seguridad, acceso independiente... Es como si estuvieses en un restaurante”, revela un empleado del Betis.

"Las autoridades no hacen nada"

La afición verdiblanca ha sido una de las más activas denunciando el comportamiento vivido en los palcos del Benito Villamarín, donde los vídeos y las imágenes captando los excesos en la zona vip han corrido como la pólvora por las redes sociales. Desde jamón cortado, pasando por el reparto de canapés, hasta el consumo de bebidas alcohólicas. Sin embargo, fuentes de LaLiga explican a El Confidencial que "cada club debe aplicar la normativa vigente en su comunidad autónoma en materia de restricciones por covid-19 y esta no está vinculada a las normas de hostelería".

No obstante, desde las consejerías de Sanidad de la Junta de Andalucía y de la Comunidad de Madrid son tajantes: "No hay excepciones al documento remitido por el Consejo Interterritorial", aunque se han visto las mismas imágenes en el Wanda Metropolitano, feudo del campeón de LaLiga.

El secretario general de la Federación de Accionistas y Socios del Fútbol Español (Fasfe), Emilio Abejón, lamenta el mundo paralelo que se vive en los palcos vip, algo que ya sucedía antes de la irrupción del virus. "A los palcos vip no se les aplican las mismas restricciones sanitarias que al resto del público que acude al estadio. Es una especie de territorio extralegal donde los allí presentes campan a sus anchas. Eso pasaba con covid y sin covid, nunca han respetado las normas y ya se distribuía alcohol antes de todo esto".

De hecho, el artículo 4 de la Ley 19/2007, de 11 de julio (en vigor desde 2008), contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte, ya formaliza que "queda prohibido el consumo y venta de bebidas alcohólicas y de drogas en las instalaciones en las que se celebren competiciones deportivas". Abejón describe el maltrato al aficionado y las incoherencias de las decisiones empresariales tomadas por los clubes: "Los niños que vayan a un partido no pueden merendar un bocata ni tampoco cenar si el partido es tarde, pero donde hay poder adquisitivo alto y pagan mucho dinero por estar ahí [en los palcos vip] se saltan el cumplimiento de los protocolos de la ley estatal".

Asimismo, el representante de los aficionados señala a algunos de los otros agentes implicados: "Las autoridades no hacen nada. Podría haber bares y puestos de comida para que la gente se refrescara en pleno verano, pero en la grada se debe cumplir la norma a rajatabla. Es fácil observar a muchos operarios del personal de seguridad dando vueltas para que no te bajes la mascarilla ni saques una botella de agua", apunta Abejón.

El miembro de Fasfe también radiografía la fauna de los palcos vip: "Es gente muy importante que disfruta de la exclusividad. Luego se hacen fotos con los dirigentes y les da igual que haya unas medidas para el aficionado raso y otras para ellos. Jueces, autoridades gubernativas invitadas por empresas o por el propio club... La Administración debería hacer una propuesta de sanción".

En un momento en que el Consejo Interterritorial ha acordado ampliar el aforo máximo si así lo creen conveniente las comunidades autónomas —los estadios de fútbol y los pabellones de baloncesto podrán tener un máximo del 60% en los exteriores y 40% en los interiores durante septiembre—, los palcos continúan acentuando la diferencia entre clases. "Si ninguna autoridad se persona en el estadio y no hace una propuesta de sanción..., todo va a seguir igual y se van a saltar la ley sistemáticamente. El aficionado se comerá las antiguas restricciones más las nuevas. No puede ser que los ricos tengan más privilegios solo por pagar más y el aficionado trague con todo", zanja Abejón.

Siempre ha habido clases, pero la pandemia las ha acentuado en los campos de fútbol. El regreso a los estadios ha traído escenas que han indignado al aficionado de a pie, que se tiene que ceñir a unas normas estrictas que le obligan a mantenerse al aire libre sin comer, beber ni quitarse la mascarilla, mientras que los aficionados más pudientes, ubicados en palcos cerrados, los observan con un cubalibre en la mano.

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