Antoine Griezmann, entre la sospecha del Metropolitano y el juicio del Camp Nou

Hace un año, Antoine Griezmann se sentaba en la escalera de su casa y afirmaba que no sabía en qué equipo iba a jugar la siguiente temporada. "No tengo ni idea", recogió el documental 'La decisión'. Tenía dos opciones: renovar con el Atlético de Madrid o irse al FC Barcelona, equipo con el que ya tenía un acuerdo y que estaba dispuesto a pagar su clásusula de rescisión. Eligió la primera con la esperanza de luchar por la Champions vestido de rojiblanco, objetivo que ha quedado lejos. Si en su decisión de quedarse pesaron los argumentos deportivos, además de los 20 millones de euros de sueldo, un año después tienen difícil justificación.

Al Atlético de Madrid, eliminado en la Champions y la Copa del Rey, solo le queda la Liga, en la que apenas tiene opciones. El Barça, líder destacado con ocho puntos de ventaja sobre los rojiblancos, jugará la final de Copa y aún está vivo en la competición europea. El equipo azulgrana es todo con lo que fantaseaba hace un año Griezmann ante las cámaras. Nadie puede afirmar que con el francés el Barça estaría ahora en la misma situación que sin él, pero es inevitable imaginar que este sábado, cuando pise el Camp Nou, Griezmann piense en lo que pudo ser y no fue.

Su renovación no cerró los rumores sobre su futuro. Y el rendimiento durante la temporada (el suyo y el del equipo) tampoco. De nuevo aparece el Barcelona como posible destino en verano. "Ya estoy acostumbrado a esto y también estoy harto, todos los años es lo mismo", declaró a 'Univisión' tras el Francia-Islandia jugado a finales de marzo.

Griezmann no ha dicho nada que invite a pensar que quiera irse en verano, pero le persigue lo que sí dijo en años anteriores, cuando se dejó querer por el Manchester United, primero, y estuvo a una llamada de teléfono de irse al Barcelona, después. Le rodea la sospecha de que este año en realidad ha sido una prórroga y que acabará marchándose más pronto que tarde. Que su cláusula de rescisión pase de 200 millones de 120 a partir del 1 de julio alimenta esas sospechas. Pero ese dato habla más del Atlético que de él. Pactar una clásula de 80 millones con Lucas Hernández o de 120 con Griezmann, tal y como está el mercado, es casi una invitación a irse.

"Lo que quiero mañana (por este sábado) es que la gente esté pendiente de nosotros, no de los jugadores del rival. No me gusta cuando en otro campo silban a uno de mis jugadores por alguna cuestión. Cada jugador es libre de tomar la mejor decisión para su futuro", dijo Ernesto Valverde este viernes en rueda de prensa. El técnico se adelantó al recibimiento que pueda tener Griezmann por parte de la afición azulgrana, que también emitirá su juicio sobre el jugador.

"Tenemos que tener cuidado con Griezmann porque es un gran jugador, pero nada más. Soy entrenador que se mide a un equipo donde juegan los jugadores de otro entrenador, y no me gustaría hablar de ellos. Nos tenemos ese respeto", dijo el Txingurri. El exentrenador azulgrana Carles Rexach, más libre para opinar, fue más rotundo. "Yo no lo ficharía, más claro no puedo ser", dijo este viernes. "El tren pasa una vez en la vida y si lo dejas pasar, ha pasado".

"No me puedo imaginar eso", respondió hace una semana el Cholo Simeone cuando le preguntaron si imaginaba a un Atlético sin Griezmann. "Tiene contrato con el club, es uno de los capitanes de nuestro equipo y le ha dado todo al Atlético desde que llegó". Eso es irrebatible, pero también irrelevante para garantizar su continuidad. A Griezmann le persigue su pasado. De aquellos tonteos, estas sospechas.