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Los desquiciantes problemas de fútbol del Real Madrid de Solari en Huesca
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victoria muy sufrida ante el colista

Los desquiciantes problemas de fútbol del Real Madrid de Solari en Huesca

El Real Madrid no mejora su propuesta de fútbol en la sufrida victoria contra el Huesca. El colista hizo sufrir al equipo de Solari, que acabó pidiendo la hora y Courtois siendo el mejor

Foto: Bale fue el autor del gol del Real Madrid en Huesca. (Reuters)
Bale fue el autor del gol del Real Madrid en Huesca. (Reuters)

Con partidos como los de El Alcoraz (0-1) es imposible apostar por un Real Madrid ganador. Tiene muchísimo trabajo por delante Solari para construir un equipo que tenga trazas de aspirante a algo porque el sufrimiento en Huesca hace pensar qué será de este Madrid cuando lleguen las eliminatorias en la Champions o partidos con rivales de mayor entidad. Gana con el agua al cuello. El equipo de Solari acabó pidiendo la hora contra el colista de la Liga. En el minuto 92 sacó una mano Courtois –clave en el triunfo– en un balón llovido que se colaba y, acto seguido, en el lanzamiento del saque de esquina fue Carvajal el que evitó el gol del empate en la línea de gol. Es la viva imagen de un Real Madrid que se desinfla en los partidos de forma alarmante. Contra el Huesca estuvo cerca de producirse un severo accidente como el del día de Ipurua cuando el Eibar arrolló a los de Solari en la primera parte. En esta ocasión, la ventaja de ponerse por delante con el tempranero gol de Bale –minuto 7– le llevó a conservar, con más miedo que valentía, la escasa ventaja hasta el pitido final.

Lo horroroso de la victoria del Madrid fue comprobar cómo no controla ni es capaz de cerrar los partidos. Se vio sometido por el colista en una segunda parte lamentable. La sensación que queda es que Solari no tiene claro por dónde quiere tirar. No rompe ese Real Madrid alegre, intenso, concentrado y agresivo que vende en la sala de prensa. Y no lo hace porque ha entregado el equipo a los ‘obreros’. Se ha ganado la confianza de Marcos Llorente, Ceballos y Lucas Vázquez para que se dejen el corazón en cada pelota y a cambio le quita brillo. Isco y Marco Asensio volvieron a ser suplentes y a Modric lo saca del campo cuando llega el temblor de piernas al entrenador. El reciente Balón de Oro se marchó de El Alcoraz con mala carita.

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Es la falta de brillo e imaginación, que deriva en miedo e inseguridad, la que está llevando al Real Madrid a ser un equipo aburrido y vulgar y la que detecten los rivales para crecerse y buscar hincarle el diente. Hasta el colista de la Liga. El Madrid sobrevivió contra el Huesca como pudo. En algunas ocasiones por el acierto en las paradas de Courtois, en otras por la falta de un instinto más depredador del rival para hacer gol y el resto porque la actitud para sufrir es lo único que ha cambiado a mejor desde que se fue Lopetegui y llegó Solari. Pero esto no debería ser un mérito del nuevo entrenador. Habría que imputárselo a unos jugadores que se sienten culpables del despido de Lopetegui y que pasaron vergüenza en la dolorosa derrota contra el Eibar.

La monotonía como estilo de juego

Solari lo que tiene que aportar es más lucidez y seguridades a unos futbolistas que dan prioridad a no encajar gol antes que soltar el talento para hacer más daño en ataque. Cualquier parecido a un Real Madrid que transmita buenas vibraciones, entusiasme y maraville es una utopía en estos momentos. El Huesca sacó los colores a un Madrid con muchas dudas y futbolistas que no dan la sensación de estar disfrutando y se agarran a sacar los partidos adelante como sea. Este juego monótono, tedioso y aburrido sólo ha tenido cierto esplendor en la victoria contra el Celta. En Vigo, el Madrid estuvo enchufado y demostró su cara más contundente. En el resto de partidos no se pueden sacar conclusiones para evaluar dónde está la mejoría. Ni en la eliminatoria contra el Melilla ni los partidos de Liga ante Valladolid y Valencia donde el común denominador fue el sufrimiento. Ni ante el flojo Viktoria Plzen. Tampoco en Roma, donde Courtois fue el mejor en la primera parte y Bale se encontró con un regalo de Fazio en la segunda.

Al Real Madrid de Solari le falta fútbol y grandeza. El problema no es de calidad ni ausencia de talento. Ha decidido dejarlo en el banquillo y cada vez empieza a dar más su brazo a torcer para recuperar a Isco y Marco Asensio. Dos jugadores que venían de hacer un doblete cada uno ante el Melilla y que se tomaron esa cita de trámite con seriedad. Los sacó en la segunda parte contra el Huesca para intentar recuperar el control de la pelota. Pero pedirles que te levanten el juego de manera instantánea no es sencillo para dos futbolistas amargados con su situación. Más cuando comprueban que antes que ellos, el primero de los cambios es el joven uruguayo Fede Valverde. Decisiones de un entrenador que delatan en quién confía para ganar como sea y asumiendo los menores riesgos. Jugar mal y recibir tantas ocasiones de gol sigue siendo un problema de entrenador. Solari lo quiere resolver con un estilo directo, por las bandas, más rudimentario que brillante.

Con partidos como los de El Alcoraz (0-1) es imposible apostar por un Real Madrid ganador. Tiene muchísimo trabajo por delante Solari para construir un equipo que tenga trazas de aspirante a algo porque el sufrimiento en Huesca hace pensar qué será de este Madrid cuando lleguen las eliminatorias en la Champions o partidos con rivales de mayor entidad. Gana con el agua al cuello. El equipo de Solari acabó pidiendo la hora contra el colista de la Liga. En el minuto 92 sacó una mano Courtois –clave en el triunfo– en un balón llovido que se colaba y, acto seguido, en el lanzamiento del saque de esquina fue Carvajal el que evitó el gol del empate en la línea de gol. Es la viva imagen de un Real Madrid que se desinfla en los partidos de forma alarmante. Contra el Huesca estuvo cerca de producirse un severo accidente como el del día de Ipurua cuando el Eibar arrolló a los de Solari en la primera parte. En esta ocasión, la ventaja de ponerse por delante con el tempranero gol de Bale –minuto 7– le llevó a conservar, con más miedo que valentía, la escasa ventaja hasta el pitido final.

Isco
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