Messi es la brújula del Barcelona
Leo Messi, con dos goles, lideró el triunfo de un Barcelona que se atascó durante una hora ante el Alavés. El argentino abrió el marcador de falta y lo cerró en el descuento
Menos mal que el FC Barcelona tiene a Leo Messi. Lo demás es contingente, pero él es necesario. Sin su presencia, da la impresión de que todo se desmoronaría. El Barça lo tiene todo, incluida una extraña habilidad para cultivar problemas. Da igual los títulos, siempre hay un debate. De la gestión de la directiva al estilo de juego (asuntos que van de la mano, por cierto). ¿Por qué se ha fichado a ese jugador? ¿Encaja? ¿Cómo debe jugar el equipo? Preguntas recurrentes en un equipo que sabe que se ha alejado de la manera de hacer las cosas que le llevó dominar el fútbol hace unos años. En ese mar de dudas, Messi es el único que tiene claro el rumbo. Lo marca él.
Hace más de nueve años marcó el gol 5.000 del Barcelona en Liga. Este sábado marcó el 6.000. Casi una década liderando a un equipo que aumenta su dependencia de él con el paso del tiempo. Messi responde con una regularidad asombrosa. Ante el Alavés, en el primer partido de Liga, marcó dos goles y dio un recital para liderar el triunfo por 3-0.
Cada cierto tiempo se presenta en el Camp Nou un rival como el Alavés que lo fía todo a la defensa y a cazar algún contragolpe. Es un plan que rara vez sale bien, aunque el equipo vitoriano tuvo éxito hace dos años. Hay que defender muy bien y tener mucha suerte para que el rival falle un sinfín de ocasiones. Porque ante el Barcelona, en su casa, encerrarse atrás es alargar la agonía.
El Alavés tuvo esa suerte en el primer tiempo, cuando Messi lanzó una falta al palo. El argentino, que estaba siendo el mejor con diferencia moviéndose por todo el campo para intentar encontrar un hueco en la defensa rival, disparó por encima de la barrera y el balón se estrelló en el larguero. Pacheco voló y se estiró para evitar el gol. Por fortuna para él, el balón no fue dentro.
Messi tomó nota, y cuando en la segunda parte tuvo una falta muy parecida, cambió el plan. Los jugadores de la barrera del Alavés, con el recuerdo del lanzamiento del primer tiempo, saltaron con todas sus fuerzas para evitar que el balón volviera a superarles. Messi disparó por debajo de ellos y batió a Pacheco, que apenas tuvo tiempo a reaccionar cuando vio el balón encima.
Coutinho, que había entrado en el descanso por Semedo (Sergi Roberto, que comenzó de interior, pasó al lateral), metió el segundo en una jugada de las suyas. Condujo desde la izquierda hacia adenatro y disparó al palo largo. El partido aún guardaba un detalle más de Messi. En el descuento, Luis Suárez metió un balón al área y al argentino lo controló con el pecho, lo bajó al suelo, aguantó el contacto del defensa y batió al portero con la izquierda.
En tres años, el Barcelona ha perdido a Xavi, Neymar e Iniesta. Los dos canteranos eran los guardianes de las esencias, el epítome de una forma de jugar al fútbol que el club convirtió en su seña de identidad. Y el brasileño tenía que acompañar al argentino y ser una referencia durante una década. Pero ya no está ninguno de los tres. Solo está Messi. Y menos mal.
Menos mal que el FC Barcelona tiene a Leo Messi. Lo demás es contingente, pero él es necesario. Sin su presencia, da la impresión de que todo se desmoronaría. El Barça lo tiene todo, incluida una extraña habilidad para cultivar problemas. Da igual los títulos, siempre hay un debate. De la gestión de la directiva al estilo de juego (asuntos que van de la mano, por cierto). ¿Por qué se ha fichado a ese jugador? ¿Encaja? ¿Cómo debe jugar el equipo? Preguntas recurrentes en un equipo que sabe que se ha alejado de la manera de hacer las cosas que le llevó dominar el fútbol hace unos años. En ese mar de dudas, Messi es el único que tiene claro el rumbo. Lo marca él.