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Ni el miedo que inflige Diego Costa al rival saca a Simeone de su filosofía rácana
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pierde dos puntos tras quitar a sus estrellas

Ni el miedo que inflige Diego Costa al rival saca a Simeone de su filosofía rácana

Con la mente más puesta en la vuelta de Copa contra el Sevilla, el Cholo quitó a Griezmann y Costa del campo cuando ganaba por la mínima, se echó atrás y lo pagó caro... otra vez

Foto: Portu celebra el gol del empate. (Reuters)
Portu celebra el gol del empate. (Reuters)

Esta crónica estaba destinada a tratar sobre la relación futbolística que están explotando Antoine Griezmann y Diego Costa desde su reciente encuentro. Entre ellos ha surgido un flechazo, un entendimiento palpable que pretende llenar de sonrisas al Wanda Metropolitano cada tres días, y este sábado estaba sirviendo como ejemplo viviente de esta prometedora alianza. Hasta que a falta de casi media hora, su entrenador los envió directos al banquillo. Un mensaje específico y claro a los que se mantenían sobre el verde: lo que cuenta es la Copa, esto ya está ganado. No, no lo estaba, nunca lo está si mantienes en el marcador una ventaja tan mínima como un 1-0. Y no se ganó, claro, porque no siempre sale cara cuando lanzas al aire una moneda.

Empecemos por el final. La afición rojiblanca se centró brevemente en criticar la decisión del árbitro de añadir tres minutos y no ampliar ese descuento después de que se consumiera uno de ellos sin que la pelota estuviera en juego. Después, en las redes sociales ya había algún comentario destinado a una decisión que ni compartían ni comprendían. Esta no era otra que la idea de ganar por la mínima y sacar del terreno de juego a los mejores como en los días en los que la victoria está más que sentenciada y se pretende regalar un tiempo de descanso a los que más minutos van a acumular. Ocurrió lo que ocurre siempre, que el equipo se echó hacia atrás por puro instinto, dejó de atacar, se centró en defender la portería propia y una vez se produjo el daño (el gol de Portu), la capacidad de reacción fue inexistente.

Foto: Un joven de 22 años, apuñalado cerca del Wanda Metropolitano.

Partamos de la base de que este Atlético poco tiene que ver con el que ganó la Liga en 2014. No fueron ni uno ni dos los días en los que ganó por la mínima, haciendo lo que pretende hacer hoy, pero con los elementos perfectos para ello. A Godín ya no le acompaña Miranda (esta vez no estaba ni el uruguayo), Gabi tiene casi cuatro años más, no juegan ni Juanfran ni Filipe, no está Raúl para luchar como un perro rabioso cada balón, ni Tiago para poner cabeza, ni Arda para parar el tiempo y Diego Costa... pues Diego Costa se fue al banquillo a la hora de juego, algo entendible ya que viene de una larga inactividad. Este Atleti es más dulce, mucho más, es un cuerpo esbelto y atractivo aplastado en un corsé.

placeholder Diego Costa se retira al banquillo para dejar su puesto a Gameiro. (EFE)
Diego Costa se retira al banquillo para dejar su puesto a Gameiro. (EFE)

Muchas veces entonces se rezaba a san Thibaut, ahora los ruegos se dirigen a san Jan. Pero los bienaventurados a veces no pueden cumplir todas las plegarias, que son muchas, diarias casi, porque no hay ocasión en la que el Atlético no juegue con fuego y ni cuando se ha quemado ha aprendido la lección. El Cholo es inmune al calor de las llamas, como Daenerys Targaryen, con la diferencia de que él si acaba con quemaduras.

De sus últimos siete partidos de liga, solo uno lo ganó por más de un gol (2-0 al Getafe) y perdió otro (1-0 contra el Espanyol). Es un amor incalculable por el riesgo, por el conformismo, por el convencimiento de que no da para más, cuando quizás tenga la mejor plantilla desde que cogió el cargo hace ya más de seis años (aunque a Vitolo le está costando entrar en dinámica).

Un "buen partido" que aleja la Liga

"Hicimos un buen partido donde teníamos controlado el juego y desgraciadamente llegó un gol en una situación complicada en la que no la pudimos rechazar nunca —la pelota— y ellos lo aprovecharon. Me quedo con la sensación de que el equipo jugó bien (...) el mejor del contrario siempre fue el portero", decía Simeone después del final a las cámaras de 'beIN Sports'. Puede que se refiera al primer tiempo, en el que sucedieron esos momentos de entendimiento mutuo entre Diego Costa y Griezmann, en el que Thomas tuvo algo de acierto al fin. Nunca puede hablar del segundo tiempo.

El Atleti apaga la luz cuando el reloj marca la hora de partido. Ese es el momento fijado desde hace tiempo por el entrenador argentino para hacer el primer cambio y sus jugadores, bien por indicaciones del técnico, bien por propia inercia, se acercan más a Oblak, se alejan del marco adversario y empiezan a caminar sobre cenizas incandescentes, buscando lo antes posible el pitido final, que aún está a 30 minutos de distancia temporal.

A Griezmann y a Costa les pilló en el banquillo, porque es más importante tratar de remontar una eliminatoria copera que meterle un poco de presión al Barça, que celebra el doble éxito de sus paisanos ante los colchoneros (tras el 2-2 de la primera jornada de Liga) como un triunfo propio, pues aún nadie se muestra como verdadera alternativa al título. Le tocaba al Atlético serlo, pero no quiere, no se atreve a ser candidato.

Ficha técnica

1 - Atlético de Madird: Oblak; Vrsaljko (Vitolo, m. 80), Savic, Giménez, Lucas; Correa, Saúl, Thomas, Carrasco; Griezmann (Koke, m. 69) y Diego Costa (Gameiro, m. 60).

1 - Girona: Bono (Gorka Iraizoz, m. 46); Aday Benítez, Juanpe, Bernardo Espinosa, Jonás Ramalho, Johan Mojica; Pere Pons, Àlex Granell (Timor, m. 84), Borja García, Portu; y Olunga.

Goles: 1-0, m. 34: Griezmann culmina un pase de cabeza de Diego Costa. 1-1, m. 75: Portu remacha un cabezazo de Bernardo.

Árbitro: De Burgos Bengoetxea (Comité Vasco). Amonestó a los locales Thomas (m. 45), Vrsaljko (m. 65), Giménez (m. 81) y Oblak (m. 90) y a los visitantes Juanpe (m. 30), Aday Benítez (m. 37) y Bernardo (m. 81).

Incidencias: partido correspondiente a la vigésima jornada de La Liga Santander, disputado en el estadio Wanda Metropolitano ante 55.076 espectadores.

Esta crónica estaba destinada a tratar sobre la relación futbolística que están explotando Antoine Griezmann y Diego Costa desde su reciente encuentro. Entre ellos ha surgido un flechazo, un entendimiento palpable que pretende llenar de sonrisas al Wanda Metropolitano cada tres días, y este sábado estaba sirviendo como ejemplo viviente de esta prometedora alianza. Hasta que a falta de casi media hora, su entrenador los envió directos al banquillo. Un mensaje específico y claro a los que se mantenían sobre el verde: lo que cuenta es la Copa, esto ya está ganado. No, no lo estaba, nunca lo está si mantienes en el marcador una ventaja tan mínima como un 1-0. Y no se ganó, claro, porque no siempre sale cara cuando lanzas al aire una moneda.

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