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Incomprensión y resignación: así vivió el vestuario del Madrid la suplencia de Isco
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lo vieron como una concesión al barça

Incomprensión y resignación: así vivió el vestuario del Madrid la suplencia de Isco

Caras largas en el vestuario madridista y pocas ganas de hablar. El equipo blanco encajó con entereza la derrota ante el Barcelona, un resultado que certifica el adiós del campeón a la Liga

Foto: Zidane, en el banquillo durante el Clásico. (Reuters)
Zidane, en el banquillo durante el Clásico. (Reuters)

En el vestuario del Real Madrid no hubo charla de los pesos pesados ni conjura. Quizás porque los pesos pesados blancos no salieron bien parados del Clásico. Sergio Ramos, el capitán, debió ser expulsado tras agredir a Luis Suárez a un metro del árbitro, Sánchez Martínez. Pero el colegiado, probablemente intimidado por el escenario, no se atrevió a mostrarle la roja y dejó el golpe del central al uruguayo en amarilla. El de Camas sí paró en zona mixta, donde se vino arriba alegando que no fue al choque y no tuvo intención de golpear al delantero. Para concluir dejando el titular del día, tirando de populismo: "En Barcelona dirán que tengo que ir a la cárcel con Puigdemont".

Cristiano Ronaldo, otro de los referentes, tampoco se hizo notar. El portugués marcó un gol anulado en fuera de juego, y falló un disparo que Ter Stegen rechazó con la pierna. No tuvo una actuación destacada ni justificó el Balón de Oro ganado hace unas semanas. Se esperaba que luciese más en el Clásico, pero llegó diezmado por unas molestias que hicieron peligrar su participación. Finalmente entró en el once, pero el partido fue demasiado táctico y Ronaldo no estuvo a la altura del choque. Ni cuando marca se hace notar especialmente ni cuando pierde es de los más activos.

Foto: Cristiano Ronaldo se lamenta en presencia de Messi. (FOTO: Miguel Berrocal)

Pero lo más noticiable en el vestuario fue la extrañeza que causó el planteamiento de Zidane. Y especialmente la ausencia de Isco, que no jugó ni un minuto del Clásico, pese a ser el hombre de referencia durante muchos partidos en esta temporada que ya cumple cuatro meses. La ausencia del malagueño en el once, para dar entrada a Kovacic, se entendió por parte del vestuario como una concesión al Barcelona.

No había dudas entre los jugadores sobre la no presencia de Bale en el once, debido a su falta de ritmo por sus repetidas ausencias por lesión, pero la salida del croata junto a Modric, Kroos y Casemiro se entendió como un experimento, ya que Kovacic ha pasado varios meses fuera del grupo por lesión.

placeholder La idea de cubrir a Messi con Kovacic no funcionó. (Reuters)
La idea de cubrir a Messi con Kovacic no funcionó. (Reuters)

La expulsión de Carvajal, cuya marcha fue suplida con la entrada de Nacho, sacrificó un cambio, lo que dejó a Isco en el banquillo al apostar Zizou por dos hombres con más gol como Asensio y Bale. El malagueño ha pasado de referente ofensivo del equipo a ver el Clásico en el banquillo sin jugar un minuto. Algo que el vestuario observó con extrañeza. Isco es un jugador muy querido en la plantilla, tanto por su cercanía personal como por su rendimiento deportivo.

Zidane salió a amarrar el mediocampo, tratando de cerrar los espacios a Messi con la vigilancia de Kovacic cuando se retrasase para conectar con su centro del campo. Por eso apostó por jugadores de trabajo en el mediocampo como Casemiro y Kovacic junto a volantes con buen pie y buenos pulmones como Modric y Kroos. Modric disfrutó de cierta libertad para enlazar con la delantera, una posición en la que Isco se mueve con más naturalidad.

El vestuario respalda a Zidane, quien ha defendido a la plantilla ante el presidente en varias ocasiones. Pero algunas de sus decisiones tácticas a la hora de algunos planteamientos y sustituciones son recibidas con sorpresa en el equipo. La apuesta del francés ante el Barça no surtió efecto en el marcador y confundió al vestuario. Y logró amargar las Navidades a un Isco que ha sido demasiadas veces relegado a un rol secundario en los partidos grandes por el técnico francés.

En el vestuario del Real Madrid no hubo charla de los pesos pesados ni conjura. Quizás porque los pesos pesados blancos no salieron bien parados del Clásico. Sergio Ramos, el capitán, debió ser expulsado tras agredir a Luis Suárez a un metro del árbitro, Sánchez Martínez. Pero el colegiado, probablemente intimidado por el escenario, no se atrevió a mostrarle la roja y dejó el golpe del central al uruguayo en amarilla. El de Camas sí paró en zona mixta, donde se vino arriba alegando que no fue al choque y no tuvo intención de golpear al delantero. Para concluir dejando el titular del día, tirando de populismo: "En Barcelona dirán que tengo que ir a la cárcel con Puigdemont".

Zinédine Zidane Isco
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