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Zidane y su 'flor' en la ruleta rusa para sobrevivir al Clásico
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Zidane y su 'flor' en la ruleta rusa para sobrevivir al Clásico

Perder en un Madrid-Barça nunca forma parte del plan ni para uno ni para otro, pero el equipo que dirige Zidane nunca ha tenido tanta obligación de ganar al enemigo como ahora

Foto: Zidane ha ganado tres de los cinco Clásicos que ha disputado. (Reuters)
Zidane ha ganado tres de los cinco Clásicos que ha disputado. (Reuters)

En días de elecciones de un significado muy profundo en el territorio español, el pan y circo siempre está presente ante la parsimonia impertérrita de la persona de a pie. El Clásico ha pasado levemente a un segundo plano en las discusiones de bar para despotricar sobre los resultados en Cataluña, para inmediatamente recuperar la no suficientemente breve monotonía del pasillo sí, pasillo no. Cierto es lo que dice Ernesto Valverde, el pasillo ha perdido los valores históricos de honor y reconocimiento que tuvo en favor de la humillación del equipo que forma en dos filas paralelas y aplaude al que sale. Quizás lo que esconde esta polémica no sea tanto la falta de 'valors' del Fútbol Club Barcelona, sino la preocupante situación en la que se encuentra el bicampeón de Europa y del mundo, el Real Madrid.

Se ha hablado excesivamente poco de que de obtener un resultado diferente a la victoria, para el Madrid la distancia más positiva sería once puntos (con un partido por jugar, no lo olvidemos, contra el Leganés, en una fecha aún por definir), con el precipicio siempre amenazante de los catorce puntos, en caso de saldar el partido en el Bernabéu con una derrota. Cualquiera de las dos distancias supone una renuncia involuntaria a continuar con la disputa por el título de Liga. La voluntad propia y el orgullo madridista perenne obligará a empezar una nueva 'liga del clavo ardiendo', si es que esta no ha dado comienzo ya.

Foto:  Ilustración: Raúl Arias.

Es decir, un tercio (algo más desde el punto de vista moral) de las aspiraciones blancas de éxito en primavera pende de un ligero hilo tan fino y débil como una tela de araña. Perder en un Madrid-Barça nunca forma parte del plan ni para uno ni para otro, pero el equipo que dirige Zidane nunca ha tenido tanta obligación de ganar al enemigo como ahora. Nunca anteriormente el Madrid ha remontado la distancia que les separa ahora mismo en el torneo, una vez estuvo a punto (literal) de hacerlo y fue con el propio Zidane ya en el banquillo merengue en 2016, y quiere repetirlo para rehacer la historia con un final más agradable para las miles de personas que colmarán el Bernabéu.

Zidane todavía no ha fracasado. Se podría decir que no ascender con el Castilla en su primer año como primer entrenador de cualquier equipo fue una decepción, pero no un fracaso. Tampoco ha logrado subir a Segunda Santi Solari desde que cogió el testigo, es decir, el reto era a todas luces complicado (si bien siempre se puede hacer mejor).

placeholder Valverde y Zidane, en el partido de vuelta de la Supercopa. (EFE)
Valverde y Zidane, en el partido de vuelta de la Supercopa. (EFE)

En el Real Madrid, Zidane no ha fallado por su cuenta. El madridismo confía en él como 'su Guardiola', pues ha obtenido la misma cantidad de títulos que el actual técnico del Manchester City en el mismo tiempo, por lo que no es capaz de encontrar en el entrenador de Marsella un desliz digno de mención. Cuando aterrizó en las Navidades entre 2015 y 2016, la Liga ya estaba prácticamente perdida y casi la obtiene, no había Copa que jugar y ganó la Champions. Desde entonces solo ha dejado de sumar la Copa del Rey del curso pasado. Casi inmaculada su trayectoria.

Perder el Clásico, en cambio, lo acercaría mucho a esa sensación de ahogo y desconcierto que supone el vértigo de la frustración. Por ello, Zidane se encuentra en una situación límite cuando ni siquiera se ha acabado el mejor año de la historia del Real Madrid, el mismo que le ha alzado al segundo escalón en el podio de los entrenadores con más títulos en el club blanco, donde se ha encontrado a una leyenda como Luis Molowny. En la cuerda floja es como mejor se ha manejado Zidane, jugando a la ruleta rusa, poniéndose el revólver en la sien en las finales, los días en los que era todo o nada. No ha dejado escapar ninguno de los partidos que tenía que ganar. Ni siquiera aquel partido en el Camp Nou, con la liga casi perdida y con el espíritu de Cruyff muy presente en el ambiente, le tembló el pulso para apretar el gatillo y no encontrar la bala.

Esta vez la obligación le acucia. Más que en sus dos años al mando. Los tiene a todos. Incluso a Bale, más tiempo fuera que dentro del equipo. A Cristiano enchufado de nuevo, a Modric creando música con los pies, a Kroos disfrutando del fútbol, a Carvajal con la potencia de un avión. Y enfrente tiene a Valverde, al que le pintó la cara en la Supercopa y que ahora le espera con los brazos abiertos para darle un abrazo con el que dejarle sin aire. El 'Txingurri' tiene delante de sí la oportunidad darle la estocada al Madrid, en una temporada en la que las previsiones eran más o menos igualar los cero títulos grandes del Tata Martino.

Algunos ponen al Barça como uno de los pocos clubes que no ha perdido en todo el curso, pues mantiene su casillero de derrotas a cero en Liga, Champions y Copa, pero se olvidan de agosto, de cuando un Madrid avasallador le pasó por encima, en un momento en que todavía no tenía nada claro qué iba a ser de su plantilla, si iba a tener a Coutinho o solo le añadían a Dembélé por Neymar. Y desde septiembre empezó un plan: hacer ganar a su equipo, para luego hacerle jugar. Le dio la vuelta a la filosofía 'guardiolista' para adaptarla a estos tiempos de urgencias. El resultado es un liderato sólido y la oportunidad única de prácticamente eliminar a su principal enemigo de la pelea antes de terminar la primera vuelta. La evolución no es moco de pavo.

Alineaciones probables

Real Madrid: Keylor Navas; Carvajal, Varane, Sergio Ramos, Marcelo; Casemiro, Kroos, Modric, Isco; Cristiano Ronaldo y Benzema.

Barcelona: Ter Stegen; Sergi Roberto, Piqué, Vermaelen, Alba; Rakitic, Busquets, Paulinho, Iniesta; Luis Suárez y Messi.

Árbitro: José María Sánchez Martínez (colegio murciano).

Estadio: Santiago Bernabéu.

Hora: 13.00.

En días de elecciones de un significado muy profundo en el territorio español, el pan y circo siempre está presente ante la parsimonia impertérrita de la persona de a pie. El Clásico ha pasado levemente a un segundo plano en las discusiones de bar para despotricar sobre los resultados en Cataluña, para inmediatamente recuperar la no suficientemente breve monotonía del pasillo sí, pasillo no. Cierto es lo que dice Ernesto Valverde, el pasillo ha perdido los valores históricos de honor y reconocimiento que tuvo en favor de la humillación del equipo que forma en dos filas paralelas y aplaude al que sale. Quizás lo que esconde esta polémica no sea tanto la falta de 'valors' del Fútbol Club Barcelona, sino la preocupante situación en la que se encuentra el bicampeón de Europa y del mundo, el Real Madrid.

Zinédine Zidane
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