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Kroos y Modric cogen ritmo y recuerdan que Casemiro puede no ser tan necesario
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los blancos suben su nivel físico en diciembre

Kroos y Modric cogen ritmo y recuerdan que Casemiro puede no ser tan necesario

Los dos mediocampistas, que se encuentran entre los mejores del mundo, han mostrado los últimos partidos un estado de forma que se echó de menos en otoño. El mejor Madrid, sin su mediocentro

Foto: Kroos aplaude tras ser sustituido. (EFE)
Kroos aplaude tras ser sustituido. (EFE)

Llegó diciembre, porque siempre llega, y en los estadillos de los preparadores físicos del Real Madrid apareció una flecha que apuntaba hacia arriba. La idea era llegar a este mes vivos y, a partir de ahí, empezar a crecer. Porque estar 11 meses seguidos a tope y sin desfallecer no es una opción, simplemente. Ya el día del Borussia Dortmund, pero sobre todo contra el Sevilla, el equipo mostró un aspecto algo mejor que el de los últimos meses. La chispa que faltaba acude ¿a tiempo? Igual no, el Madrid se acuesta a cinco puntos del Barcelona, pero bien puede quedar a ocho cuando termine el partido de los azulgrana contra el Villarreal. Y son muchos puntos, aunque, cierto es, también es bastante tiempo.

Se puede ir jugador por jugador analizando la mejora, pero quizá hay dos en los que el tema es más acusado. Kroos y Modric tienen una labor dificilísima en el Real Madrid, son los catalizadores del juego, pero también están presentes en el equilibrio y deben ayudar en la contención. Lo llevan a cabo con soltura porque son dos de los mejores jugadores del mundo, sin más matices que esos. Centrocampistas espectaculares de los que nunca dudan con el balón en el pie y con la sabiduría posicional suficiente para dificultar las cosas a los rivales.

Foto: Cristiano Ronaldo recibe su quinto Balón de Oro. (EFE) Opinión

Toni Kroos es un extraño caso de jugador diésel. Juega muchísimo y físicamente engaña, es capaz de subir y bajar con diligencia una y otra vez en cada partido que disputa. Es casi siempre titular y son muy pocos los futbolistas que juegan más minutos a lo largo de la temporada y eso, de algún modo, se tiene que notar. En las últimas semanas Kroos no ha llegado a estar desastroso, es uno de esos que siempre dan el aprobado, pero era evidente que no estaba cerca de su mejor nivel.

Una de las pruebas más claras de que el alemán no tiene su físico a tope es que aparece menos por el área rival, algo que le gusta mucho hacer pero faceta en la que se contiene cuando no está a tope. Como mediocampista inteligente que es, cuando se ve a medias, primero se dedica a amarrar las cuestiones básicas de su oficio. El juego posicional, el pase corto, la distribución básica o hacer coberturas, todo eso se antepone a subir con el balón hasta el ataque porque para eso se necesita cierta exuberancia. Y con el deposito a medias eso simplemente no funciona.

El caso de Modric es similar, aunque tiene sus matices. El diminuto mediocampista croata no tiene la resistencia de su compañero y es más común verle naufragar. Luka, por lo general un astro, hay días en los que desaparece y deja a su equipo con diez, porque cuando su físico se apaga no tiene la fuerza suficiente para aportar. Claro que, del mismo modo que puede restar también es de los que más suma cuando aparece. Un Modric bueno es un jugador diferencial, único, de los que hacen al público levantarse del asiento.

Modric necesita piernas para concentrarse, pero cuando está en estado de gracia el mundo parece bailar al ritmo que él marca. Es de esos escasos jugadores que pueden hacer levantarse a una grada entera con un golpe de genio. Los preparadores del Madrid saben que hay que cuidarle, que raro es el año en el que no se pierde un tiempo de juego, bien por lesión, bien por baja forma. Pero al club le merece la pena esperar, no puede ser de otra manera si se tiene en cuenta que muchos de los éxitos recientes del club blanco están íntimamente relacionados con el poderío futbolístico de este jugador.

placeholder Modric conduce el balón. (EFE)
Modric conduce el balón. (EFE)

El ritmo y Casemiro

El partido contra el Sevilla es una muestra escasa para sacar conclusiones precipitadas, pero la frescura de ambos hace presagiar un cambio con respecto a lo visto en el horrible otoño del Real Madrid. Tampoco sirve un encuentro para cambiar lo que era hasta el momento un dibujo inamovible, pero sí da alguna pista de que es mejor no morir nunca por una idea, por sólida que sea. Y aquí entra en juego Casemiro.

El centrocampista brasileño se ha convertido en algo casi totémico en el Real Madrid. Se extendió la sensación de que él era el primero sobre el que había que hacer la alineación y que a partir de él, del rocoso y el fatigoso, tenía que empezar a arremolinarse el talento como las bolas decorativas en el árbol de Navidad. Contra el Sevilla, por sanción, no podía aparecer y aquello apuntaba a drama mundial, más aún si se tiene en cuenta el precario estado físico de la defensa blanca, plagada de lesiones. Bien, el Madrid jugó contra los hispalenses, ganó y realizó el mejor partido de su temporada.

No da para tomarlo como un credo, pero igual sí para desacreditar lo que hasta el momento parecía una verdad universal. Sí, Casemiro es un jugador defensivamente fiable que ayuda a equilibrar el equipo y le da estructura, que saca de muchos apuros a los ofensivos laterales blancos... también es un futbolista limitado. En ataque no se complica, y eso es lo mejor que se puede decir de él en esa faceta, pero claro, juega en el Real Madrid y quizá en ocasiones un equipo así necesita una aportación mayor de quien está llamado a sacar el balón.

Foto: Las constantes lesiones de Gareth Bale nublan su horizonte como jugador del Real Madrid. (EFE)

Hay un problema de velocidad en el equipo, o la había antes del vendaval que montaron contra el Sevilla. Las contras, antes una seña de identidad en el equipo blanco, son más difíciles cuando el que las tiene que comenzar es Casemiro, porque no es un jugador rápido, ni de piernas ni de pensamiento. Tampoco es osado, con razón, por lo que es extraño verle intentar un pase que pueda romper una línea de presión. Esto se acrecienta aún más con Isco en el campo, pues el malagueño, tan lleno como está de virtudes, tampoco es un velocista con el balón en el pie.

Llega diciembre, porque siempre llega, y el Madrid piensa en revalidar su trono como campeón del mundo. Si no lo hace será un fracaso, pues en esas coordenadas se mueve el equipo de Zidane. Es un torneo menor que se puede convertir en drama, y por eso en la preparación física se pensó en llegar a diciembre a un buen nivel. Y de aquí hacia arriba, que llegan las curvas. Está la Copa, objetivo insuficiente, y dos competiciones con amplias dificultades. Por un lado, los blancos saben que esta temporada hay más tiburones en el estanque de la Champions. Por otro, en la Liga han dormido lo suficiente para no tener claro si lo que hay por delante es posible o no. Mimbres tienen para lo más alto, demostrado está, pero si los cálculos de los galenos han fallado nada será posible, no hay fútbol sin energía.

Llegó diciembre, porque siempre llega, y en los estadillos de los preparadores físicos del Real Madrid apareció una flecha que apuntaba hacia arriba. La idea era llegar a este mes vivos y, a partir de ahí, empezar a crecer. Porque estar 11 meses seguidos a tope y sin desfallecer no es una opción, simplemente. Ya el día del Borussia Dortmund, pero sobre todo contra el Sevilla, el equipo mostró un aspecto algo mejor que el de los últimos meses. La chispa que faltaba acude ¿a tiempo? Igual no, el Madrid se acuesta a cinco puntos del Barcelona, pero bien puede quedar a ocho cuando termine el partido de los azulgrana contra el Villarreal. Y son muchos puntos, aunque, cierto es, también es bastante tiempo.

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