La despiadada ley de la báscula de Marcelino hace volar al Valencia
El Valencia vuela a las órdenes de Marcelino. Un estricto entrenador cuyo método ha despertado a un equipo que zozobró las dos últimas temporadas
Mucho mejor de lo esperado. Seguramente ni siquiera Marcelino pensó que a estas alturas de la temporada el Valencia navegaría por la Liga española con esa velocidad de crucero que le ha colocado en lo alto de la clasificación, justo por detrás del Barcelona, un paso por delante del Real Madrid. Tras dos temporadas de penumbra, con líos apareciendo en cualquier rincón del vestuario, también del club, ha diseñado el entrenador asturiano un poderoso equipo en un tiempo récord.
Se sabe de sobra que Marcelino y su equipo de asistentes son más que metódicos, hasta el extremo. Pocos, muy pocos detalles son dejados al azar, mucho menos los que tienen que ver con el estado físico de los jugadores. La báscula es pieza fundamental, siempre lo fue, en la vida de los equipos del estratega. La alimentación es asunto de capital importancia, determinante ahora en un Valencia cuyos jugadores se comportan como ligeras plumas en el terreno de juego. Vuelan sobre el campo…
El estado físico de los futbolistas valencianistas está siendo más que fundamental para que los resultados sean tan positivos. Y para ello la estricta alimentación cobra capital importancia. El plantel desayuna y almuerza, hasta cena, en las instalaciones valencianistas, siempre dependiendo de la agenda que marca la competición. Menús muy precisos, estrictos al máximo, que han afilado los ahora vigorosos cuerpos de los futbolistas. Luego, sobre el verde, se desempeñan con una determinación y bríos que no se recordan por Mestalla. El Sevilla puede dar fe de ello.
Severas multas
Muchas veces, los hombres de Marcelino abandonan la ciudad deportiva tras una sesión vespertina con una bolsa que guarda los alimentos que consumirán por la noche. Un toque de calor del microondas y a cenar. Los menús están perfectamente medidos y después es la balanza a la hora de pesarse la que determina si alguien se ha dado una alegría a destiempo. Por el momento, como se puede ver en el terreno de juego, si por algo es segundo en la tabla el Valencia es porque físicamente, también desde el plano futbolístico, supera a sus enemigos en el último tramo de los partidos.
El poder de Marcelino en el club es absoluto. Desde que llegó, nadie le rechista, también porque él impuso unas férreas condiciones que fueron aceptadas por la dirigencia. De sobra es conocido en el fútbol español su método de trabajo, los que mandan sabían que con su contratación muchas cosas se colocarían en su sitio. Con la báscula, sobre todo, no se juega nunca y las cuantiosas multas fijadas fueron aceptadas por todos. Los futbolistas saben que su economía sufrirá, y mucho, si no cumplen con el peso. El que supere los kilogramos fijados por no cumplir, sabe que la sanción será muy importante. Hasta con cifras de cuatro dígitos... Con esta cuestión no hay bromas que valga.
La noche del Bernabéu
Futbolistas que en otros tiempos no cumplían con el peso, ahora nada tienen que ver. Marcelino, a día de hoy, tiene ganado al vestuario. Los resultados confirman que el resucitado Valencia marcha por el camino adecuado y los que en el campo tienen que rendir, entienden que la exigente disciplina está siendo clave para que recuperen el nivel que mostraron algún día y que perdieron en el pasado reciente. Con el cuerpo en perfecto estado de revista, el fútbol fluye con sencillez y una sólida precisión. El equipo se comporta como una orquesta afinada a la perfección.
Los refuerzos ofrecen un rendimiento soberbio, casos de Kondogbia o Guedes, igual que los que ya estaban pero vivían entre tinieblas la temporada pasada. Un partido se considera clave en el interior para entender la dulce realidad que vive el Valencia. Salir vivos del Santiago Bernabéu, donde pudo ganar la escuadra de Marcelino, fue vital para que todos entendieran que realmente están listos para competir de verdad, como lo ha hecho el equipo valenciano en la historia reciente. No perder, aunque fuera en casa, ante el Atlético también supuso un plus de confianza. El fútbol, del bueno, vuelve a ilusionar a la masa social. Con la ley de la báscula de Marcelino ejerciendo de catapulta...
Mucho mejor de lo esperado. Seguramente ni siquiera Marcelino pensó que a estas alturas de la temporada el Valencia navegaría por la Liga española con esa velocidad de crucero que le ha colocado en lo alto de la clasificación, justo por detrás del Barcelona, un paso por delante del Real Madrid. Tras dos temporadas de penumbra, con líos apareciendo en cualquier rincón del vestuario, también del club, ha diseñado el entrenador asturiano un poderoso equipo en un tiempo récord.