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El Barça no pierde el ritmo, el mismo que Luis Suárez no encuentra por ningún sitio
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solo tres goles en diez partidos jugados

El Barça no pierde el ritmo, el mismo que Luis Suárez no encuentra por ningún sitio

El delantero uruguayo está muy lejos de los números que ha promediado desde que llegó al Camp Nou y después de quedarse otra vez sin marcar ante el Málaga se fue desanimado

Foto: Luis Suárez sigue sin arrancar. (Reuters)
Luis Suárez sigue sin arrancar. (Reuters)

Acostumbrados como estábamos a ver a un Barça soberano desde el dominio absoluto de todos los registros del juego, ver a este equipo líder de la Liga a través de un fútbol sin el más mínimo alarde sabe a poco, como que le falta gracia. Es un plato combinado que llena el estómago, pero no explota de sabor en el paladar, ni colma las expectativas de un menú aparentemente de calidad. Sin embargo, al final lo que cuenta es sumar puntos para, al final del campeonato, levantar copas. Y ganando al Málaga (2-0) se mantiene firme en ese objetivo, con el ritmo prácticamente constante de triunfos desde que empezó la Liga. Funciona, aunque no todos están felices en el equipo.

Foto: En la imagen, jugadores del Málaga protesta al colegiado del encuentro. (EFE)

Sin duda, si se le pregunta a Luis Suárez, dirá que está encantado con el ritmo de victorias azulgrana, que le mantiene firme líder en España y en Europa, y que lo importante es que el equipo esté bien, que sume puntos y que se acerque a los objetivos marcados. No hará referencia a la evidente preocupación que le atosiga en su cabeza por su rendimiento goleador. Puede asegurar que está bien y que los goles ya llegarán, sobre lo cual no existe ni la más mínima duda, pero su rostro no engaña a nadie. Se le nota incómodo en el terreno de juego, cabizbajo y desubicado, sin tener claro dónde juega y con qué función. Y más aún que todo eso, sin gol.

El gol es el alimento del delantero centro. No hay ariete que se vaya a casa plenamente satisfecho con su propia actuación si ha tenido una ocasión manifiesta de gol y la ha dejado escapar. Incluso cuando ha anotado un 'hat-trick', el recuerdo negativo de esa acción aislada que en ningún caso iba a cambiar el partido se le irá de la cabeza. Suárez está dejando pasar muchas, algo ajeno absolutamente a su idiosincrasia como futbolista, a lo que le ha hecho ser lo que es. No es una sequía muy prolongada, pues ha marcado tres goles suficientemente repartidos como para que no podamos hablar de una larga serie de encuentros sin anotar, pero sus cifras son muy escuetas para lo que él mismo está acostumbrado a cosechar.

placeholder Suárez se ríe de una ocasión en la que remató fuera cuando lo tenía todo a favor. (Cordon Press)
Suárez se ríe de una ocasión en la que remató fuera cuando lo tenía todo a favor. (Cordon Press)

"Luis es impagable. Es el tercer partido que juega en seis días. Viene de hacer un partidazo ante el Atlético y de ser importante ante el Olympiacos y es un jugador que siempre tiene ocasiones de gol. Esa agresividad y ambición que tiene le dan una garantía. Estoy encantado con él", decía el entrenador culé, Ernesto Valverde, cuando le cuestionaron después del partido ante el Málaga sobre la actuación de su '9' titular. Es el único escollo que se está encontrando el Txingurri en este inicio de temporada. No está sabiendo cómo sacar lo mejor del que es, cuando está en condiciones, el más decisivo punta del planeta. La tremenda influencia de Messi, la ausencia de Neymar... son varios los factores que afectan al rendimiento del delantero de Salto.

Quizás el que más se aprecia es el posicional. Valverde ha decidido, con toda la lógica del mundo, que Messi sea el centro de su equipo, sobre el que gira el mundo culé, y lo sitúa en el medio, donde más influencia tiene en el global del juego. Al contrario que con Luis Enrique, con quien Messi partía desde la banda derecha para situarse en el medio, con el técnico extremeño directamente se posiciona en el centro para que todo el fútbol fluya hacia él y desde él. Esto obliga, al menos de manera inicial, a que Suárez tenga que dejarse caer a una banda, la izquierda en ese caso. No es un lugar en el que se queda fijo, no es un extremo que abre el campo, no lo entendamos así. Empieza ahí, pero busca su zona de influencia en el medio, principalmente porque es donde se siente más cómodo, y luego porque Messi, al moverse por muchas zonas del campo, abandona el lugar de falso delantero y Suárez tiene la necesidad y la obligación de ocuparlo. Estar menos tiempo como referencia le incomoda y le aleja de las posibilidades de remate.

Pero el físico de Suárez tampoco está en su mejor momento. Tras un verano tranquilo, sin compromisos internacionales que sobrecargasen sus piernas, Suárez se lesionó contra el Real Madrid en la Supercopa y se iba a perder, en teoría, un mes de competición. Aunque las recomendaciones médicas eran claras, se fue a Sudamérica para jugar con Uruguay partidos decisivos para la clasificación al Mundial de Rusia del próximo año y, sin estar al 100%, ayudó a su selección. Después ha tenido que ser el propio Valverde el que haya regulado los esfuerzos de su '9' para que no acabase demasiado forzado los partidos, sobre todo teniendo en cuenta la nula confianza que siente el preparador culé por la alternativa, Paco Alcácer. Casualmente, el único partido que se ha perdido por rotación, contra el Eibar, supuso una goleada azulgrana. En varios partidos ha decidido cambiarlo y en todos ellos, Suárez se fue con cara de pocos amigos. La última ocasión, ante el Málaga.

Acostumbrados como estábamos a ver a un Barça soberano desde el dominio absoluto de todos los registros del juego, ver a este equipo líder de la Liga a través de un fútbol sin el más mínimo alarde sabe a poco, como que le falta gracia. Es un plato combinado que llena el estómago, pero no explota de sabor en el paladar, ni colma las expectativas de un menú aparentemente de calidad. Sin embargo, al final lo que cuenta es sumar puntos para, al final del campeonato, levantar copas. Y ganando al Málaga (2-0) se mantiene firme en ese objetivo, con el ritmo prácticamente constante de triunfos desde que empezó la Liga. Funciona, aunque no todos están felices en el equipo.

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