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El Wanda, un estadio espectacular, acoge al Atlético: "Esto es más que la Champions"
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actos vandálicos en la placa de hugo sánchez

El Wanda, un estadio espectacular, acoge al Atlético: "Esto es más que la Champions"

A la nueva casa del Atlético de Madrid le faltan varios detalles, pero ninguno merma lo que es, desde ya, uno de los mejores estadios de fútbol de Europa y que ya ha acogido a su nueva afición

El Atlético se fue de casa porque estaba obligado a ello, no había muchos de los que se acercaron al Wanda Metropolitano que estuvieran deseosos de cambiar de recinto deportivo, pero una vez forzados y sin posibilidad de revertir la situación, cogieron la rojiblanca, se la endosaron y utilizaron el transporte público (la mayoría) o su propio coche (la minoría) para acudir al nuevo barrio colchonero, San Blas-Canillejas, a las afueras del este de la capital española. "Esto está chulísimo", le decía un hombre a una persona que le escuchaba al otro lado de la línea telefónica. Y la verdad sea dicha, no hay parangón entre el Calderón y el Wanda como estadios de fútbol. El que niegue la sustancial mejoría producida estará ciego de romanticismo hacia el vetusto campo de la ribera del Manzanares, otra cosa resulta inexplicable. Tal era la expectación que las autoridades políticas no se lo perdieron. Presidió el encuentro el rey Felipe VI y le acompañaron miembros del Gobierno, como el ministro de Justicia, Rafael Catalá, la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, el ministro de Educación, Cultura y Deportes, Íñigo Méndez de Vigo y el ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis.

Foto: Afición del Atlético de Madrid, junto al estadio Wanda Metropolitano. (Reuters)

Por supuesto, la eventualidad de un partido de fútbol trastoca la tranquilidad de la zona donde se produce, pero la costumbre permite a los que lo sufren llevarlo de otra manera. Bien es seguro que había vecinos del Calderón encantados con que cada dos fines de semana su calle estuviera colapsada de individuos volcándose refrigerios de todo tipo, pero otros se habrán sentido profundamente aliviados con el reciente traslado a la periferia del Atlético de Madrid. Pues bien, los vecinos de San Blas no están todavía habituados a lo que se les ha venido y se les vendrá encima. Pues bien seguro que decenas de personas que se quedaron atascadas en la M-40, la autovía de circulación situada en las inmediaciones del Wanda, no tenían ni la más mínima intención de llegar al estadio, sino a sus casas. Pero aun así, se vieron abocados a una larga espera, ya que cientos de personas desoyeron los consejos públicos de ir al campo en transporte público.

El himno sonaba ya en la estación de Metro.

El Confidencial ha querido vivir la llegada de un aficionado y por ello fuimos y volvimos del nuevo templo colchonero en Metro. Decían las autoridades que, para evitar aglomeraciones, lo mejor era estar en la zona dos horas antes del partido, pero la impaciencia de los seguidores, afanados en conocer su nueva casa, se aventuraron mucho antes. A falta de cerca de cuatro horas para el pitido inicial, todos los vagones del tren estaban a rebosar, no hacía falta agarrarse a las barras de sujeción porque no era posible caerse, te mantenía de pie la marabunta. Los vagones, además, retumbaban con los cánticos que acompañaban el trayecto hasta la estación Estadio Metropolitano, por lo que sea, el servicio público de transportes madrileño no le hace publicidad a la empresa parcialmente dueña del Atlético.

"Esto es más que la Champions", dijo un caballero de más de sesenta años que intentaba hacerse hueco en el vagón. "Cómo no va a ser más que la Champions esto, ¡si estrenamos estadio!". Este cordobés de un castellano difícil de captar a la primera había venido específicamente a la inauguración y se marchaba de vuelta a su ciudad a la 1 de la madrugada. Se extrañaba que a las cinco de la tarde hubiera ya tantísima gente en el metro y un señor que le acompañaba le dijo lo que se temen todos los que conocen Madrid y su transporte público: "Y esto en fin de semana, pero entre semana va a ser mucho peor. Contra el Chelsea va a ser horrible".

Una estación con unos 50 tornos se permitió cerrar 17 de ellos a las 17:20 de la tarde y al menos en esos momentos no supuso ni el más mínimo problema, ningún tipo de alteración del orden. Bien diferente para volver. Para acceder a la boca de metro hay unas escaleras que bajan del estadio, no muchas. Desde el inicio de las mismas hasta bien dentro de la estación había miles de personas esperando para entrar. Se pasaba solo por turnos, cada cinco minutos abrían la puerta y dejaban entrar a un grupo, luego al otro mientras se coreaba "¡Abre los tornos, Carmena abre los tornos!". No se abrieron, todos pasaron por caja: los afortunados tenían ya el billete, otros tenían que hacer la cola para adquirirlo.

Lo primero que encuentras al salir de la boca de metro es el motivo de irrechazables risas del día previo a la inauguración, el izado de la bandera con el escudo boca abajo. Esta vez, el día 'D' estaba como debía, con el oso y el madroño, ambos azules, arriba a la izquierda, sobre las siete franjas rojiblancas. Y a partir de ahí, rodeando el larguísimo paseo que contornea el estadio, empezaba la diversión. Ambientados con un suave olor a recién pintado y con el cemento armado aún visto y prácticamente recién terminado, había decenas de bares donde se vendía un 2x1 en cerveza, ya fuera en tamaño pequeño o 'mini', que al final es el más grande. Un concierto gratuito, un 'dj' pinchando un ruido difícilmente soportable, castillos hinchables para niños, los trofeos ganados por el club para fotografiarse...

Quizás la zona favorita, además de donde dan cerveza, fuera el 'Paseo de las leyendas'. Todos los futbolistas que han disputado al menos cien partidos como rojiblancos tienen una placa conmemorativa frente a la fachada principal del estadio, la que cuenta con una pantalla halógena y con el nombre Wanda Metropolitano bien visible. Esta decisión podría haber estado mejor pensada, seamos sinceros. Era evidente lo que iba a pasar con la placa de Hugo Sánchez. Huguito jugó 152 partidos y marcó 82 goles antes de fichar por el Real Madrid. El odio colchonero no ha mermado pese a que han pasado más de 30 años de ese traspaso: escupitajos, excrementos (sí, literalmente excrementos), cajetillas de tabaco e insultos, muchísimos insultos cubrían al goleador mexicano. En menor medida le pasó a Sergio Kun Agüero y Arda Turan, otros dos que se fueron dejando pocos amigos en el respetable atlético.

"Ha quedado muy bien, pero hay que tener paciencia, quedan muchos remates", afirman desde el club. Queda claro, sí, sobre todo para los que, como periodistas, tenemos acceso a zonas donde el público tiene prohibida la entrada. Las señalizaciones están todavía hechas con papel y cinta adhesiva pegados en las paredes, falta pintura, sobra polvo, pero ahí está, todo más que útil para poder realizar nuestro trabajo. Al menos en parte, claro, ya que cuando la sala de trabajo de prensa empieza a inundarse por un escape de agua, la cosa se hace más difícil. Finalmente no fue nada que no se subsanara en poco tiempo.

Las escaleras que acceden al graderío están todavía desoladas, no esperen tiendas, no las hay todavía. Tampoco baños alicatados. Ni falta que hacen, oigan. Pues uno entra por fin y se deja envolver por los 68.000 asientos rojos y blancos que rodean a uno mismo, el marcador que da la vuelta a todo el estadio, la luz, el sonido, el césped... El Wanda enamora solo de verlo. Cuando canta la afición colchonera, suena como en el Calderón, pero con eco, retumbando en el techo y golpeando en los oídos. Para rematar, el fin de fiesta, un espectáculo de pirotecnia sobrecogedor como colofón al primero de la nueva vida del Atlético de Madrid. Una vida mejor.

El Atlético se fue de casa porque estaba obligado a ello, no había muchos de los que se acercaron al Wanda Metropolitano que estuvieran deseosos de cambiar de recinto deportivo, pero una vez forzados y sin posibilidad de revertir la situación, cogieron la rojiblanca, se la endosaron y utilizaron el transporte público (la mayoría) o su propio coche (la minoría) para acudir al nuevo barrio colchonero, San Blas-Canillejas, a las afueras del este de la capital española. "Esto está chulísimo", le decía un hombre a una persona que le escuchaba al otro lado de la línea telefónica. Y la verdad sea dicha, no hay parangón entre el Calderón y el Wanda como estadios de fútbol. El que niegue la sustancial mejoría producida estará ciego de romanticismo hacia el vetusto campo de la ribera del Manzanares, otra cosa resulta inexplicable. Tal era la expectación que las autoridades políticas no se lo perdieron. Presidió el encuentro el rey Felipe VI y le acompañaron miembros del Gobierno, como el ministro de Justicia, Rafael Catalá, la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, el ministro de Educación, Cultura y Deportes, Íñigo Méndez de Vigo y el ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis.

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