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Bale apaga un incendio en el Madrid, pero a Zidane se le encienden dos nuevos fuegos
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Bale apaga un incendio en el Madrid, pero a Zidane se le encienden dos nuevos fuegos

La persona que decidió en última instancia que Bale tenía que jugar era Zidane. Claro que él tenía que confiar en su jugador. ¿Le fue sincero el galés con sus sensaciones antes del Clásico?

Foto: Bale se lesionó en su vuelta a los terrenos de juego en el Clásico. (Reuters)
Bale se lesionó en su vuelta a los terrenos de juego en el Clásico. (Reuters)

Cada partido, Zinédine Zidane, como cualquier otro entrenador de un deporte de equipo, debe decidir qué jugadores son los que van a jugar de inicio. La labor del técnico francés es a la vez sencilla y complicada. Sencilla porque dispone una plantilla de tanta calidad y polivalencia que las decisiones que tome serán, casi siempre, acertadas por pura lógica deportiva. La dificultad surge a la hora de seleccionar a aquellos que no van a jugar y hacerles entender los motivos. Porque hay futbolistas que no tienen por qué entender que se quedan fuera porque hay otros que tienen que participar siempre que se puedan mantener de pie. No es fácil justificar eso, más cuando uno de esos jugadores te deja mal al rato de saltar al campo, como hizo Gareth Bale en el Clásico.

Foto: Bale no podrá jugar el partido de vuelta ante el Bayern. (Reuters)

La persona que decidió en última instancia que Bale tenía que jugar era Zidane. Claro que él tenía que confiar en su jugador. "Me dijo que estaba al 100%, que estaba perfecto tras los dos entrenamientos (...) El jugador lo que quiere es jugar (...) La importancia es tener claridad entre él y yo. Confío en lo que me digan los jugadores. Se ha hecho daño, no podemos estar contentos. Estaba motivado para jugar el Clásico como todos los demás. Quería jugar sí o sí". Si Bale le dice que está bien, que está para jugar y Zidane no aprecia en Valdebebas nada extraño que le indique lo contrario, no tiene por qué no creer en su palabra.

Según el doctor Pedro Luis Ripoll, la radiografía prácticamente no sirve para detectar una lesión como la de Bale, en el sóleo, por lo que se ha de recurrir a pruebas como la resonancia magnética. "Tenemos dificultades para hacer un diagnóstico clínico radiológico, pero además las lesiones del sóleo no muestran nunca la gravedad que tienen al principio y con frecuencia el futbolista en dos-tres días cree haber superado la lesión", dice Ripoll. "Ese es el momento en que la lesión está esperando a que el futbolista reemprenda antes de tiempo la práctica deportiva para ponerse de manifiesto". En este tipo de lesiones musculares suelen ser los futbolistas los que toman la decisión de cuándo juegan, según el experto, "lo que ellos llaman sus sensaciones, a veces incluso en contra del criterio médico".

Ahora Zidane tiene ante sí una duda razonable. ¿Le fue sincero Bale? ¿Realmente estaba en condiciones físicas buenas para afrontar un partido de la magnitud de un Real Madrid-Barcelona? Cabe la posibilidad de que Bale se lesionase fortuitamente y que realmente estuviera bien (es sabido el pequeño umbral de dolor que tiene Gareth), pero las declaraciones del preparador de Marsella hacen indicar lo contrario. Zidane ha descargado su responsabilidad sobre el galés: me dijo que estaba bien y le creí, pero se vio que no, no lo estaba. Eso dejó entrever el entrenador madridista.

Sin tridente... ¿hasta la final?

Lo que sí sabe a ciencia cierta Zidane es que no va a tener a Bale en aproximadamente un mes. Es decir, que puede que no vuelva a jugar esta temporada. Si se cumplen los plazos más pesimistas, solo estaría disponible para una hipotética final de Champions, que se disputa el 3 de junio en Cardiff. No llegaría o lo haría muy justo a la última jornada de Liga, que cae el fin de semana del 20 y 21 de mayo (y para entonces tiene pinta de que va a estar todo por decidir porque así lo quiso Messi). Vamos, que tiene un tiempo para no pensar en si el chico está realmente bien o si le está diciendo una pequeña mentirijilla para que cuente con él para determinado partido.

Ah, y claro, tiene una preocupación menos: ya nadie le va a preguntar si otra vez va a jugar la 'BBC' junta o si por fin va a permitir que el Madrid juegue con cuatro centrocampistas. Ese debate ha estado presente en el Real desde el inicio de la temporada. No ha sido, digámoslo claro, el mejor año de ninguno de los tres futbolistas que forman la delantera titular merengue. Cristiano está en los peores números desde su primer año como madridista y pese a su estratosférico rendimiento goleador en la eliminatoria contra el Bayern, no es ni de cerca el portentoso futbolista que ha demostrado estos años. Benzema empezó el curso con serios problemas físicos y hasta el momento no ha alcanzado su tope y se le va agotando el tiempo. Bale, lo dicho, se ha perdido más de la mitad de los partidos del curso por lesión.

Pero siempre que ha tenido opción, o sea, que han estado los tres en perfecto estado físico, han sido titulares. Ha habido dudas en algunos encuentros, se le cuestionaba al técnico en las ruedas de prensa, pero sobre este tema siempre fue claro y conciso: "Si están bien, juegan siempre". Ha habido un Madrid de dos caras: el que jugaba con la 'BBC' un partido grande y se lucía y el que jugaba con los suplentes un partido menor y ganaba igual de bien. Pero cuando se alternaba, es decir, los titulares jugaban un partido menor, sufrían y mucho. De ahí que surgieran dudas legítimas sobre si debían ser indiscutibles o si algún tipo de variación, aunque fuera esporádica, haría bien al equipo.

Los sustitutos

Zidane no ha querido romper la delantera. La dinámica ha sido la de su absoluta sustitución, lo que ha permitido la entrada de futbolistas como Asensio, Lucas, Morata, James o Isco en unas rotaciones a veces salvajes, como en Leganés y en Gijón. A partir del partido de Riazor hasta, quizás, el final de campaña, Zidane no va a poder elegir a sus tres delanteros y tendrá que cubrir uno de los huecos con esos futbolistas que estaban destinados a partidos menores o a segundas partes.

La dinámica actual de elección del entrenador indica que será Marco Asensio el hombre a entrar por Bale en Riazor y, más a largo plazo, en la eliminatoria de Champions League contra el Atlético. Tanto en los dos partidos contra el Bayern como en el Clásico, el primer cambio fue Asensio. El mallorquín está en un estado de forma fantástico, eso entiende Zidane y por ello lo elige por delante del resto de opciones. Y eso que Marco pasó por una fase de la temporada en la que disputaba apenas minutos residuales, más o menos lo que hace ahora mismo Lucas Vázquez. Se han cambiado los papeles. El que era antes el jugador número '12' es el que se cae en las convocatorias de días importantes. Morata siempre entra en las listas, pero ante los grandes no juega nunca. Da igual que lleve los mismos goles que Benzema con casi la mitad de minutos. Además de que Morata no cuenta como posible sustituto de Bale. El canterano solo tiene espacio para sustituir a Benzema o Cristiano.

Y claro, luego están los de siempre. Isco y James. Nada hacía indicar que James podía salir en el Clásico y ser decisivo (no sirvió para nada, pero entró y marcó). En las últimas semanas era el malagueño el que había adquirido protagonismo, el que fue titular contra el Bayern después de un partido soberbio en Gijón. Y de repente se queda sin jugar ante el Barça y James aparece de la nada. El partido ante el Deportivo, sin Cristiano ni Kroos, a los que Zidane da descanso, no va a ser indicativo de lo que hará el Madrid de aquí al final. Lo será más el Valencia. Sobre todo el Atleti. La única certeza: adiós al tridente.

Alineaciones probables

Deportivo: Lux; Laure, Arribas, Sidnei, Navarro; Guilherme, Borges; Bruno Gama, Çolak, Kakuta; y Florin Andone.

Real Madrid: Keylor Navas; Carvajal, Varane, Nacho, Marcelo; Casemiro, Modric, Isco; Marco Asensio, Morata y Benzema.

Árbitro: Sánchez Martínez (colegio murciano).

Estadio: Riazor.

Hora: 21:30.

Cada partido, Zinédine Zidane, como cualquier otro entrenador de un deporte de equipo, debe decidir qué jugadores son los que van a jugar de inicio. La labor del técnico francés es a la vez sencilla y complicada. Sencilla porque dispone una plantilla de tanta calidad y polivalencia que las decisiones que tome serán, casi siempre, acertadas por pura lógica deportiva. La dificultad surge a la hora de seleccionar a aquellos que no van a jugar y hacerles entender los motivos. Porque hay futbolistas que no tienen por qué entender que se quedan fuera porque hay otros que tienen que participar siempre que se puedan mantener de pie. No es fácil justificar eso, más cuando uno de esos jugadores te deja mal al rato de saltar al campo, como hizo Gareth Bale en el Clásico.

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