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Luis Enrique se agarra a Messi para despedirse del estadio que más aborrece
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Leo está herido tras el adiós a la champions

Luis Enrique se agarra a Messi para despedirse del estadio que más aborrece

Para ganar este, nada mejor que encomendarse a Leo Messi, el máximo goleador en la historia de los clásicos que anda picado y herido en su orgullo después de la eliminación de Champions

Foto: Leo Messi ha quedado muy herido tras caer eliminado el Barcelona de la Chanpions. (EFE)
Leo Messi ha quedado muy herido tras caer eliminado el Barcelona de la Chanpions. (EFE)

Esta noche, cuando Alejandro Hernández Hernández pite el comienzo del partido, llegará el momento de la verdad para el FC Barcelona. Adiós al ruido, a la ceremonia de la confusión, a las triquiñuelas legales, a los recursos no presentados, al TAD, a los comunicados, a las argucias, a las quejas. Adiós a la bomba de humo para desviar la atención de lo único que importará: el fútbol. Y será en el terreno, en el Bernabéu, donde el equipo de Luis Enrique se jugará la temporada. El técnico no disimuló cuando se le preguntó sobre la trascendencia del partido: “Es una final, sólo nos vale ganar”. Y para ganar la final nada mejor que encomendarse a Leo Messi, el máximo goleador en la historia de los clásicos que anda picado y herido en su orgullo después de la eliminación de Champions.

Foto: Neymar no jugará definitivamente el Clásico. (EFE)

El Barça llega con todas las urgencias del mundo al Bernabéu y solamente tres puntos le pueden salvar del abismo de tener que esperar un mes, hasta el 27 de mayo en el que se celebrará la final de Copa, eliminados ya de Europa y sin opciones en la Liga. Sería un calvario para un entrenador que ya ha anunciado su marcha, un club que aún no ha decidido quién será su sustituto y una plantilla que da síntomas de agotamiento. Una victoria frente al Real Madrid les permitiría agarrarse a la cornisa, seguir con vida y retrasar todos los debates que se avecinan. En las finales, en los partidos trascendentales, si hay un jugador en el que la afición confía ciegamente es Messi. El argentino es el máximo goleador de la historia de los Madrid-Barça con 21 tantos, 12 de ellos en Chamartín, está a solo dos tantos de la cifra redonda de 500 goles con la camiseta del Barça y hace tres temporadas que no marca ni en el Bernabéu, ni en el Camp Nou, así que no hay mejor momento para que ‘vuelva’ que en esta oportunidad.

La última vez que Messi vio puerta contra el Madrid fue el 23 de marzo de 2014 en el 3-4 con el Tata Martino en el banquillo. Con Luis Enrique, no ha visto puerta en los clásicos y la última vez que pisó el Bernabéu solo pudo jugar 34 minutos porque volvía de una lesión. Ante la Juve resultó intrascendente, tanto en la ida como en la vuelta, y para un animal competitivo como es él, un fracaso esta noche le debe parecer inaceptable. Con su ‘compinche’, su amigo, su vecino Luis Suárez, que lleva cuatro partidos consecutivos sin ver puerta, está dispuesto a sacudirse la tristeza de encima y volver a reenganchar a su equipo a la Liga.

Los genes de Pelayo

El lío de Neymar ha servido en las horas previas para despistar al personal, pero cuando la pelota eche a rodar no habrá lugar donde esconderse. El último Clásico de Luis Enrique como entrenador del Barça es el más decisivo de los que ha disputado, así lo admitió, que fiel a “los genes asturianos de Pelayo”, como dijo nada más terminar el partido de la Juve, le va la marcha y se crece ante la adversidad: “No hay mejor escenario para nosotros que este partido trascendental. Es productivo y beneficioso que el partido ante el Madrid llegue después de la eliminación de Champions”. Donde otros divisan un problema, una montaña, Luis Enrique ve una oportunidad. “Para algunos, un partido así puede suponer más presión, pero yo me lo tomo como un estímulo perfecto y maravilloso, la oportunidad de poder igualar en puntos al Madrid en un día tan especial para los catalanes como Sant Jordi. No hay mejor escenario para un culé que hacer un gran partido e ir a por la victoria en el Bernabéu”, concluyó.

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Para un antimadridista como es él, ganar en el estadio que aborrece y del que tan malos recuerdos tiene cuando vistió la camiseta blanca de la que no quiere ni acordarse, sería dar el último golpe justo en la situación en la que dice encontrarse más cómodo: con el agua al cuello. En un equipo hecho por y para el tridente, la confirmada ausencia de Neymar representa un problema difícil de resolver porque no hay otro como él. Alcácer fue su sustituto ante la Real Sociedad, pero no se puede descartar que pruebe otras soluciones, como Arda Turan, que en teoría ya está disponible pese al hermetismo en torno a su estado físico, pero el que no faltará seguro a la cita es un Leo Messi al que el barcelonismo espera como un sediento en medio del desierto para que les devuelva la fe en que ganar la Liga aún es posible. Sin un Leo estelar, las opciones de que el conjunto culé saque algo de provecho del Bernabéu se quedan en nada. En el adiós de Luis Enrique, la clave será el argentino.

Esta noche, cuando Alejandro Hernández Hernández pite el comienzo del partido, llegará el momento de la verdad para el FC Barcelona. Adiós al ruido, a la ceremonia de la confusión, a las triquiñuelas legales, a los recursos no presentados, al TAD, a los comunicados, a las argucias, a las quejas. Adiós a la bomba de humo para desviar la atención de lo único que importará: el fútbol. Y será en el terreno, en el Bernabéu, donde el equipo de Luis Enrique se jugará la temporada. El técnico no disimuló cuando se le preguntó sobre la trascendencia del partido: “Es una final, sólo nos vale ganar”. Y para ganar la final nada mejor que encomendarse a Leo Messi, el máximo goleador en la historia de los clásicos que anda picado y herido en su orgullo después de la eliminación de Champions.

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