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Los problemas de Simeone para encontrar el vigor que el quiere en la defensa
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Los problemas de Simeone para encontrar el vigor que el quiere en la defensa

El equipo rojiblanco sigue estando entre los mejores en su propio campo, pero ya no despunta en esa faceta como lo hizo en el pasado. Godín es fijo, el resto tienen ventajas e inconvenientes

Foto: Godín y Savic, contra el Leganés (EFE)
Godín y Savic, contra el Leganés (EFE)

La memoria futbolística, en ocasiones, juega malas pasadas. Se tiende a asentar un concepto y no modificarlo con el tiempo, lo cual es un error, porque la realidad cambia, los equipos se mueven y se transforman. El Atlético de Madrid actual, el del Cholo, es en el recuerdo un equipo rocoso, construido desde una fortaleza defensiva y con un juego aéreo capaz de resolver partidos que se encaminaban irremediablemente hacia el empate a cero, el destino lógico de quien apuesta por la anulación absoluta del error en el fútbol.

Aquella defensa rocosa con Godín y Miranda es hoy parte del pasado. No ha perdido el equipo su identidad, al menos no toda. Simeone sigue castigando el error y pensando en el equipo desde atrás. Pero sí que han cambiado cosas, el conjunto alinea cuatro delanteros con frecuencia. Ya no está Miranda, ni Tiago tiene espacio. Incluso el carácter del equipo, de natural peleón, está hoy algo más sosegado. Claro, que no tener a Raúl García o a Diego Costa tiene que influir en eso también. Llegaron otros, mejores o peores pero, desde luego, con menos rabia. Esos dos nombres, por descontado, tienen que ver mucho en la reducción de peligro a balón parado por parte del equipo.

Foto: Lucas (d) y Theo Hernández. (EC)

La defensa, a simple vista, hoy parece menos fiera. Y eso que los datos siguen siendo bastante buenos. 19 goles en contra en la Liga le sitúa solo por debajo del Villarreal, que solo ha encajado 15. Una buena cifra, pero no espectacular. Es la misma del Barcelona y solo un gol menos que lo que tiene el Real Madrid, los dos equipos con los que, en buena lógica, aspira a competir el Atlético. Dos clubes, además, que tienen un acierto goleador muy superior. Porque esa es su fortaleza, más que nada.

Peor que el dato son las sensaciones. No hace falta irse muy lejos, basta con retrotraerse al pasado martes. Fue un encuentro dominado de quilla a perilla por el Atlético de Madrid, muy superior al Bayer Leverkusen. El resultado, 2-4, es excelente, muy válido para ir con calma al Vicente Calderón. Pero también deja cierta desazón, esos dos tantos encajados no son una casualidad sino consecuencia de una serie de fallos defensivos. Pudo ser peor la cosa, porque los alemanes tuvieron opciones de marcar más goles, solo que no aprovecharon los fallos que demostró el Atlético y que, a buen seguro, tienen preocupado a Simeone, un inconformista que no entiende que se pueda fallar atrás.

Porque el talento no se entrena, la resolución del fútbol en ataque depende de algunas variables como la calidad que son más difíciles de trabajar. La defensa, sin embargo, es esfuerzo y concentración, al menos lo es en un porcentaje mayor que el ataque. Por eso los entrenadores defensivos, y Simeone claramente lo es, creen que fortificando al equipo tienen su parte del camino andada. En el ataque se ve menos su mano.

Godín ha estado lesionado y eso, por lógica, tiene que notarse. Es, desde hace siete años, el ancla de la zaga rojiblanca. Tiene 30 años y, aunque sigue siendo un jugador extremadamente competitivo -y muy inteligente, quizá la clave en un central- esta temporada no ha estado tan entonado como lo pudo estar en algunas precedentes. Su nivel medio sigue siendo alto, por lo que el miedo en el Atlético no viene tanto por él como en su pareja.

Y ahí entra Giménez. Él era el titular por venir, el recambio de Miranda y, de paso, el futuro rojiblanco. Un defensa con todo para triunfar. Es rápido, va bien al corte, se posiciona razonablemente bien para ser tan joven, ha demostrado carácter para liderar a la línea. Y, sin embargo... Hay algo que no concuerda. No termina de tener los galones que se esperaban de él hace un par de temporadas. Tiene, y eso para el Cholo es un pecado capital, una tendencia a complicarse que no se recuerda en, por ejemplo Godín. Todos los errores, pequeños y grandes, se clavan en las meninges de Simeone, que perdona, pero no olvida. Y decide en consecuencia. Para llegar a ser el central que de él se esperaba, Giménez necesita ser más ordenado y menos exuberante.

placeholder José María Giménez (EFE)
José María Giménez (EFE)

El problema de Giménez

La idea de reconvertirle al mediocentro está, por el momento, en un estadio muy inicial. Sus características físicas y futbolísticas hacen pensar que podría ser útil allí, pero el desconocimiento del oficio le convierte en un jugador prescindible en esa posición. Ponerle tiene una parte de visión de futuro, pues no se debe desaprovechar el talento, aunque solo sea para hacer caja en un verano tonto. También es la asunción de que Simeone prueba porque el centro del campo no termina de carburar y a Giménez le ve cada vez menos como un central seguro.

Foto: Godín no se pierde una (Iván Abanades Medina/Cordon Press).

Quizá por eso llegó Savic, que es de algún modo, el reverso del uruguayo. Más experto, más sobrio. Llegaba para ser el tercero, del mismo modo que Versaljko apuntaba a suplente de forma clara cuando fue fichado. Simeone no se deja llevar por los prejuicios. Los dos han terminado con más horas de vuelo de las que se les imaginaba. Porque saben hacer su trabajo y, sobre todo, porque son capaces de traducir el idioma de su entrenador a la perfección. Con Savic igual hay jugadas que no se resuelven con el genio, pero las posibilidades de que eso ocurra son inferiores que con Giménez, porque suele anticiparse mejor a lo que puede pasar. No ganará la carrera definitiva, probablemente porque habrá solventado antes el problema concreto.

Lucas Hernández no era esperado. Estaba en la casa, como joven prometedor, algo que no suele ser muy del gusto del técnico argentino, que no se destaca precisamente por mirar mucho a la cantera ni confiar en los que vienen de abajo. El central hispanofrancés demostró una madurez que no se espera en un niño, y eso le fue comprando boletos para entrar en la alineación. Tanto que, en estas semanas, con Godín de baja, ha tenido más minutos que el propio Giménez. Ni siquiera sus problemas personales han hecho cambiar de idea a Simeone. Incluso tomó un avión a última hora para llegar a Leverkusen, aunque no llegó a ser titular.

Con esos mimbres va tirando el Atlético de Madrid, tampoco lleva el técnico una mala mano. La temporada, en la Liga Santander, está un poco por debajo de las expectativas. El título es una ambición irreal, asegurar la Champions League una necesidad y ser tercero un objetivo irrenunciable. El club sueña con la Champions. Desde el entorno del cuerpo técnico, siempre tan locuaz, se dice que es más fácil ganar en Europa que hacerlo en España. Que son solo cinco partidos más, suponiendo que los octavos no se reviren en la vuelta en el Calderón, lo que no parece probable. La realidad recuerda que la Liga sí se ha ganado, pero en Europa siempre se terminó en llanto.

En todo caso, y ateniéndose a la filosofía básica de la casa, lo que toca es solo el siguiente partido. Ese será contra el Barcelona en casa, y puede ser clave para todo el campeonato. Los rojiblancos ya han demostrado ser competitivos en las ocasiones más importantes y esta, sin duda, lo es.

Alineaciones probables

Atlético de Madrid: Oblak; Vrsaljko, Savic, Godín, Filipe; Saúl, Gabi, Koke, Carrasco; Griezmann y Gameiro.

Barcelona: Ter Stegen; Sergi Roberto, Piqué, Umtiti, Jordi Alba; Sergio Busquets, Rakitic, Iniesta; Messi, Luis Suárez y Neymar.

Árbitro: Mateu Lahoz (C. Valenciano).

Estadio: Vicente Calderón.

Hora: 16.15.

La memoria futbolística, en ocasiones, juega malas pasadas. Se tiende a asentar un concepto y no modificarlo con el tiempo, lo cual es un error, porque la realidad cambia, los equipos se mueven y se transforman. El Atlético de Madrid actual, el del Cholo, es en el recuerdo un equipo rocoso, construido desde una fortaleza defensiva y con un juego aéreo capaz de resolver partidos que se encaminaban irremediablemente hacia el empate a cero, el destino lógico de quien apuesta por la anulación absoluta del error en el fútbol.

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