Zidane pasa en ocho meses de tener "el culo apretado" a preocuparse por el triunfalismo

El miedo es un factor humano. En el fútbol está muy presente, se juegan millones, los jugadores saben que en sus pies está la ilusión de un montón de gente. Quizá no lo piensen específicamente así todos los días, en el deporte hay más ocasiones de rutina que excepcionales, pero un par de veces al año aparece un partido en el horizonte que todos observan como una mirada especial. Ir a Barcelona es especial, Zidane lo sabe. Es la semana grande, la que el mundo entero espera. Es también la más propicia para que el miedo acogote y no deje pensar con claridad.

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"Va a ser diferente al año pasado, que fuimos con el culo apretado", confiesa el técnico francés en un ataque de sinceridad y con una expresión que cuadra poco en un señor siempre tan elegante. La frase, de todos modos, se entiende a la perfección. Si se echa vista atrás y se sitúa uno en abril recuerda que el Real Madrid era un amasijo de dudas y preocupaciones, que acudía al Camp Nou con una banda cruzando en el pecho que ponía "víctima propiciatoria" como si de una miss premiada se tratase. También que todo aquello era una farsa, que el equipo atemorizado se fue de Barcelona con tres puntos y un importante empujón de moral.

Ocho meses han pasado y el fútbol siempre dinámico, ha dado un giro de 180 grados. Aquel Real Madrid temeroso es hoy un equipo que encadena 32 partidos sin conocer la derrota. El Barcelona que iba a rediseñar el fútbol mundial en primavera ahora mismo tiene problemas hasta para ganar al Hércules y ve que, si pierde este asalto, la lona estará mucho más cerca. Todo ha cambiado, y es el propio Zidane quien lo atestigua. "Mañana va a ser un partido completamente diferente. Tenemos que tener la misma cosa en la cabeza porque son muy buenos pensando de esta manera, pero va a ser un partido distinto. Quiero que estemos preparados igual que el año pasado pero como lo estamos haciendo últimamente y ver un buen partido", decía en sus declaraciones previas al encuentro.

Sin favoritos

El cambio de roles, entre los gigantes del fútbol, es siempre temporal. Y tampoco quiere decir mucho, las sensaciones desaparecen en el minuto cero de partido dando paso a 90 minutos en los que todo puede suceder. "La gente quiere ver un buen partido de fútbol y lo más importante es estar concentrados en nuestro trabajo. Para nada somos favoritos, no existe favorito en este Clásico. Es 50 a 50 como siempre. No me gusta lo que están diciendo alrededor", proclama el galo. Su temor tiene nombre y se llama exceso de triunfalismo, una sensación que, como el miedo, también es consustancial al fútbol. La historia del equipo que se creyó verdugo y terminó como víctima es también repetida con frecuencia. Y no hay entrenador que no la tema.

En el ramillete de tópicos que todo entrenador tiene aparece siempre la cuestión del rendimiento por encima del resultado. Es decir, que la cosa no es tanto ganar como dejarse el alma intentándolo. Zidane tampoco se sale del guión que parece incubarse en la escuela de técnicos: "La idea es intentar ganar porque en el empate o en perder no pienso, solo en dar lo máximo para que después del partido no podamos decir que nos ha faltado nada. El resultado es la consecuencia de lo que vamos a hacer. Si lo hacemos bien podemos sacar algo bueno".

La referencia es clara, porque pasó hace solo quince días. El Real Madrid ganó al otro gallo de LaLiga, lo hizo con contundencia, demostrando la mejor imagen de la temporada. Ese es el espejo en el que hay que mirarse. "Hay que jugar con la intensidad del Calderón", explica, y solo hay que desempolvar el vídeo para saber a qué se refiere. Del mismo modo que le Madrid está en ascenso gracias a ese partido, los dos tropiezos recientes de su rival de este sábado suponen un lastre para el Barcelona. Zidane, de todos modos, no se fía. "No me fijo en el partido que hicieron en San Sebastián porque seguro que no va a ser el mismo. Son campeones y los campeones siempre son buenos en los partidos grandes", argumenta el galo.

La duda de Casemiro

Del partido del Calderón quedan los recuerdos y las formas, pero no la alineación. Bale, que estuvo soberbio aquella tarde, se rompió el tobillo contra el Sporting. Uno menos en el once, aunque en su lugar puede entrar Benzema, otra estrella, sí, pero de corte muy diferente al galés. No todo son malas noticias en un equipo que ha pasado por la enfermería más de lo que le hubiese gustado. Empiezan a recuperar efectivos, y en esta ocasión vuelve uno de los más valorados por Zidane: Casemiro. El mediocentro brasileño se mostró clave en el buen final de temporada del pasado año. En estos meses de lesión el Madrid no ha perdido, lo que no quiere decir exactamente que el equipo no le haya echado de menos. En su ausencia han crecido otras piezas, como Kovacic, que han conseguido equilibrar el equipo sin el ancla habitual.

El brasileño ya ha hecho el rodaje mínimo que le pide Zidane a sus jugadores. Estuvo sobre el césped los 90 minutos contra la Cultural Leonesa, y por eso se ha convertido en una de las opciones del técnico para cimentar el mediocampo contra el Barcelona. Contra los azulgrana esa batalla es peliaguda, pues han labrado su identidad alrededor del dominio del centro. Es cierto que Busquets y Rakitic no pasan sus mejores horas, y que Iniesta llega corto de preparación, pero la simple sucesión de esos tres nombres ya tiene que poner en guardia a cualquier entrenador rival. Zidane tiene su alineación ya cerrada, pero no quiso dar más pistas de las necesarias. ¿Entrará Casemiro? ¿Repetirá el medio del campo del Calderón?

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Hay una cuestión más sobre la mesa, no tiene tanto que ver con el nivel de los dos equipos, ni el juego colectivo ni nada de eso. Su nombre es Lionel Messi, y quien haya seguido el fútbol en los últimos años sabe que es capaz de desestabilizar incluso los partidos en los que el viento da de cara. "Sabemos el jugador que es Messi, de los muy buenos jugadores que hay en este mundo. Vamos a tener una vigilancia pero no solo con él, con todo el equipo porque son muy buenos todos", cuenta Zidane, que solo tiene que mirar la estadística (21 goles en 32 partidos contra los blancos) para entender que se encuentra ante un jugador excepcionalmente peligroso.

Todo eso, mezclado y no agitado, espera en el Camp Nou. La recompensa son tres puntos para el que gane, un golpe al campeonato si lo hacen los blancos y, también importante, haber ganado un partido que no es como lo demás. Zidane lo sabe, porque lo ha hecho como jugador y como técnico: "No hay nada mejor que eso, ganar un Clásico, lo sueñan todos los jugadores. He tenido la suerte de jugar estos partidos, lo que queremos y la gente de fuera también, es disfrutar del partido".