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"No tengo ni idea de cómo salvar al Leganés, ¿cómo lo voy a saber si acabo de llegar?"
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entrevista a asier garitano

"No tengo ni idea de cómo salvar al Leganés, ¿cómo lo voy a saber si acabo de llegar?"

El entrenador pepinero es uno de los más longevos en su club de LaLiga Santander y, en un alarde de sinceridad, reconoce que todavía se está adaptando a una categoría nueva para él y su equipo

Foto: Asier Garitano ha llegado a Primera desde muy abajo (Jorge Zapata/EFE).
Asier Garitano ha llegado a Primera desde muy abajo (Jorge Zapata/EFE).

Asier Garitano (Bergara, 1969) terminaba sus entrenamientos en Lezama y marchaba a casa con todo lo que habían hecho grabado en la cabeza y lo anotaba en una libreta, comparándolo con ejercicios anteriores y tratando de entender qué les pedía el entrenador con ello. Era el raro de su equipo, de los pocos que tenía ese tipo de inquietudes, que se preguntaba a sí mismo y a sus propios técnicos por qué hacían lo que hacían. Se dio cuenta muy pronto que en cuanto colgase las botas, se iba a sentar en un banquillo. Alicante fue el primero que le dio la oportunidad, aunque él siente que su primer club fue la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE). Ahora, años después de unos inicios inciertos pero muy ricos en la conformación de su perfil como preparador, llega al Bernabéu con su creación, el Leganés, al que sacó del pozo de Segunda B y lo puso donde nunca ningún pepinero se imaginó.

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P: Usted comenzó jugando a pelota y era lo que más le gustaba. ¿Cómo se decantó finalmente por el fútbol?

R: Jugaba a pelota porque en Bergara se jugaba, es lo normal. No se me daba mal. Cuando tuve que hacerme la ficha en el Bergara, tuve que elegir, porque no me dejaban jugar a las dos cosas. Con nueve o diez años, yo jugaba al fútbol, pero el fin de semana prefería tener un partido de pelota en vez de uno de fútbol. Hasta que un verano en Lekeitio fui a jugar un torneo de fútbol y había ojeadores del Athletic. Entonces me dijeron que había una posibilidad de hacer una prueba en Lezama y me presenté allí con mi padre. Y nos dijeron luego a través de una carta que les interesaba que empezara en el alevín del Athletic. Pero pasaba lo mismo: ¡yo prefería jugar a la pelota! Allí, entonces, me permitieron hacer los dos. 'Si te coincide un partido los fines de semana, eliges tú'. En esas condiciones fui al Athletic. Después, fui pasando categorías, cada vez más días de entrenamientos de fútbol y a la pelota podía entrenar menos... Y como no me iba mal en el Athletic, dejé la pelota.

P: ¿Sigue jugando cuando puede?

R: A veces cuando voy para allá, pero ya no tengo la mano hecha.

Había jugadores a mi lado que no tenían ninguna inquietud, que no se preguntaban por qué el entrenador mandaba tal tarea, y yo sí la tenía

P: ¿Cómo decide ser entrenador?

R: Desde juveniles me daba cuenta de la diferencia con respecto a otros compañeros. Había jugadores a mi lado que no tenían ninguna inquietud, que no preguntaban por qué se hacen las cosas, por qué el entrenador mandaba tal tarea o situación, y yo sí la tenía. Yo llegaba a casa y apuntaba lo que habíamos hecho y grababa partidos para analizar equipos. La mayoría de los jugadores no hacía nada de eso. Luego es verdad que he tenido suerte: antes de dejar de jugar en el Alicante, ya sabía que iba a tener el puesto de trabajo como segundo entrenador. Y di el paso cuando más falta le hacía al club. En mis últimos años como profesional ya me iba preparando. Me saqué el título antes de acabar de jugar porque ya sabía que iba por ese camino. No sabía si me iba a gustar, si valía o si me iba a ganar la vida con eso. Pero al menos, la posibilidad la tenía gracias al Alicante, y hasta hoy.

P: ¿Qué tenía Alicante para quedarte allí tantos años?

R: Doce años, sí. Coincidió así. Ya en el Burgos -estuvo allí entre 1997 y 2000- que iba a ser entrenador. Entonces, Dani Barroso, que fue compañero mío en Lezama, era director deportivo por entonces y me llamó. Me dijo: 'Asier, ven, porque aquí hay un gran proyecto'. Pero estaban en Tercera... y ya en Segunda B hay problemas de cobro. Pero me insistió, me dijo que iba a estar muy bien allí, que había un proyecto a medio-largo plazo. Y yo pensaba 'qué me estás contando'. Pero fui, lo vi, y pensé que no perdía nada. Económicamente, teníamos un presidente que era una maravilla y estaba todo asegurado. Tenía una ilusión fuera de lo normal por crecer. El equipo de la ciudad era el Hércules, y aquello era un equipo del peor barrio de Alicante, pero teníamos una instalación curiosa y un presidente que quería hacer crecer aquello. Yo llegué con el club en Tercera, el filial en Preferente y el juvenil en Nacional. El primer año conseguimos ascender a Segunda B, el filial se jugaba la promoción de ascenso y el juvenil disputó el título. Aquel Alicante, con los años, jugó en Segunda. ¡Un equipo de barrio! Luego pasaron por allí Bordalás, Miñambres, Cervera... mucha buena gente porque aquel club era impresionante. Pero era una burbuja: al presidente le dio un infarto y lo dejó, y pasó de aquello, a estar desaparecido ahora.

P: ¿Qué tal la experiencia de entrenar a la AFE?

R: Increíble. Siempre digo que fue mi primer equipo. Ver a jugadores muy buenos que no podían encontrar un equipo por un sueldo, te hace ver que eso también existe en el fútbol. Todos pensamos que el futbolista gana dinero, que viven como Dios... pero hay otra gente que no tienen ni para trabajar, o para ganar 1.000 euros al mes. Estoy hablando de jugadores que, cuando yo me presenté allí, los conocía a todos. Hablaba con ellos y me contaban que no les quería nadie. Algunos me contaban: 'Es que he hecho el cabra', 'he hecho cosas que no debería haber hecho y ahora me arrepiento'. Si le ha pasado a esa gente, le puede pasar absolutamente a cualquiera. Hay que trabajar mucho y darle importancia a lo que tienes porque eso está ahí y te puede pasar. Me sirvió mucho, me parecí una experiencia increíble. A veces, cuando se lo cuento a la gente, pensarán 'y este qué cojones me está contando', pero si les pasa, se acordarán de lo que les dije.

P: ¿Algún jugador en particular que no entendieses en absoluto qué hacía ahí sin equipo?

R: Me acuerdo de José Juan Luque, que jugó en el Atlético y en el Murcia. Luego recuerdo que el 90% de jugadores volvieron a encontrar equipo en el tiempo que yo estuve... pero estuvieron allí. Cada año, en las sesiones AFE hay un montón de gente que se apunta porque no tiene nada.

P: Dirige su cuarta temporada al Leganés. Resulta extraño que un club pequeño aguante tanto tiempo un entrenador.

R: Club pequeño y grande. Es difícil que un técnico esté cuatro temporadas en el mismo equipo. Se tienen que dar muchas cosas. También es verdad que el Leganés tenía una tradición de destituir entrenadores. Y cuando llegué aquí, el presidente me dijo: 'Estoy harto de echar a gente, si haces las cosas bien, seguirás aquí'. Ayuda el tema deportivo, claro. Yo llegué aquí y me aproveché del año anterior en el que habían jugado el playoff, aunque tuvimos que hacer la plantilla totalmente nuevas. Las sensaciones eran muy buenas desde el principio y conseguimos el ascenso, que es, para cualquier equipo que está en Segunda B, salir del pozo.

Foto: Leganés en pleno vive con nervios y pasión el estreno en Primera del equipo del sur de Madrid. (EFE)

P: ¿Ha aumentado mucho el seguimiento de la ciudad al equipo?

R: Aquí la gente siempre ha sentido mucho arraigo por el equipo, pero sí que es verdad que en Segunda B había poca afición, la gente se cansaba. Además, había mucho fútbol en Madrid, con cuatro equipos en Primera. Me comentaban aquí que en los momentos críticos (este equipo estuvo a punto de bajar a Tercera), la grada echaba una mano. Yo, desde el principio, veía a la gente venir. Desde el principio teníamos 3.000 o 4.000 personas, que para Segunda B está bien. Luego en la promoción se llenaba y ya en Segunda la gente se enganchó. Lo que sí he notado es que viene más gente joven. También cambiamos la mentalidad de los de aquí, que siempre pensaban que algo iba a salir mal.

P: ¿Sigue hablando con la gente en las calles de Leganés?

R: Sí, me dicen a quién poner y a quién quitar, pero no les hago mucho caso. Un día me junté con uno que me dijo que tenía que jugar con dos delanteros, y me lo dijo con nombres y apellidos (se atreven a poner y quitar, eso está bien [risas]). Y a los cincuenta metros me junté con otro que me dijo que debíamos jugar sin delanteros porque los que teníamos no valían para nada. Yo pensé: ‘¡pero aclaraos y cuando lo tengáis claro me decís!’. Seguramente todo el mundo tiene razón, muchos te lo argumentan y todo.

Se dice que en Primera se deja jugar un poco más, ¡qué va! En Primera están los mejores y entonces todo es más complicado

P: Esta es su primera temporada en LaLiga Santander, y es también la primera temporada del Leganés. ¿Tiene ya idea de cómo se salva un equipo tan pequeño en una categoría tan grande?

R: No, no tengo ni idea. Ha cambiado mucho de Segunda a Primera, también la plantilla. Podría decir que lo tengo claro, pero sería mentira. Así que no lo sé. ¿Cómo lo voy a saber si acabo de llegar? Iremos sacando conclusiones, como hemos hecho siempre, cuando hayamos jugado contra todos, al final de la primera vuelta. Ahí veremos si vamos bien o vamos fatal. Hasta que no pase todo esto, yo no tengo capacidad para decir que si hacemos tal cosa nos salvamos. Nos vamos haciendo un poco a la idea de lo que hay, pero hay que pasar por diferentes escenarios, diferentes momentos, ver cómo se comporta la gente cuando juega, cuando no… Esto te ayuda a tomar decisiones, porque lo más importante es saber quién eres y qué es el Leganés.

P: ¿Es usted de los de morir con sus ideas?

R: No, las voy cambiando. Me tengo que adaptar al jugador, que es lo que cuenta. Yo tengo una idea, pero si ves que no va, tienes que cambiar. Si hay algo que no funciona, la capacidad del entrenador debe ser el cambiar.

P: Se ha acostumbrado a iniciar cada temporada con plantillas muy renovadas. ¿Cómo es entrenar con diez o doce jugadores nuevos?

R:Es difícil, pero esto es el Leganés. Nos hemos visto obligados a que sea así. Primero, cuando llegué, porque no había equipo, tuvimos que traer unos 17 jugadores nuevos. En la siguiente temporada mantuvimos muchos y fuimos a un mercado de Segunda en el que mucha gente no quería venir aquí, tuvimos que volver a mirar en 2ªB. Y en Primera nos pasó lo mismo, no querían venir. Fuimos a por un perfil de jugadores que nos podía ir bien y ahora hay que ver si es verdad que con eso nos da.

P: ¿Qué diferencias ha notado futbolísticamente hablando de una división a otra?

R: El juego, sobre todo. Los jugadores son mejores. Se dice que en Primera se deja jugar un poco más, ¡qué va! En Primera están los mejores y entonces todo es más complicado, se juega de diferente forma y nos tenemos que ir adaptando. Donde antes había unas circunstancias del juego que no te hacían mucho daño, aquí te matan. Y luego las diferencias son enormes. Yo, en Segunda B, tuve el presupuesto más bajo con el Orihuela, pero éramos capaz de competir con cualquiera y jugar el playoff. En Segunda teníamos un presupuesto de la mitad para abajo, pero puedes pelear con cualquiera. En Primera las diferencias son abismales. Debes conseguir competir con ellos a un partido cuando te toque, pero a 38 partidos sin exageradas. Habrá algún equipo que sea la excepción, pero será raro.

P: Pese a lo que cuenta, usted empató 0-0 contra el Atlético y acabó molesto por no haber tenido “ni la más mínima opción de ganar”.

R: Es que ese debe ser el objetivo. No es excusa que sea el Atlético. Es igual que ahora, que vamos al Bernabéu. ¿Cuál es el objetivo contra el Madrid? Estar más cerca de ganar. No puede ser otro. Si te presentas allí y no te crees ni tú que puedes estar cerca de ganar, te meten seis. En aquel partido no tuvimos ni una opción de ganar y así, lo mejor que podía pasar fue lo que pasó, que fue perfecto: si no tienes opción de ganar, que no te ganen. Es la mentalidad que hay que tener. Sí, somos de Primera, pero no te puedes conformar. ¿Que estamos contentos con aquel partido y ese punto? ¡Claro, un montón! Pero nos hacía falta algo más, debíamos hacer ver a la gente que no nos vale con haber llegado, sino que queremos competir. La afición quedó más contenta del partido contra el Barça, que perdimos 1-5, que con el del Atleti, porque contra el Barça tuvimos opciones de poder haber hecho algún gol. Nos enseñó también la diferencia de un equipo a otro, lo que es la Primera, pero fuimos a por ellos, valientes, para estar metidos en el partido. ¿Que luego no lo conseguimos? Pues vale, pero ya está.

P: Cuando en la gala de LaLiga le entregaron el premio al mejor entrenador de LaLiga 123, mencionó a Chema Martínez por una charla que les dio a sus jugadores la temporada pasada. ¿Qué busca con esas charlas?

R: Creí necesitar gente externa a lo que es Leganés. En un momento de la temporada pedí a Chema Martínez que viniera a darnos una charla y explicarnos su vida de deportista de alto nivel, haciendo un símil entre una maratón [42 kilómetros] y una temporada en Segunda [42 jornadas]. Busco que, pasados unos meses de competición, gente diferente a mí digan lo mismo que yo, pero de otra forma y que sean, como este caso, deportistas de alto rendimiento. Creo que eso ayuda al jugador y con que ayude a uno o dos, habrá merecido la pena. En Segunda B traje también a Xesco Espar. Puntualmente siempre lo he hecho y nos ha ido bien.

Asier Garitano (Bergara, 1969) terminaba sus entrenamientos en Lezama y marchaba a casa con todo lo que habían hecho grabado en la cabeza y lo anotaba en una libreta, comparándolo con ejercicios anteriores y tratando de entender qué les pedía el entrenador con ello. Era el raro de su equipo, de los pocos que tenía ese tipo de inquietudes, que se preguntaba a sí mismo y a sus propios técnicos por qué hacían lo que hacían. Se dio cuenta muy pronto que en cuanto colgase las botas, se iba a sentar en un banquillo. Alicante fue el primero que le dio la oportunidad, aunque él siente que su primer club fue la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE). Ahora, años después de unos inicios inciertos pero muy ricos en la conformación de su perfil como preparador, llega al Bernabéu con su creación, el Leganés, al que sacó del pozo de Segunda B y lo puso donde nunca ningún pepinero se imaginó.

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