Es noticia
De evitar ir a Butarque para no ver voleibol a robar dos puntos al Atlético
  1. Deportes
  2. Fútbol
EL LEGANÉS SE ESTRENÓ EN PRIMERA EN CASA

De evitar ir a Butarque para no ver voleibol a robar dos puntos al Atlético

“Aquí todos somos del Madrid o del Atlético. ¿Cómo no va a ser así?”, dicen en Leganés, que por primera vez mira a los grandes de la comunidad autónoma de tú a tú en Primera

Un niño se divierte con una lata en uno de los aparcamientos aledaños al estadio municipal Butarque. Sus amigos intentan robársela mientras se mantienen ajenos a lo que les espera un par de horas después. En ningún momento se preguntaron por qué iban tan temprano al campo, que el partido empezaba a las 22:15 y ellos ya estaban allí, jugándose el orgullo con una lata por balón con un sol de justicia y una humedad impropia de la zona. Iban vestidos con mucho orgullo con una camiseta del Atlético de Madrid. Sin embargo, no se sentían desubicados. Estaban en casa, pero su equipo iba a vestir de azul oscuro casi negro. Allí, al estadio del sur de Madrid, los llevaron sus padres, su familia, que estaba a unos metros preparándose para ver al equipo de su vida (el segundo, solo a veces el primero) jugar en casa como equipo de Primera. Los niños no eran conscientes, los mayores no podían serlo más.

Entre los mayores no había camisetas colchoneras. No al menos esta tarde. “Yo soy rojiblanco hasta la médula, pero ojalá pierda hoy el Atleti”, decía el organizador de esa quedada cervecera previa y presidente de la peña Anduva16, José Luis González, fundada, como los buenos pepineros podrán comprender, en homenaje al segundo estadio más importante de la historia del Leganés, el del Mirandés. “Fueron encantadores. Nos trataron de miedo durante todo el partido. Acabamos cantando ‘¡Mirandés, Mirandés!’ y ellos respondían: ‘¡Leganés, Leganés!’, recuerda Pedro Barchín, de la peña Orgullo93, que se unió a la “familia” que formaba la peña Anduva16. “Fundamos la peña hace mes y medio y ya somos 85”, nos cuenta. Sin embargo, la facilidad para multiplicar los miembros de su peña no se corresponde con la creación de nuevas agrupaciones de seguidores. “Apenas se han inscrito dos más desde el ascenso a la federación de peñas”, asegura.

Foto: El Leganés consiguió un histórico empate (Sergio Barrenechea/EFE)

Tampoco es que haya mucho más espacio en Butarque como para crear muchas más. Con las que ya había y las dos nuevas formadas, el coqueto estadio que compite en austeridad con Ipurua en la élite permite la entrada a poco más de 8.000 espectadores, y se ha ampliado en verano. Leganés es, al fin y al cabo, una pequeña localidad que tiene una afición al fútbol histórica, pero no al propio, sino al vecinal. “Aquí todos somos del Madrid o del Atlético. ¿Cómo no va a ser así?”, nos dice otro aficionado a las puertas del bar Los Amigos, el local de otra peña pepinera que en esta tarde de finales de agosto está infestado de aficionados blanquiazules y otros muchos rojiblancos. “Son esos del Frente, pero por ahora no están dando ningún problema. Total, si es que no puede haber rivalidad entre Leganés y Atlético”, reconoce.

Pocos son los aficionados del Atlético que recordarán que el anterior enfrentamiento entre ambos conjuntos fue en Segunda División (qué rojiblanco no ha intentado olvidar aquellos dos años) y acabó con victoria del Lega por 0-2 en el Calderón. Ni siquiera en la edad dorada del club, allá por inicios del siglo XXI en la que se aguantó varias temporadas seguidas en la categoría de plata, se imaginaron que volverían a jugar contra el Atlético, pero no porque estos hubieran descendido, sino porque ellos han ascendido. “Jamás pensé que vería esto”, dice Jesús Prieto mientras camina hacia el campo con su esposa de la mano, ambos vestidos con sus mejores galas pepineras. “La verdad es que somos aficionados de nuevo cuño. Siempre he seguido al Leganés, pero no venía al estadio. Es que es muy difícil ver fútbol en Segunda B. No venía porque no quería ver voleibol. Desde que subimos a Segunda, al menos veo fútbol”, añade antes de encontrarse con su hermano, “el único indio de una familia de vikingos” que es socio del Lega de toda la vida. “Es el socio 200 y pico”, asegura.

Claro que el corazón madridista tira, como el colchonero. Pero el pepinero lo hace mucho más. “Yo estuve en una final de la Champions y vi ganar al Madrid. Pero nada se puede comparar al ascenso del Lega”, dice Pedro Barchín, que además reconoce que cada vez le gusta “menos” este Madrid, porque “Florentino lo está desvirtuando”. “El Leganés sí que es auténtico”, señala.

Foto: Leganés en pleno vive con nervios y pasión el estreno en Primera del equipo del sur de Madrid. (EFE)

Es una realidad vigente en Leganés y en otros muchísimos lugares de la geografía española que no tienen un club asentado en la cima. Ser de un equipo y de vez en cuando acordarse del club de casa. Al pasear por las calles de la localidad, uno esperaba un ánimo fuera de serie, cientos de camisetas blanquiazules, banderas al viento y cánticos por las esquinas. Pero la primera canción que escuchamos empezaba con aquello de “Yo me voy al Manzanares, al estadio Vicente Calderón”. El bar La Peña, centro de congregación pepinera por antonomasia, había unos pocos señores viendo cómo el Madrid empataba momentáneamente contra el Celta. Ni una camiseta del Lega. Sí había más en otros bares colindantes. Algunos de los que las portaban se mostraban inquietos porque los blancos no abrían el marcador y pasaba el tiempo. La mayoría, sin embargo, ignoraba el partido. No era el día. “La verdad es que somos mayoría del Atleti por aquí”, dicen en la zona.

En la calle puede que diera esa sensación, pero no pasó eso en el campo. Saltó el Atlético de Madrid a Butarque y lo único que se oía, por encima incluso de la megafonía, era el sonido estruendoso de viento proveniente de la grada blanquiazul. Saltó el Leganés por primera vez como equipo de primera a su casa, y los vítores estaban a la altura, pero en el signo contrario. No hubo confusión durante los 90 minutos. Ahí todos querían que ganara el Leganés. Cada falta era reclamada como si fuera la última, la decisiva. Cada balón robado se soñaba como una potencial ocasión de gol. Cada parada de Serantes era como la de Casillas a Robben en Johannesburgo. Y el pitido final, como si se acabara de ganar la Copa de Europa. Leganés era feliz. Sigue soñando como equipo de Primera… y segundo equipo de Madrid.

El juego de la silla de la prensa

Un niño se divierte con una lata en uno de los aparcamientos aledaños al estadio municipal Butarque. Sus amigos intentan robársela mientras se mantienen ajenos a lo que les espera un par de horas después. En ningún momento se preguntaron por qué iban tan temprano al campo, que el partido empezaba a las 22:15 y ellos ya estaban allí, jugándose el orgullo con una lata por balón con un sol de justicia y una humedad impropia de la zona. Iban vestidos con mucho orgullo con una camiseta del Atlético de Madrid. Sin embargo, no se sentían desubicados. Estaban en casa, pero su equipo iba a vestir de azul oscuro casi negro. Allí, al estadio del sur de Madrid, los llevaron sus padres, su familia, que estaba a unos metros preparándose para ver al equipo de su vida (el segundo, solo a veces el primero) jugar en casa como equipo de Primera. Los niños no eran conscientes, los mayores no podían serlo más.

El redactor recomienda