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'Cruyffazo'
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'Cruyffazo'

El Madrid jugó un partido de equipo pequeño, encerrado, sin presionar y prácticamente sin atacar y Piqué les castigó, pero el Barça se deshizo y remontó con Benzema y Cristiano y sin Ramos

Foto: Cristiano marcó el gol del triunfo (Reuters/Albert Gea).
Cristiano marcó el gol del triunfo (Reuters/Albert Gea).

Cuando se plantea hacer un precioso homenaje a una persona muy querida por casi todo lo que rodea a un club se debe tener en cuenta que, si se realiza durante un partido de fútbol válido para alguna competición, ese día tan especial puede convertirse en una pesadilla muy desagradable. El fallecimiento de Cruyff se produjo justo unos días antes de que se jugase el segundo Clásico de la temporada, y por tanto surgía ese encuentro como el escenario idóneo para dedicar 90 minutos al Flaco de Ámsterdam. Además, venía tan crecido el Barcelona de los 39 partidos invicto que todo olía a goleada sobre el eterno rival.

[Lea aquí: Lágrimas en el homenaje a Cruyff]

Pero si el Madrid tiene algo es que es la pestaña dentro del ojo del Barça. En un rato de inspiración que no se veía desde hace tiempo, el Madrid dio la vuelta al partido y le dedicó a Cruyff una derrota de su equipo. Y lo hizo cumpliendo buena parte de los prototipos históricos del madridismo, esto es, garra, ahínco y pegada, sobre todo pegada. Ah, y con diez otra vez, porque Ramos no puede faltar a su cita con la roja (y no hablamos de la elección en este caso). Nunca invites al enemigo del agasajado a su homenaje.

[Lea aquí: El ideólogo, la figura que nunca tuvo el Madrid]

Comencemos por el final que es más divertido. El Barça tenía al Madrid con una herida abierta por Piqué (se auguraba un ardiente Periscope) sangrando y con serio riesgo de infección. Y como si fuera Leonardo di Caprio en 'El Renacido', al Madrid se le curó milagrosamente la herida sin aplicar sobre ella ningún tipo de conocimiento de medicina. No se estaba muriendo, sino que al estilo de Rocky Balboa, se dejó recibir los golpes hasta que el rival, sabedor de su victoria, se relajaba ya cansado, aprovechando entonces para golpear la mandíbula del contrario con violencia hasta dejarlo inconsciente sobre la lona. Después de 39 combates sin derrota, el Barça encajaba su primer KO en medio año. A Mayweather eso el Madrid no se lo hace...

Desde que Benzema hizo una maravilla de media chilena justo enfrente de Claudio Bravo, el Madrid se desató como una manada de bisontes que sienten la presencia cercana de un depredador hambriento. El Barça de Cruyff creó escuela a través del perfeccionamiento de la posesión y Guardiola enseñó al mundo que se puede defender teniendo el balón. Pero el Barça que tuvo que rendir pleitesía al creador de su método fracasó en su intento. El Madrid, que no presionó bien en ningún instante, robó infinidad de balones entonces y cada contragolpe pudo ser gol de no ser por faltas mal señaladas y un disparo al larguero.

Desmadre merengue

Bale no hace falta a Jordi Alba. En ningún caso. Que Bale haga que el del Hospitalet se vaya al suelo es pura cuestión de confrontación de fuerzas de distinto tamaño. El de Cardiff es más alto, más grande, más fuerte y salta más, el otro no puede hacer más que estar ahí y molestar. Pero Hernández Hernández, cuyo arbitraje levantará muchísima polémica, que pasaremos a detallar más adelante, decidió que no era gol, que era falta. Erró. Pero eso no mermó en absoluto la ambición blanca, al contrario, la alentó. Al minuto siguiente, Cristiano disparó al travesaño. Después, el propio Bale no dio fuerza a su disparo y Alves sacó el balón de debajo de la portería. Y luego marcó Cristiano... con un detalle destacadísimo entre medias.

[Lea aquí: El suplicio de Florentino es el Barcelona]

No es casualidad que el Madrid haya jugado desde hace ya un tiempo uno de cada tres Clásicos en inferioridad numérica en algún momento de los mismos. Y no es casualidad tampoco que el más expulsado de su historia sea Sergio Ramos. La 21ª expulsión en la carrera del capitán le retrata por cómo se produce: una acción en medio del campo, sin peligro evidente, en la que Suárez recibe de espaldas y Ramos mide mal y le arrolla, teniendo ya amarilla. Y eso sucede justo después de esa ocasión de Bale que mencionábamos en el párrafo anterior, es decir, en el mejor momento del Madrid en el partido, cuando se olía la remontada a kilómetros.

Pero lo peor no es esa inútil y deficitaria entrada, sino que la roja pudo llegar mucho antes. Ya en el primer tiempo arrolló a Messi cuando ya había visto tarjeta. Sin embargo, Hernández Hernández no apreció falta. El Camp Nou sí: increíble (y exagerada) pañolada por esa decisión. ¿Le dirá algo Zidane a Ramos?

Zidane pasa de pequeño a grande

Luis Enrique desde el primer momento se decidió a crear un ambiente similar a lo que se vivía cuando era Cruyff el que asomaba de pie por el banquillo del Camp Nou, y estableció de entrada una clara defensa de tres en posesión de la pelota. Como tan bien hizo Guardiola con Puyol, Piqué y Abidal, Luis Enrique lo reinterpretó con Piqué, Mascherano y Alba. Alves se colocaba directamente como extremo, como hacía Ferrer. Vamos, como hacía con el propio Pep. Así quería ganar amplitud de campo, forzar a los interiores blancos a estirarse y generar espacios por dentro, donde se situó Messi. Pero el ritmo del Barça era tan pausado, tan parsimonioso que los espacios, aun existiendo, no eran aprovechados por el '10', que apenas habilitó un par de veces a Suárez, esta vez no tan acertado como en el Bernabéu.

[Lea aquí: "El Madrid necesita un proyecto"]

En el otro lado, el planteamiento de Zidane era menos ambicioso, mucho menos. No presionó arriba más que esporádicamente, y si lo hacía, era algún jugador de ataque que se quedaba rápidamente sin acompañamiento y, solo en su intento, abandonaba la misión más pronto que tarde. Los tres de arriba, Bale, Benzema y Cristiano, comenzaban a agilizar sus movimientos cuando la pelota en posesión contraria cruzaba la línea divisoria. No se encerró, pero tampoco quiso en ningún momento pelear el dominio del partido.

Y con la posesión se volvía enclenque, dubitativo. A los pocos pases el balón era recuperado por algún jugador del Barça, normalmente Busquets, cómo no. No aparecían líneas de pase y los contragolpes no fructificaban. Si la pelota la sacaba Modric, la jugada podía ir a algún lado, como en el gol de Benzema. Si lo hacían Casemiro o Kroos, había más problemas de fluidez.

Era el planteamiento de un equipo pequeño, incapaz de hacerle daño a un Barça que tenía al menos la mitad de su pensamiento fijado en el Atlético de Madrid (la diferencia en la Liga les pareció, con cierto buen criterio, suficientemente holgada como para ahorrar gasolina). Pero cuando el Madrid se quedó con diez, Zidane no realizó el movimiento común a la mayoría de técnicos: si te echan a un central, metes inmediatamente a otro. No. Lo que hizo fue retrasar en defensa a Casemiro y jugar con tres atrás en ataque. Justo después de la roja marcó Cristiano. Y ni así entró Nacho. El que jugó unos minutos fue Lucas Vázquez. Zidane no quería defender el 1-2, quería sentenciar con el 1-3. Ahí Zidane dio su primera muestra de entrenador con un libreto claro que desplegar.

Ficha técnica:

1-. FC Barcelona: Bravo; Alves, Piqué, Mascherano, Alba; Busquets, Rakitic (Arda Turan, min.73), Iniesta; Messi, Neymar y Luis Suárez

2-. Real Madrid: Keylor; Carvajal, Pepe, Ramos, Marcelo; Casemiro, Modric, Kross; Bale (Lucas Vázquez, min.90), Benzema (Jesé, min.78) y Cristiano.

Goles: 1-0, min.56: Piqué. 1-1, min.63: Benzema. 1-2, min.84: Cristiano.

Árbitro: Alejandro José Hernández Hernández (comité canario). Mostró cartulina amarilla a Sergio Ramos (min.10), Carvajal (min.17), Luis Suárez (min.27) y Mascherano (min.28). Expulsó a Sergio Ramos (min.82) al ver la segunda amarilla.

Incidencias: partido correspondiente a la trigésima primera jornada de la Liga disputado en el Camp Nou ante 99.264 aficionados, que llenaron el estadio azulgrana. En los prolegómenos del partido, un mosaico de 90.000 cartulinas homenajeó a Johan Cruyff, fallecido la semana pasada a los 68 años.

Cuando se plantea hacer un precioso homenaje a una persona muy querida por casi todo lo que rodea a un club se debe tener en cuenta que, si se realiza durante un partido de fútbol válido para alguna competición, ese día tan especial puede convertirse en una pesadilla muy desagradable. El fallecimiento de Cruyff se produjo justo unos días antes de que se jugase el segundo Clásico de la temporada, y por tanto surgía ese encuentro como el escenario idóneo para dedicar 90 minutos al Flaco de Ámsterdam. Además, venía tan crecido el Barcelona de los 39 partidos invicto que todo olía a goleada sobre el eterno rival.

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