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El Real Madrid se presenta a la ceremonia de flagelación del Betis
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SE VERÁN LAS CARAS ESTE DOMINGO (20:30H)

El Real Madrid se presenta a la ceremonia de flagelación del Betis

Este domingo, el Real Madrid asistirá como testigo privilegiado a esa cíclica ceremonia de flagelación que, de manera perturbadora, caracteriza al un Betis sin apenas presidente, entrenador, estrellas...

Foto: Aficionados del Betis a la llegada de su equipo al Benito Villamarín (Efe).
Aficionados del Betis a la llegada de su equipo al Benito Villamarín (Efe).

No debe ser sencillo para un entrenador operar contra el exceso de confianza, anestesiar la sensación de que tu equipo va a ganar sin bajarse del autobús cuando, enfrente, un suponer, encuentras a un rival sin apenas presidente, entrenador, sin estrellas, que no marca, no gana y que tiene a su afición a punto de asaltar Las Tullerías. Un rival como el Betis. No debe haber sido fácil, pues, para Zidane. O tal vez sí.

La respuesta la conoceremos este domingo en el Benito Villamarín, donde el Real Madrid asiste como testigo privilegiado a esa cíclica ceremonia de flagelación que, de manera perturbadora, caracteriza al conjunto verdiblanco. Al Betis del 'Manquepierda', una cualidad que le cala hasta el tuétano y que, en ciertos momentos, puede interpretarse como una maldición. Frente al Real Madrid, el equipo que hace dos meses se auguraba feliz, derrocado el régimen de Lopera, gobernado con los dirigentes del pueblo, liderado por un tótem como Pepe Mel y abrazado a los requiebros del genial Joaquín, frente al Madrid, decimos, comparecerá con un presidente que ha dimitido, ha reculado y va a volver a dimitir, un entrenador temporero que recomendó que se fichara cuanto antes a Juande Ramos, con Joaquín sin gracia, con Van der Vaart acabado, con Rubén Castro seco, con un petate, en fin, de aúpa que amenaza con una crisis devastadora. El Betis, al fin y por desgracia, que tanto conocemos.


Conviene explicar también esto con números. El Betis ha ganado 6 partidos de 24 esta temporada. En la Liga no lo hace desde el 27 de noviembre; ha sumado tres de los últimos 21 puntos. En esos siete partidos ha marcado un gol y ha recibido 11. Es el equipo que menos marca del campeonato (13) y en el que menos jugadores lo hacen. Su último tanto (Molina) ocurrió hace mes y medio. Su 'killer', Rubén Castro (8) no moja desde hace dos meses. Si con todo esto el equipo no ha caído aún en el descenso es porque lejos del Villamarín (cuatro victorias) se ha manejado con inusitada solvencia ya que en casa es una ruina. Sólo ha ganado un partido ahí, a la Real. Lo último que presenció su gente fue un 0-4 frente al Eibar.

Como apagafuegos, hace lo que puede Juan Merino, un histórico exfutbolista del club en los 90. El pasado 11 de enero, volviendo de viaje con el Betis B, el presidente le llamó para ver si estaba dispuesto a hacerse cargo del equipo porque iban a cargarse a Pepe Mel. “Sí, presi, pero yo les recomendaría que esperaran algo hasta tener más atado a Juande Ramos”. Pese a que fue eliminado en la Copa por el Sevilla y no ha ganado ninguno de sus dos partidos de Liga, la hinchada no señala a Merino, considerado una víctima propiciatoria que será sacrificada de manera inminente. Todos los ojos se dirigen a Juande, que ha alargado su decisión para no comerse el marrón del Madrid y ver cómo respira el club en el mercado de fichajes.

Vender a Van der Vaart, prioridad

En ese zoco, uno de los principales objetivos del Betis es colocar a Rafael van der Vaart, el primer fichaje que tanta expectativa levantó esta temporada y un fracaso estrepitoso. Su asiduidad nocturna, las lesiones y tanto trato en la prensa del corazón despertaron los primeros recelos, que se convirtieron en pavor cuando el holandés comenzó a jugar. Hoy es un dolor contemplar la decrepitud del maravilloso futbolista que actuó en el Madrid y amenazó a España en la final del Mundial de Sudáfrica. Las ofertas recibidas por el mediocentro, de 32 años, dan la medida exacta de su nivel. La última, y dicen que más atractiva, ha sido la del Antalyaspor turco.

Van der Vaart no es, en cualquier caso, la única estrella cegada en el Betis. El rendimiento de Joaquín, el gran hijo pródigo, tampoco ha alcanzado la cota esperada (17 partidos, un gol). La nota común entre la decena de fichajes realizados esta temporada es la decepción. Y en algunos casos, el sonrojo. El defensa egipcio Tarek, presentado como la gran apuesta personal de la secretaría técnica, no ha entrado aún en una convocatoria. Sin embargo, en el informe a los accionistas durante la última Junta el club sacó pecho: “La llegada de Tarek vino acompañada de un documental especial de 45 minutos de la cadena Bein Sports -filial deportiva de Al Jazeera- para todos los países de Oriente Próximo. Ha supuesto un importante incremento de seguidores en el mundo árabe (…). De esta forma se cumple con el objetivo de ampliar la marca internacional del Betis”.


“Tomaduras de pelo”, como criticaron varios aficionados en aquella asamblea, de este calado han puesto el foco sobre el nuevo director deportivo, Eduardo Maciá, excolaborador de Rafa Benítez en el Valencia y el Liverpool, y a quien se le dieron plenos poderes para conformar una secretaría técnica de doce miembros que al Betis le cuesta un millón de euros al año. 100.000 euros más, por poner un ejemplo, de lo que invierte el Sevilla en Monchi y su equipo de trabajo. La decisión del consejo de administración de fiscalizar más intensamente la labor de Maciá y recortarle poderes fue uno de los puntos de fricción que han acabado por llevarse por delante al… presidente.

'In extremis', el Betis ha logrado que este domingo alguien acompañe en el palco a Florentino Pérez. Juan Carlos Ollero, un ingeniero industrial que accedió hace un año al cargo, presentó el día 21 de enero su dimisión, haciendo uso de su proverbial agudeza para abandonar los barcos antes de que las llamas le acaben quemando a él. Ollero dejó su cargo político en el Instituto de Fomento (IFA) en el momento preciso para que sólo le rozara la posterior macrocausa de los ERE fraudulentos (fue imputado por la Guardia Civil, pero la juez Alaya no extendió esa acusación). También justo a tiempo abandonó la presidencia del Baloncesto Sevilla (2005-13), una vez perdido el paraguas protector de la Caja de Ahorros y ante la decisión de Caixabank de quitarse ese muerto de encima, que tiene al club haciendo malabares para evitar la extinción.

Esperanzas convertidas en decepciones

En comparación con lo que había, sin embargo, Ollero fue acogido en el Betis con palmas y loores. Lo que había era el loperismo y sus secuaces, derrotados en la histórica Junta de accionistas de septiembre de 2015. Por primera vez en muchísimo tiempo, se podía decir que era el pueblo quien elegía a sus dirigentes, representados por Ollero y los dos jóvenes accionistas que mueven los hilos del club: Ángel Haro y José Miguel López Catalán, propietario de una empresa investigada en uno de los últimos pufos descubiertos en Andalucía, el uso irregular de fondos europeos Jeremie.

Aquellas enormes esperanzas han sido hoy decepcionadas. Ollero y sus mentores se han quemado en una irrisoria negociación con Lopera, que tiene un tercio de sus acciones embargadas por los tribunales por no pagarlas y que cuenta las semanas para la vista oral del proceso en el que le reclaman 14 años de cárcel y 20 millones de multa. Ollero se quedó compuesto y sin Lopera cuando le tenía preparado un documento en el que se comprometía a retirar todas las acusaciones y, además, abonarle 1,7 millones por el resto de sus acciones. Eso provocó un incendio en la hinchada y una ruptura total dentro del club, que decidió recortar las atribuciones del presidente y dejarle como la figura decorativa que, pese a los enjuagues de última hora, se sentará junto a Florentino en el palco de este Betis en combustión.

No debe ser sencillo para un entrenador operar contra el exceso de confianza, anestesiar la sensación de que tu equipo va a ganar sin bajarse del autobús cuando, enfrente, un suponer, encuentras a un rival sin apenas presidente, entrenador, sin estrellas, que no marca, no gana y que tiene a su afición a punto de asaltar Las Tullerías. Un rival como el Betis. No debe haber sido fácil, pues, para Zidane. O tal vez sí.

La respuesta la conoceremos este domingo en el Benito Villamarín, donde el Real Madrid asiste como testigo privilegiado a esa cíclica ceremonia de flagelación que, de manera perturbadora, caracteriza al conjunto verdiblanco. Al Betis del 'Manquepierda', una cualidad que le cala hasta el tuétano y que, en ciertos momentos, puede interpretarse como una maldición. Frente al Real Madrid, el equipo que hace dos meses se auguraba feliz, derrocado el régimen de Lopera, gobernado con los dirigentes del pueblo, liderado por un tótem como Pepe Mel y abrazado a los requiebros del genial Joaquín, frente al Madrid, decimos, comparecerá con un presidente que ha dimitido, ha reculado y va a volver a dimitir, un entrenador temporero que recomendó que se fichara cuanto antes a Juande Ramos, con Joaquín sin gracia, con Van der Vaart acabado, con Rubén Castro seco, con un petate, en fin, de aúpa que amenaza con una crisis devastadora. El Betis, al fin y por desgracia, que tanto conocemos.

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