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El orgullo del Valencia frena el imparable rodillo de un relajado Barcelona
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santi mina iguala al final el gol de Luis Suárez

El orgullo del Valencia frena el imparable rodillo de un relajado Barcelona

El Valencia nada tuvo que ver con el que deambulaba por los campos bajo la batuta de Nuno. El Barça no cerró el partido y al final Santi Mina igualó el gol de Luis Suárez

Foto: Santi Mina aprovechó una gran jugada de Alcácer (EFE).
Santi Mina aprovechó una gran jugada de Alcácer (EFE).

Se encontró con un rival renacido, que se comportó como un equipo de verdad. Se notó que Nuno ya está lejos. Y fue suficiente ese detalle para frenar el rodillo azulgrana, ese que parecía imparable en los últimos tiempos. Ese que no apareció en todo su esplendor en Mestalla, que esta vez no mató a su rival. Éste se mantuvo vivo hasta el final, cuando apareció Santi Mina para equilibrar un gol de Luis Suárez que parecía ser definitivo. El Valencia se olvidó de la depresión, la dejó muy lejos y en el campo resistió el constante empuje del Barcelona. Un equipo que tal vez se confío en exceso, y por no cerrar el partido acabó cediendo dos puntos.

En cuanto el partido se puso en marcha, el Barcelona se adueñó del balón para empezar a ejercer de martillo pilón, que es lo que mejor se le da. En un Mestalla más reconocible, apretando y generando una atmósfera caliente y relajada a partes iguales, no encontró el equipo de Luis Enrique tanta hostilidad en el césped. Abajo mandaban los suyos con una superioridad aplastante. Daba la impresión de que un día más la avalancha culé acabaría manifestándose, sobre todo a la vista del arranque del partido. Neymar encontró una autopista sin peaje por su banda y por ahí percutía el equipo azulgrana sin freno ante un superado Vezo.

Tardaron lo justo Messi y Neymar para meter el miedo en el cuerpo de Jaume, pero el primero perdonó la vida al guardameta y el segundo envió el balón a las nubes. El Barcelona imponía poco a poco su dura dictadura, con un Valencia al que le costaba un mundo sacar el balón desde atrás jugado con cierta limpieza. Parejo retrasó su posición y se colocó justo de los centrales para dar lustre al juego de su equipo, pero la teoría era casi imposible de plasmar en el campo. El Barcelona tenía las líneas muy adelantadas e impedía cualquier alegría a su rival.

Las dos caras de Luis Suárez

El Barcelona no encontraba enemigo. Propietario en exclusiva del balón, impedía casi siempre los intentos del Valencia por montar una buena contra. Sólo faltaba que Luis Suárez apareciera y lo hizo por partida doble pasada la primera media hora. Primero falló con un remate y poco después no afinó con una asistencia a un solitario Neymar. Percutía el equipo azulgrana sin parar, pero sin derribar a Jaume. El Valencia empezaba a sentirse asfixiado ante el empuje de su rival. Los de Voro, circunstancial entrenador, comenzaban a sudar y debían multiplicarse para poner más ladrillos alrededor de su portero. De casualidad alcanzó el descanso con su portería a cero.

El temporal arreciaba cada vez más. Llovía a jarros en el área del Valencia, pero el marcador seguía seco. El partido se ensució un tanto en los primeros compases del segundo tiempo, con batallas abiertas entre Luis Suárez, primero con Abdennour y poco después con Jaume. Mestalla ardía, con un ambiente cada vez más encendido. En ese escenario no se sentía tan cómodo como antes el Barcelona, pero en cuanto tuvo la primera clara, esta vez no perdonó como hizo en el primer acto. El uruguayo se coló por un costado, metió a tiempo el cuerpo ante Abdennour y el balón acabó en el fondo de una portería que el guardameta del Valencia no tapó del todo.

La maniobra de Paco Alcácer

Con más de media hora por delante, todo seguía igual. El Barça daba rienda suelta al guión de siempre, mientras su oponente parecía derrumbarse poco a poco después de tantos minutos corriendo detrás del balón. Pero no, el equipo ahora de Gary Neville era otro muy diferente al triste de Nuno. En sus filas nadie tiraba la toalla, por muy superior que fuera su rival. Y empezó a incordiar. De Paul levantó a la grada una vez, pero no cargó el remate de malicia. Los de Luis Enrique jugaban con suficiencia y lo terminaron pagando. Neymar pudo sentenciar tras una jugada excepcional, pero el balón se marchó cerca de una escuadra. Merecía un gol de tantos quilates el brasileño, en un momento de forma superior y que en Mestalla dejó bien impreso su sello de fenómeno.

El Valencia continuaba vivo y los cambios de última hora dieron al equipo ese punto de oxígeno que necesitaba para soñar con la igualada. Y así sucedió. Una maravillosa maniobra de Paco Alcácer ante dos rivales dejó a Santi Mina con camino libre y el remate del gallego alcanzó el objetivo. Mestalla disfrutó en ese instante como hacía tiempo no recordaba. El intercambio de golpes de última hora pudo acabar de cualquier manera, pero el marcador ya no se volvió a mover. El Barcelona terminó pagando su exceso de confianza y el Valencia por fin se pareció al equipo que exige su apasionada afición.

Ficha técnica:

1 - Valencia:Jaume Doménech, Vezo, Santos, Abdennour, Gayà, Enzo Pérez (Bakkali, m.73), Parejo, Danilo, Santi Mina (Tropi, m.88), De Paul (Piatti, m.83) y Alcácer.

1 - Barcelona: Bravo, Dani Alves, Piqué, Mascherano, Jordi Alba, Busquets, Rakitic, Iniesta, Messi, Luis Suárez y Neymar.

Goles: 0-1, m.58: Luis Suárez. 1-1, m.86: Santi Mina.

Árbitro: Jaime Latre (colegio aragonés). Amonestó por el Valencia a Parejo, Gayà y Danilo y por el Barcelona a Mascherano.

Incidencias: partido disputado en el campo de Mestalla ante 50.000 espectadores.

Se encontró con un rival renacido, que se comportó como un equipo de verdad. Se notó que Nuno ya está lejos. Y fue suficiente ese detalle para frenar el rodillo azulgrana, ese que parecía imparable en los últimos tiempos. Ese que no apareció en todo su esplendor en Mestalla, que esta vez no mató a su rival. Éste se mantuvo vivo hasta el final, cuando apareció Santi Mina para equilibrar un gol de Luis Suárez que parecía ser definitivo. El Valencia se olvidó de la depresión, la dejó muy lejos y en el campo resistió el constante empuje del Barcelona. Un equipo que tal vez se confío en exceso, y por no cerrar el partido acabó cediendo dos puntos.

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